● El principio del camino hacia el infierno ●

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PRÓLOGO



JACKSON 

Salió de la cama para ponerse sus tejanos mientras sentía la mirada de la hermosa pelirroja sobre él. Dolida. Indignada. Sintiéndose denigrada.

La ignoró y siguió vistiéndose como si nada. Había hecho con ella lo que tenía que hacer y claro, según el chico tenía otras cosas pendientes.

Los incesantes sollozos de la pelirroja hicieron que rodara sus ojos. Y volvió a pensar que la mayoría de veces no entendía qué pasaba con las chicas. Querían estar con él y cuando lo estaban... malo. Jack pensaba que hiciera lo que hiciera nunca las conformaba con nada y eso lo enfurecía porque empezaban a reclamarle y sinceramente... el pelinegro no nació con el don de la paciencia.

Y no es que no las satisfacía en la cama, no. Al contrario, lo buscaban para repetir, era solo que el pelinegro tenía una forma muy... ¿rara? ¿poco usual? Llámenle como sea, pero sacaba su frustración en el sexo y era justo eso, lo que molestaba a las chicas. Las lastimaba.

—No quiero volver a hacer eso, Jackson. —dijo entre sollozos—. Así que es la última vez que me haces hacer algo así, es mejor que no vuelvas...—

—Vamos a aclarar algo, Nena... —la interrumpió Jackson enseguida. Se giró lentamente para enfrentarla y casi rodó sus ojos al ver las lágrimas correr por sus mejillas—. Tu no me ordenas nada ¿Okey? Porque aquí el que da las órdenes, el que dice que se hace y que no, soy yo, así que tú, grábate eso en la cabeza y más te vale que cuando te vuelva a llamar respondas enseguida ¿si, mi amor? Sabes que odio que me hagan esperar.

Se inclinó hacia ella, movió su mano a su rostro, pero la chica se atrevió a abofetear su mano y retrocedió un poco, temiendo que volviera a hacerle daño, la mano del chico quedó extendida. Ella lo miró con enojo, sin embargo, ya fastidiado, Jackson la tomó del cabello y del mentón de manera brusca para acercarla a él, la pelirroja soltó un quejido de dolor.

—No juegues conmigo, Brie —entre dientes le dijo, muy cerca de sus labios—. No quieres verme enojado... eres mía y cuando yo lo quiera vas a estar conmigo las veces, y en la forma que yo pretenda; y se termina cuando yo lo desee ¿si estamos?

La chica lloró y tembló aterrada mientras con una de sus manos, intentaba quitar la del chico de su mentón.

Jackson no entendía por qué las chicas eran sensitivas, tan delicadas. A él le gustaba ser un poco brusco, no las azotaba o algo parecido, no tenía ese fetiche, pero si le gustaba ser brusco en el sexo, o que hicieran algo para él que muchas veces hacían sentir denigradas a las chicas con las que estaba, le encanta hacerlo. Buscaba su satisfacción. Aunque la mayoría solía quejarse y terminaban llorando.

Algunas, como la chica en la cama, pensaban en alejarse de él. No sabiendo que desde que Jack ponía sus ojos sobre ellas, no tenían más opción, no sabía lo que les esperaba con él... de saberlo, huirían lejos. Que se quisieran alejar lo enfurecía demasiado. Muy pocas veces de niño le dijeron que no, no obstante, ella sí lo hizo y juró que nadie más lo haría ¿Cómo es posible que una chica lo hiciera? ¿Cómo fue posible que ella lo hiciera?

Que lo rechazaran, provocaba que una ira incontrolable se apoderara de él.
Físicamente, Jackson Jones era muy atractivo, su cuerpo estaba en muy buenas condiciones y la marca en su cuello, llamaba la atención de las chicas, tal vez era porque nadie creía que fuera una marca sino un tatuaje, pero sí lo era. Y lo extraño de esto, era porque parecían venas resaltadas, negras, que se desplazaban desde la parte de atrás de su oreja hasta la mitad de su cuello.

La Obsesión De Jack  ©  ✓ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora