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3ra persona

—¡Calmaaa! —dijo acomodándose un mechón de cabello detrás de la oreja—. ¡¡Desde cuando tan agresivaaaa?! —Aunque su exterior parecía tranquilo, en realidad, anhelaba encontrar a su pelirroja favorita y platicar.


Lex sabía que había estado mal su desaparición repentina. Todo se había salido de control, y lo que ocurrió durante esos tres años de separación de su hogar y amigos requería explicaciones. Pero había algo en su interior que le pedía a gritos contarle todo a Zoey.


—Eres más idiota que antes —declaró Sofía, cruzándose de brazos.


—Tiene razón, Sofi —George imitó la postura de la pelinegra con gracia.


—¡Yo no hice nada! —protestó Lex mientras veía a su prima acercarse.


—Hey, primitaaa —Lex y sus amigos tensaron la postura al unísono—. No sabía que venías —sonrió.


—Ni yo que te adueñarías del lugar, o eso escuché —Lex respondió con una sonrisa falsa.


—¿Adueñarme? ¡Qué va! —Jessica se acercó con "buenas" intenciones—. Y, ¿qué tal te fue? —dijo mientras le estrechaba la mano.


—Vaya, muy bien —respondió Lex, sin soltarse. Sentía cómo sus manos luchaban en una guerra silenciosa—. Tengo ganas de contarles todo, pero ya sabes, primero debo entregar mis papeles para la reinscripción —sonrió nuevamente—. ¿Qué tal si hoy nos reunimos en el río para ponernos al tanto? —Los huesos crujieron bajo la presión de su apretón—. Nos vemos en unas horas, chicos —dijo finalmente, soltando la mano de Jessica, que quedó roja y posiblemente lastimada. Sacó un par de papeles de su camioneta y corrió hacia la escuela. Al pasar, vio a Zoey y le dedicó una sonrisa.


Zoey


Observé la interacción entre ellos como si no hubieran pasado tres años desde su desaparición. Parecía la misma, aunque su cabello ahora era un poco más largo, cubriendo ligeramente sus orejas. Era incluso más alta que Jessica, y su cabello seguía siendo gris.


—Bueno, al menos su gusto en la ropa mejoró —comenté a Sam—. ¿Qué?! Es la verdad. —Llevaba un abrigo largo, botas militares, pantalones holgados y una camiseta de una banda que no conocía.


—Parece que es más estirada que antes —soltó Nathan.


Lex se separó de su grupo de amigos y caminó hacia nosotros con una sonrisa y la frente en alto.


—¡¿Qué tal, chicos?! —gritó.


Sam la miró de arriba a abajo con una mueca.


—Alch, igual de rarita que siempre.


—¡¿Ey?! —respondió Lex, insegura.


—¿Qué quieres, rarita? —Nathan se puso frente a mí, protegiéndome.


Mi MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora