— Ey... —saludó Mimi sorprendida al entrar en su celda y divisar a sus amigas allí— ¿Qué pasa?
— Tenemos que hablar. —empezó Laura.
Podrían llegar a ser ya las dos de la mañana. Mimi venía sola de las duchas y en ese momento tenía entre cero y nada de ganas de tener una charla con sus amigas. La rubia llevaba una semana agotadora, no era tarea fácil mandar en una cárcel, ni cogiéndose esa semana de vacaciones, respecto a los torneos de boxeo, consiguió descansar lo suficiente para recargar su energía.
— Pues hablemos entonces. —dijo con normalidad sentándose en una de sus camas a la vez que soltaba un suspiro.
— Están empezando a haber rumores, jefa. —comentó Mónica, otra de las miembros de su grupo.
— Id al grano por favor. —pidió Mimi cansada.
— Alejandra y las suyas van a venir a pedirte justicia por la nueva. Han conseguido que media cárcel se enterase de que paraste su venganza y bueno... Se están posicionando con ella. —habló sin rodeos Claudia, la otra rubia del grupo algo más musculada que Mimi.
— Bueno, pues que vengan. Sé manejar la situación y estoy tranquila con lo que he hecho. —dijo con una mueca de indiferencia— Es más, vamos a organizar nosotras la reunión. Tras la comida de mañana que vayan todas a la lavandería, y cuando digo todas es todas las presas del módulo, hacedlo saber. —ordenó esto último.
— ¿Qué pasa con la nueva? —preguntó sin tapujos y con una extraña curiosidad, de nuevo Laura.
— Pues que la iban a violar, yo solo lo paré, Laura. Ya sabéis que pienso de ese tipo de venganzas.
— Vale. —pareció estar de acuerdo la morena.
— ¿Algo más? —preguntó comenzando a molestarse por lo que parecían estarla ocultando sus amigas.
— Estás poniendo a la novata en el punto de mira. —soltó Saydi al ver que ninguna de las demás empezaba a hablar— Todas hablan de ella. Ya no ha sido solo una vez, Mimi, han sido dos las veces que le has salvado el culo. Por no hablar de las visitas a enfermería, la gente se da cuenta, y más cuando se trata de ti.
— Por diosssss... Si solo fui una vez a enfermería. —comentaba dejando salir una carcajada cargada de ironía.
— Ya, pero es que eso no es algo que hagas a menudo. Por no decir que nunca lo has hecho, al menos no con alguien que no sea del grupo. Y quieras o no da que hablar.
— Joder, es que me sentía responsable por lo que pasó en el baño. —terminó confesando sorprendiendo algo a sus compañeras— De hecho, no tenía pensado ir más, lo del otro día fue para evitar que se cumplieran las represalias de Alejandra, y además, no creo que tarde mucho más en volver al módulo. Cuando salga de enfermería tendré la conciencia tranquila y ya está, adiós. —habló viendo como todas asentían pareciendo entender su posición— De todas formas mañana cerramos este tema en la lavandería, ¿vale? Estad tranquilas, y gracias por informarme.
— Buenas noches, jefa. —se despidió Mónica, reforzada por sus compañeras. Mimi las sonrió y se despidió con la mano, dejándose caer de espaldas segundos después sobre el colchón.
La que me estás liando, Leona. Dijo para sí misma suspirando y negando con la cabeza.
...
Los días en la cárcel siempre estaban dirigidos por un ambiente pesado, lleno de tensión y frialdad. Y eso era algo a lo que te terminas acostumbrando más pronto que tarde. Pero los días en los que algo iba a acontecer, eran distintos. Esa tensión rebosaba, como si se hubiese acumulado y todo estuviera a punto de estallar, en ese día exactamente se sentía una atmósfera llena de deseo de venganza y Mimi lo notaba en los ojos de las otras presas. Porque ese día fue uno de los pocos en los que se atrevieron a cruzar miradas con ella.
