35 ● Porque jugar con fuego es muy divertido... ●

148 14 1
                                    

Capítulo 35

Mini maratón 1/3



STACY

—¡Buen día a todos! —Romina me interrumpió con su escandalo—. ¿Cómo están mis favoritos? Ay no ¿y esas caras largas? En especial tú querido —dijo sentándose al borde del pupitre y señaló al chico—, tienes cara de no poder ni con tu alma.

—Nada. Ha sido una semana estresante, es todo. —se encogió de hombros fingiendo desinterés.

—Pues adivina qué..., tengo algo muy bueno para ello —la pelirroja sonrió de manera pícara y enarcó ambas cejas.

—Oye ¿No puedes recetarnos otra cosa que no sean fiestas? —propuso Damián en tono de reproche y enseguida desvió su mirada a Stella quien se acercó a nosotros.

—Bueno, en ningún momento mencioné que sería una fiesta. —el rubio y yo enarcamos las cejas ante su respuesta, lo que provoco que la chica pusiera sus ojos en blanco—. Ay ¿Y qué quieres? No hay nada mejor que una buena fiesta para quitar el estrés —se bajó del pupitre y puso sus manos sobre el borde de éste haciendo que sus pechos estuvieran a la vista— aparte, será algo íntimo. No irá demasiada gente ¿Cuál es el miedo?

Damián me echó una mirada y enarcó una ceja. Yo alterné mi vista entre él y Romina.

—¿Qué dices, gruñona? —hizo un ademán con la cabeza— ¿Vamos con esta loquita? Igual así nos distraernos de toda la mierda que andamos en la cabeza y conocemos nuevas personas. —dijo con su vista al frente en un tono, que identifico como ¿reproche?

—No lo sé. Hemos salido muy seguido y Hermione...

—Yo la convenzo —interrumpió Damián—, claro siempre y cuando quieras ir. Yo necesito salir.

Abrí mi boca con la intensión de responder, sin embargo, el maestro de filosofía me interrumpió cuando entro muy sonriente al aula.

—Buen día, chicos, acomódense en sus lugares para que iniciemos las clases, por favor.

Romina me miró y me dedicó un guiño para después marcharse a su lugar. No tenía ni la menor idea si una fiesta era lo mejor, sin embargo, me convencí a mí misma de que tenía todo el derecho de divertirme y, sobre todo, seguir con mi vida.

No pasaron ni cinco minutos desde que la clase empezó, cuando alguien golpeó la puerta un par de veces, el maestro de filosofía se acercó a ésta para abrirla, fue entonces que sentí que tendría un mini infarto, pues mi corazón se alteró de una forma muy peligrosa al instante en que Jackson emergió.

Se adentró al salón tan relajado como solo el maldito podía estar.

—¡Ningún hombre o mujer nacido, cobarde o valiente..., puede eludir su destino! —exclamó con la vista sobre mí, pero de prisa miró al maestro—. Citas de Homero ¿cierto?

Todos, o todas las chicas en el salón rieron y algunas no dejaban de murmurar y suspirar por él. Sheryl me miró con lástima mientras que yo no sabía para donde mirar con exactitud.

—Jackson, muchacho, que gusto verte. —le saludó con gran entusiasmo el profesor.

—Igual, profesor Stevenson.

—Denme un momento, chicos. —nos dijo y salió con el pelinegro del salón mientras se sonreían de oreja a oreja.

Mis nervios habían aumentado a niveles críticos y no sabía qué hacer. No quería una crisis justo ahora.

La Obsesión De Jack  ©  ✓ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora