39 ● Cada acción... ●

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Capítulo 39


JACKSON

Esperé que la pelirroja se fuera de una vez de la casa. No sabía qué tanto era lo que hablaba con su hermano, pero ya me estaba desesperando. Busqué en la guantera de mi camioneta la pistola y revisé si tenía suficientes balas. Al ver que era así la guarde en la parte de atrás entre mis tejanos y mi ropa interior.

Le di una última calada al cigarrillo y después lo tiré al suelo por la ventanilla. Me estaban empezando unas ganas de bajarme y yo mismo subir a la chica dentro de su auto para que se largara de una buena maldita vez.

Repiqueteé mis dedos en el volante y un par de minutos después, la chica —al fin— se despidió de su hermano. Esperé que se alejara con su mercedes-Benz rojo y entonces salí de mi camioneta dispuestos a arreglar cuentas con el chico.

Entré a la casa gracias a que había copiado las llaves. Eso era algo que solía hacer con todos los que me rodeaban y que por supuesto, ellos no sabían. De manera sutil me abrí paso hasta el cuarto del castaño, sin embargo, me detuve a medio camino cuando la música empezó a resonar desde el gimnasio así que me conduje hasta este.

Apoyé mi hombro y me asomé con cuidado, Abner estaba sin camisa y usaba un pantalón deportivo de algodón con unos tenis blancos. Él golpeó un saco de boxeo como si el pobre saco le hubiese hecho algo a su hermana. Admitía que el muy idiota asestaba buenos golpes. Patadas, puñetazos y codazos. Todo en conjunto. Muchas veces habíamos entrenado juntos que ya me sabía cada uno de sus movimientos.

Abrí la puerta del gimnasio y caminé hacia él. La música estaba muy alta y Abner estaba demasiado concentrado en golpear el saco que no se percató del momento en el que me acerqué a él, saqué mi arma y la cargué para apuntar su nuca. El chico se detuvo enseguida mientras su respiración iba rápida por el esfuerzo, a la misma vez, alzó sus manos.

—Haz un solo movimiento y juro por nuestra amistad que una bala traspasara tu cráneo.

—¿Jackson?

Sin perder tiempo, lo golpeé en la cabeza con la cacha del arma y este cayó al piso inconsciente. Suspiré satisfecho y empecé a quitarles las cintas de boxeo para amarrar sus muñecas con ellas.

Lo senté sobre una silla y amarré sus tobillos a las patas del objeto y sus muñecas por detrás del espaldar. Lo rodeaba mientras bebía de una botella de su ron favorito y esperaba que despertara.

Una costra de sangre seca yacía en la nuca del castaño.

Después de un rato más o menos largo, empezó a despertar. Me detuve detrás de él. Se quejó y flexionó su cuello un poco, suspiró y alzó un poco su cabeza para después, reaccionar y alterarse al verse atado a una silla.

—De él, lo esperaba —dije haciendo que el chico pegara un respingo, y caminé hacia una silla que había dejado frente al castaño—, pero de ti..., Abner, de ti no.

Apretó sus dientes e intentó zafarse.

—Mmm —murmuré mientras me empinaba la botella—, siempre he dicho que tienes buen gusto con el alcohol ¿eh? —el castaño me miraba con cierto temor, pero lo disimulaba. Volvió a tratar de soltarse—. Yo que tú no perdería mi tiempo intentándolo. —me puse de pie nuevamente para acercarme a él y empuñé su pelo para obligarlo a alzar su cabeza—, ¿Conoces algunos nudos que practica un boys scout? ¿no?

—Jack...

—Te hice uno de ellos, el más complejos. —Abner frunció el ceño y yo le dedique mi más amplia sonrisa—. ¿Te había contado que nunca estuve en esas mierdas? —lo miré y éste bajó su cabeza mientras negaba—. Pues nunca pude. No es algo que deseaba tampoco, pero..., el punto es que Damián me enseñó varios y déjame decirte que es muy útil. Me ha funcionado contigo y entre más tenses las cuerdas, esta se socarás más...

La Obsesión De Jack  ©  ✓ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora