— ¡Buenos díaaaaaaaas! —aparecía María de forma escandalosa dejando caer su bandeja en la mesa donde Miriam, Kabila, Úrsula y Ágata desayunaban tranquilamente.
— ¡María, carallo! —se sobresaltó Miriam llevando rápidamente una mano a su corazón, que latía desbocado— ¿De verdad fui la única que me asusté? —preguntó sorprendida por la relajación que aún envolvía a las demás, mientras éstas reían sutilmente de la reacción de la gallega— Ya con esto confirmé que estáis todas curadas de espanto.
— Oye, ¿hoy te daban los resultados de lo que sea que te ocurre, no? —se interesó María una vez cesaron las carcajadas en la mesa. Miriam asintió concentrada en su bandeja— Voto por ir en grupo a por Alejandra en cuanto se confirmen las sospechas.
— ¡No! —negó Miriam rápidamente levantando su vista y fijándola al momento en Úrsula, quién se sentaba en esa ocasión frente a ella— No quiero que os involucréis en algo así por mí, y menos con Alejandra. Ya hay demasiada gente metida en esto. —terminó Miriam, girando su rostro hacia el de María, quién se sentaba a su izquierda— ¿Qué carallos te pasó ahora a ti? —preguntó estupefactada al ver algunos rasguños en el rostro de la otra rubia. María siguió comiendo a modo de respuesta ante aquella pregunta— ¿En serio soy la única que no ve esto como algo normal? —preguntó casi ofendida paseando su vista por el rostro de todas sus compañeras.
— No es nada que no sepas, Leona. —respondió María.
— ¿Cómo que no es nada que yo no sepa? —preguntó perdida. Pero su cabeza no tardó muchos más segundos en hacer click. De repente las piezas encajaron solas, entendió ciertos comportamientos o ausencias mejor dicho, y sinceramente no sabía si sentirse enfadada o decepcionada— ¿Mimi volvió a montar las peleas?
— Nunca se cancelaron. —le corrigió María.
— Pero si... —frenó a tiempo de soltar alguna palabra más sin pensar que la llevase a delatarse ante sus compañeras respecto al tema de Mimi— Creía que desde lo de Kabila...
— Pararon, sí, porque de esa manera se quitaban los ojos de encima después de lo de Kab. Pero ya llevan unos días. —informó María, mientras todas las demás escuchaban atentas sus palabras— Esto nunca para, gana dinero quién lo monta, quién apuesta, y quién pelea y gana obviamente también. Además, es entretenimiento para muchas. Es algo que beneficia al noventa por ciento de las que se ven involucradas.
— ¿Llevan por casualidad cuatro días ya? —preguntó Miriam al terminar de hacer unas rápidas cuentas mentalmente.
— Eh... creo que sí. —respondió María llevándose un trozo de tostada, por llamar de alguna forma a aquella rebanada de pan algo dura, a la boca— ¿Por?
— Por nada... —dijo la gallega mostrando indiferencia— Es que creo recordar que escuché algo en las duchas.
— ¿Quiénes están apuntadas? —se interesó Kabila.
— Las de siempre y algunas más supongo, ya sabes... Siempre hay sorpresas. —informó María.
— ¿No estarás tú pensando en volver a meterte ahí? —apuntó la gallega incrédula fijando su mirada en la de la morena, a lo que ésta respondió simplemente con una mirada— O sea, ¿pero tú qué fumas? Es que ni de coña. No sé ni cómo se te pasó por la cabeza después de haberte tirado todo el tiempo que te tiraste en el hospital. ¿Soy yo la loca o qué? —preguntó mirando a las demás.
— Yo soy partícipe de que cada una tome sus propias decisiones y de no influir en ellas, pero deberías pensártelo Kab, o esperar un poco más al menos. En nada seguro que ya abren el gimnasio, entrena un poco antes y... No sé, piensa también en la gente que te queremos. —habló Úrsula con un ápice de preocupación en su voz.