Mi Mate

26

Lex

"Regresaré antes del sexto mes para la ceremonia," dije mientras subía las escaleras con mi mochila y maleta. Las luces parpadearon y luego se apagaron. "¿Qué está pasando?" La manija de mi maleta comenzó a arder. "¡Ahhh!" La solté de inmediato, y mi mano se quemó. "¿Qué demonios?" Una luz se encendió, y un telón se abrió como si de una obra de teatro se tratara.

"¡Así que tú eres Lex, eh!" Mi tío hizo su aparición. Me olisqueó descaradamente. "¿Tu alfa? Agh," dijo con un tono tan arrogante como siempre. "Daniel," llamó, y alguien comenzó a bajar las escaleras.

"¿Sucede algo?" preguntó mi primo mayor, que era más o menos de la edad de Demian. Su parecido con él era bastante evidente, aunque Daniel tenía los ojos cafés. Me olisqueó. "Alexandra, tanto tiempo sin verte." Se acercó y me saludó con un abrazo. "Me alegra que tú seas la elegida, aunque siendo sincero, no lo veía venir."

"Te comprendo," respondí. La verdad es que yo tampoco me lo esperaba.

"Daniel, acompáñala a que se instale en una de las habitaciones de invitados. Los espero aquí en media hora," sentenció mi tío. Ambos asentimos.

No tardé en acomodar las cosas básicas.

"Será mejor que bajemos ya. Si lo hacemos esperar, nos irá mal," me dijo mi primo, esperándome en la puerta.

Sí, él era el futuro alfa de Boston y no lo parecía. Iba delante de mí, siempre observando las espaldas de otros por ir detrás. Tenía una espalda ancha y un poco más musculosa que la de mi hermano. Era tranquilo y mucho más conservador que mi hermano; su porte y personalidad recta lo hacían ver como un beta cualquiera.

"Alexandra," habló mi tío cuando llegamos a la sala. "Hoy comienza tu verdadero entrenamiento con Daniel." Se levantó del sillón.

Los golpes iban y venían. Daniel era muy fuerte en comparación con los betas con los que mi padre me hacía entrenar. Intentaba defenderme con los brazos hasta que me dio una patada que me desequilibró, seguida de un puñetazo que me hizo caer al piso con fuerza.

"Agh, maldita sea," intenté limpiarme la cara.

"Daniel," dijo mi tío, y él asintió.

Daniel tuvo que darme una patada en la cara. Salté, y de repente estaba en mi habitación.

—Así que solo fue un simple recuerdo, ¿no? —me levanté y salí al jardín a estirarme un poco.

El aire libre es hermoso.

Lo sé.

¿Qué aburrimiento? ¿Y si salimos un rato? ¿Ya sabes, a lobiar?

No, tengo clases, y sé que si tomas el control, me vas a joder demasiado.

¡Alch, qué pesada! Bueno, si no quieres por las buenas, entonces por las malas.