37 ● El amor es la muerte de la paz mental. ●

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Capítulo 37

Mini maratón 3/3

JACKSON

Tomé una bocanada de aire y conduje a toda prisa.

Stacy creía que yo estaba jugando. Que las cosas que le había dicho eran solo palabras vacías. Había tomado mis sentimientos como nada. Otra vez.

Y ese, ese fue su más grande error.

Era la única persona a la que había llegado a amar, y era la única que me había logrado herir de esa forma tan vil. Stacy me tenía vuelto mierda.

No tenía ni la menor idea de lo que era capaz de hacer. Ni la más remota idea.

Pensé que con lo de las fotos y que mandar a golpear a Guzmán por ella, le había quedado claro que no podía desafiarme, sin embargo, lo hizo.

Fue capaz de meterse con el imbécil de Abner, pensó que no me enteraría, y ese era otro grave error de Stacy; creer que podía hacer las cosas sin que yo supiera nada.

Lo que no sabía Stacy, era que todo lo que ella hacía, o decía, todo llegaba a mis oídos. Absolutamente todo.

Fue Patrick quien me dijo, de hecho, me mostró el video del momento exacto en el que la muy perra se revolcaba con el imbécil de Abner sin importarle que, con eso, me rompería el corazón una vez más.

Me vengaría. Por supuesto. De ambos.

Acelere más por las activas calles de Santa Harkness hasta llegar a la residencia. Al estar muy cerca de su casa, me estacioné a una considerable distancia, sabía que no había llegado ya que no estaba el auto frente a la casa. Caminé sin levantar sospecha para acercarme y con agilidad, ingresé a la propiedad.

Estaba todo en calma, sin embargo, de prisa tuve que esconderme bajo las escaleras ya que una chica de cabello corto y teñido de verde, bajó para dirigirse a la cocina. Por el uniforme deduje que era de servicio.

Desde mi escondite, sondeé el lugar, era una sala de estar algo grande y vi a una señora regordeta que limpiaba el gran ventanal que daba al jardín en la parte izquierda de la casa. Suspiré y con cuidado salí, no le despegué la mirada a la mujer, pero al mismo tiempo observaba que nadie más saliera para así tener vía libre hasta subir a la habitación.

Con éxito lo hice, no me fue difícil dar con la de ella, en su puerta había una foto donde estaban ella y todo su grupito disfrazados. Puse mis ojos en blanco y me adentré al cuarto. Toda la habitación estaba adornada por luces led rosas, me dieron ganas de vomitar brillitos. Había una cama grande, espejo ovalado en una de las puertas de lo que supuse era el closet y la otra puerta era la del baño. El escritorio frente a una ventana. En una de las paredes había unos estantes hexagonales donde había libros y unas figuritas de unos muñecos extraños. Suspiré y caminé hacia la ventana, me incliné y corrí un poco las cortinas.

Con cuidado eché una ojeadita, esta daba a la calle y fue por eso que vi cuando ella llegó. Una sonrisa se dibujó enseguida en mi cara y sin más, cerré las cortinas y me alejé para esconderme entre el closet y la pared.

Esperé un par de minutos. Me parecieron los más largos de toda mi vida hasta que por fin escuché su voz. Me asomé con precaución y vi la puerta abrirse, ella entró y puso el pestillo. Aventó su bolso sobre su cama y marcó un numero en el móvil que de prisa llevó a su oreja.

Pude salir en ese momento, sin embargo, me dio mucha curiosidad lo que haría, así que me aguanté un par de minutos más.

Sheryl caminaba de un lado a otro de su habitación mientras murmuraba algo que, para mí era inentendible, y me permití verla de pie a cabeza. Era muy bella, no lo negaba. Muy sexi, tal vez en otra vida hubiese sido la novia perfecta, no obstante, en esta no la quería a ella.

La Obsesión De Jack  ©  ✓ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora