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Zoey


Sentir a Lex tan cerca me embriagaba. Era algo inexplicable. No lo controlaba, y es algo que no entienden. Desde pequeñas éramos cercanas; la quería como amiga, y ahora no sé si la sigo queriendo. Todo cambió desde que regresamos de primaria a secundaria. Esa afinidad por ella se transformó. Su olor fue distinto, y todo en ella lo era. No sé, estoy asustada.


—¿Qué sucede? ¿Estás bien, Zoey? —preguntó Lex suavemente mientras me intentaba levantar.


—Rarita, no toques a... a mi novia —se acercó Nathan, y George lo detuvo antes de que pudiera golpearla.


—La llevaré arriba para que descanse —Lex me cargó y...


...


—¡¿Hey, qué tal estás?! —Sam me sacó un susto mientras acomodaba mi casillero. —¿Tienes algún pecado o qué?


—No, solo estaba pensando en algo —cerré el casillero—. Estoy muy bien, jaja.


—Excelente, porque... —El ruido del grupo guiado por Lex aumentó—. Maldición —es la primera vez que veo a Sam apartarse de su camino.


Lex, al pasar, me miró y sonrió un poco. Al final, vi a Jessica que observaba a Sam con una expresión de asco, como era de costumbre. Le guiñé el ojo y continué.


—¡Hey, hola! —mi novio llegó y me saludó con un beso—. Buen día, ¿eh? ¿Ya te sientes mejor?—Sí, un poco, aunque me hubiera gustado que mi novio estuviera cuando desperté o al menos me hubiera buscado días después —respondí con ironía.


—Hablando de eso, yo... —empezó a soltar un montón de excusas.


Un olor fuerte y desagradable me hizo voltear. Una joven, casi de la misma estatura que mi novio, se abrió paso por los pasillos. Era pelinegra y tenía el cabello en corte pixie. Todos la miramos por la gran presencia que tenía. Sam también tenía una mueca de asco.


—¿Quién es esa? —preguntó molesta.


La chica se detuvo y nos miró. Caminó, pero Nathan se puso frente a nosotras.


—¿A dónde crees que vas?


—A visitar a tu madre, niño. Quería que la hiciera... —Nathan soltó un golpe que ella esquivó, lo tomó del hombro—. Hiciera gritar —mi novio terminó en el piso.


—¡Nathan! —Sam y yo intentamos ayudarlo, pero él estaba desmayado.


—¿Qué demonios te pasa?! —Sam la encaró.


La chica la empujó contra los casilleros y le habló al oído. Creo que escuché, pero muy poco.


—Tienes un olor muy particular —aspiró—. No importa cuánto te bañes, no va a desaparecer esa esencia tan asquerosa...

Mi MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora