CAPÍTULO 15

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El viernes llegó y con él aquella escapada al pueblo. Todo estaba preparado y tenía la casa en perfectas condiciones para la llegada de sus compañeros. Había terminado de hacer la maleta y ahora esperaba a que llegaran para irse con ellos. Estaba terminando de organizar unas cosas cuando llamaron al portero automático. Tras descolgar y ver que sus amigos ya la esperaban cogió su maleta y llamó al ascensor.

Al llegar al vestíbulo, un como siempre amable Antoñito fue a su encuentro para ayudarle con la maleta.

A: Buenos días, señorita – saludó cortés – deje que la ayude.

C: No se preocupe – contestó con educación – casi no pesa y me esperan ahí fuera, en seguida la meteré en el maletero – sonrió.

A: ¿Se va de viaje? – preguntó. Automáticamente se dio cuenta de que ese tipo de preguntas no eran propias de un conserje – perdone, no quise meterme – se disculpó.

C: No pasa nada - dijo amable – sólo me voy de fin de semana, que pase un buen día – se despidió saliendo de allí.

A: Que se divierta – contestó.

Con una sonrisa a modo de despedida salió a la calle donde vio a Lolita, Rosina y Liberto hablando y a Cinta y a su novio besándose apasionadamente apoyados en uno de los coches, pero ni rastro de Maite o de Ildefonso.

C: Ey, que puntuales – dijo saliendo ya a la calle.

L: Hola – dijo amablemente – trae, ya guardo yo la maleta.

E: Gracias Liberto – dijo – bueno, pues cuando queráis nos vamos – decía elevando la mirada para ver donde se encontraban los dos que faltaban - ¿y estos? – preguntó al fin.

L: Estarán al caer – contestó – quedamos hace cinco minutos así que estarán a punto de llegar.

Ci: Camino, ¿la piscina estará limpia? – preguntó.

C: Sí, claro, con este buen tiempo como para que esté cerrada – contestó como si fuera lo más obvio del mundo.

Ci: Y, ¿podríamos? – señaló a su chico – ya sabes... bañarnos de noche y esas cosas – preguntó alzando una ceja.

C: Ni se te ocurra pensarlo que te quedas aquí – advirtió señalándola con el dedo.

Mientras discutían, alguien andaba por la calle en dirección al grupo de amigos. Hablaba por teléfono, sabiéndose aún lejos para hacerlo con tranquilidad.

Voz 2: Sí, estoy llegando, en cinco minutos estaré allí – le decía con seriedad a su interlocutor.

A: Si quieres ya que estáis de viaje puedo intentar entrar para ver si consigo algo – se ofreció.

Voz 2: De eso nada – ordenó con seriedad – tú te quedas en tu puesto, ya sabes lo que tienes que hacer, nada de andar por tu cuenta. Con Anabel metida en medio no quiero cometer errores – terminó de decir.

A: Entendido – contestó convencido, aunque a regañadientes.

Colgó y aceleró su paso. Ya llegaba tarde, seguramente estarían esperando su llegada para salir hacia el pueblo de Camino, pero de nuevo tuvo que frenar cuando el móvil comenzó a sonar.

Voz 2: ¿Y ahora qué quiere? – Se notaba en su voz que aquellas llamadas empezaban a cansarle.

Voz 1: Asegurarme de que todo vaya bien – contestó – y saber cuál será su siguiente paso.

Voz 2: Por ahora seguir con el mismo plan – dijo sin querer dar más explicaciones de las necesarias, pero queriendo darle información, después de aquellas fotografías tendría que andar con mil ojos – seguir ganándome su confianza, acercarme tanto a ella que no tenga dudas sobre mí. Entonces será cuando pueda hacer el trabajo sin poner en peligro su persona ni la mía, por supuesto – contestó.

AMORES QUE MATAN (MAITINO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora