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Zoey


Ambos desaparecieron entre la multitud. Supongo que me queda esperar.


Busqué a los anfitriones del lugar, pero fue extraño no ver a ninguno en la sala principal, que comenzaba a llenarse. De repente, un ruido de vidrio roto resonó en la sala. Todos volteamos y la música se detuvo de golpe. Un olor familiar me hizo darme cuenta de quién había irrumpido rompiendo la puerta con su cuerpo. Jessica estaba encima de Lex, golpeándola sin piedad mientras Lex apenas se defendía, levantando los brazos para protegerse. Todos observábamos, preocupados y en shock.


—¡Sepárense, joder! —Demian apareció detrás de ellas—. ¡George, rápido, agarra a Lex! —Con esfuerzo, lograron separarlas. Me sorprendió la calma de Lex, quien no opuso resistencia cuando la alejaron de Jessica.


Jessica, sin embargo, estaba furiosa.


—¡Me las pagarás, Lex! ¡Suéltame! —gritó, empujando a Demian, quien terminó en el suelo.


—Cuando dejes de ladrar, hablamos —Lex se sacudió la ropa con calma.


La multitud comenzó a gritar, animando la situación.


—¡Ohhh! —se escuchó entre la gente.


No sé si fue mi imaginación, pero creo que escuché a Jessica gruñir. Dos chicas la ayudaron a levantarse, y ella se abrió paso entre todos, con las chicas siguiéndole.


Los gritos cesaron, pero los susurros continuaron. Al parecer, los hermanos Robbins se dieron cuenta del ambiente tenso, y Lex decidió romper el hielo.


—¡Hola, chicos! —gritó, subiendo a una mesa frente a donde yo estaba—. ¡Soy Alexandra Alecks Robbins, pero pueden llamarme Lex! ¡Y esta es mi fiesta de regreso después de años fuera del condado! ¡Estoy muy feliz de estar de vuelta, así que disfruten de los snacks y bebidas! —La multitud aclamó—. ¡Sube la música, DJ! —Saltó de la mesa y aterrizó justo frente a mí—. ¡Qué onda, Zoey! —me saludó con una sonrisa.


—Hola —respondí, intentando sonar natural.


—¿Qué tal la fiesta? —preguntó, sin quitarme la mirada de encima.


¿Siempre ha tenido esos ojos tan azules? Los he visto antes, pero no recuerdo dónde.


—Muy bien, jaja —dije, intentando no parecer nerviosa. Sentía el calor subiendo, así que me acomodé un mechón de cabello detrás de la oreja.


—Oh, eso es genial. Ahm, ¿dónde están Sam y tu novio? —preguntó, y la incomodidad en el aire se intensificó.


—Fueron a buscar bebidas.


—Oh, ¿quieres que los espere contigo?


—Ahm, no creo que sea necesario... —Lex dejó de mirarme y fijó su atención en la puerta. Seguí su mirada y vi a una chica rubia con una maleta.


Volví a mirar a Lex, quien frunció el ceño.


—Tranquila, yo espero aquí contigo —dijo, sonriendo.


¿Quién es ella?


Comenzamos a hablar de otras cosas cuando la chica rubia se acercó a nosotras.


—Hola, mi querida Lexi —la chica intentó saludarla con un beso, pero Lex la detuvo, poniendo una mano en su cuello.


—Hola, Mireya. ¿Qué haces aquí? —Lex parecía nerviosa.


—Solo vine a verte, amor. Sabes que me encanta cuando aprietas más —Mireya tomó la mano de Lex que seguía en su cuello. Lex, visiblemente avergonzada, retiró la mano rápidamente.


—Ahm...


—Hola, ¿eres su nueva conquista? —se dirigió a mí—. Soy Mireya Sanders —sonrió y me extendió la mano.


—Uhm, soy Zoey Thomson y solo soy una amiga de Lex —respondí, devolviéndole el apretón de manos con una sonrisa forzada.


—Yo también era su amiga —se acercó más a Lex y la abrazó desde el cuello—. Pero, ¿quién quiere ser solo amiga de este bombón? —Mireya acercó su boca al cuello de Lex, subiendo hasta su oreja. Lex estaba completamente roja ante la cercanía de la rubia. Sentí mis mejillas arder y aparté la mirada, incómoda.


¿Qué está haciendo?


—¡Hey, hola, qué tal! —Alguien me tocó el hombro, y al voltear, vi a Nathan. Estaba devorando a Mireya con la mirada, pero no me importó. —Alch, rarita —me abrazó por el cuello, lo que me incomodó un poco.


—¡Hola, Nathan! —Lex sonaba nerviosa y su voz estaba entrecortada—. Ya no sigues tan molesto, ¿verdad? Uy, hace calor, mejor nos vamos —comenzó a desabrocharse la camisa con nerviosismo, tomó a Mireya de la mano y se dirigieron a la pista de baile.


—¿Crees que sea su novia? —me preguntó Nathan.


—Ehm, no lo sé —vi cómo bailaban, tan juntas que podía sentir cómo el aroma de Lex se mezclaba con el de Mireya, lo que me irritó.


Qué asco.


La rubia no dejaba de restregarle el trasero a Lex, quien parecía disfrutarlo, lo cual me enfureció aún más. Mireya, al notar mi mirada, sonrió y se acercó a Lex para besarla apasionadamente.


—Ugh —murmuré, irritada.


—¿Quieres bailar? —me preguntó Nathan.


Acepté, solo porque no quería seguir viéndolas. Llevábamos un rato bailando, pegados, y comencé a acalorarme. El aroma de Lex, que antes era agradable, ahora era casi agresivo. Sentí una mirada y la busqué, encontrándome con esos ojos azules, más oscuros de lo normal, con el ceño fruncido, pero sin dejar de bailar ni de tocar a Mireya.


¿Por qué está tan molesta si está con su novia y yo con mi novio? Sentí la mano de Nathan, fría, deslizarse debajo de mi blusa y comenzar a acariciarme. El olor empeoró, y mis piernas empezaron a temblar.


—¿Qué sucede? ¿Te sientes bien? ¿Quieres que nos vayamos? —Nathan se preocupó al ver mi estado.


—Yo estoy... —mi voz se apagó y perdí la conciencia.

Sin comentarios xd

Mi MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora