Estaba perdido en la oscuridad, creyendo que todo en mi vida iba bien hasta que ingresé al ejército, pero era mentira. Siempre estuve perdido, solo que ahora lo sé.
Mi vientre seguía aturdido; había abortado y mi cuerpo no podía recuperarse de tal destrucción. Extrañaba mi pequeña y cómoda habitación. Quería ver a mi tío intentando encender una fogata y a mi tía corriendo los muebles porque no le gustaban las cosas constantes. Quería llorar.
Acaricié mi abdomen y miré con dulzura a Kyungsoo; él había llorado por mi culpa. Tal vez sea por la sensibilidad de su propio embarazo y porque fue el único que me vio en ese estado tan calamitoso. En verdad, en ese momento había explotado en el suelo aferrándome a mi vientre y llorando. El comandante llamó a Kyungsoo y lo obligó a que me ayudara a volver a la habitación. El pobre me acompañó y se desarmó junto a mí.
—Estoy bien. —Sonreí estirando los labios, pero él continuó limpiándose las mejillas—. ¿Qué cocinaste hoy?
—No sé qué cocinar, todo me da nauseas y detesto la comida que me gustaba antes... —Guardó silencio.
—No me molesta que hables de tu bebé.
—Yo no creo que sea un buen momento.
—Siempre es un buen momento para hablar de un bebé que es esperado con mucho amor. —Kyungsoo arrugó su nariz.
—Es un...
—Nada de malos sentimientos durante el embarazo. —Sonreí con tristeza—. Tu mayor problema debería ser el hecho de que tu esposo no elija un mal nombre para el niño o niña.
—No va a elegir el nombre. —Se acostó junto a mi—. Tengo miedo de que se le ocurra algo espantoso.
—Tal vez te guste. —Cerré los ojos porque aún tenía un poco de fiebre.
—¿Te golpeó? —Lo observé por un momento y respondí.
—No, solo fue un hecho... un aborto espontáneo, no quiere decir que lo que me pasa a diario no tenga nada que ver, pero es posible que solo haya sucedido solo por que sí. —Kyungsoo miró hacia el techo.
—¿Hubieras tenido a ese bebé? —Esa pregunta me dejó muy aturdido porque para mi ya no era necesario hablar de algo que nunca sucederá.
—No lo sé... supongo que sí, es decir, no tendría otra salida. Un aborto seguro es algo muy difícil de conseguir, incluso en instituciones especializadas. —Crucé mis manos sobre mi vientre—. En situaciones más estables todos pensaríamos con más calma. Además, no tendría un gran futuro a mi lado... eso es lo que pienso.
—El no solía ser así... —Tal vez, pero los hombres pueden elegir su destino y él eligió ese. Prefirió ser el que causaba dolor y parecía estar muy cómodo con ese papel.
—Es detestable. Aunque me ha hecho tanto daño y lo odio, no puedo hacer nada más que llorar.
—Le diste un fuerte golpe en la cabeza esa vez. —Lo miré—. Estaba hecho una furia... No tengo idea de cómo se las arregló para encontrarte.
—Su deseo de venganza. —¿Qué más podía ser? Me había burlado de él utilizando el espacio de la estúpida habitación y su brutalidad—. La próxima vez puede que no sobreviva, después de todo, esto es mucho peor que morir.
—Entonces puede que mi bebé tampoco... —Tomé su mano.
—No es lo mismo, el padre de tu hijo te ama. —Acaricié la palma de su mano con mi pulgar—. Tengo un amigo que es padre... Su esposo y él tienen un trabajo peligroso, pero sé que cuidarán a ese bebé con sus vidas. Es diferente mi caso, el niño o niña ya... ni siquiera llegó a existir y su padre, si así se le puede llamar, es mi verdugo. Nada bueno puede salir de eso.
—Aún así, tengo miedo.
Una hora después Kyungsoo se quedó dormido a mi lado, su respiración era suave. Su embarazo iba muy bien, él estaba radiante. Cubrí su cuerpo con una sábana para que conservara el calor y me quedé observando cómo la naturaleza podía crear algo tan magnífico como la vida.
Los minutos pasaron sobre mis ojos cansados, parpadeé unas cuantas veces para mantenerme. Una gota marrón brotó entre las sábanas, luego otra y otra; con cada una de ellas, el color comenzó a mutar a rojo. Retiré la tela con fuerza y grité al ver el río de sangre que corría por el cuerpo de Kyungsoo.
—¡No! ¡No! —La sangre atravesaba mis manos y se filtraba por mi piel—. ¡No! ¡Dios, no!
El calor estaba desapareciendo, la sangre se volvía fría y seca. La ropa se estaba oscureciendo y no podía detener los temblores en el cuerpo de Kyungsoo. Los ojos se estaban apagando y nadie podía escucharnos, mi garganta estaba seca y afectada por el olor de la sangre.
—¡No! —A veces desearía no saber cuándo un cuerpo es insalvable—. ¡Basta! ¡Ayuda! ¡Kyungsoo! —Tomé su rostro y solo logré mancharlo—. ¡Dios, no!
—¡Sehun! —Me habló con lo ojos cerrados y soltó una última lágrima—. Es hora de despertar.
La almohada estaba húmeda; el rostro del comandante se dejaba ver desde la puerta, las venas de su cuello estaban acentuadas por la presión de su mandíbula.
—Sehun, ¿cómo te sientes? —Me preguntó Kyungsoo—. Estabas temblando y con fiebre. —Colocó una tela húmeda sobre mi frente.
—Tuve un aborto. —Miré al comandante.
ESTÁS LEYENDO
Fuerza de Ataque
RandomQueridos tíos: ¿Cómo están? Espero que muy bien. Como sabrán, hoy se cumplen dos años desde que ingresé al cuerpo de sanidad militar como médico. Recuerdo que prácticamente entraron en crisis cuando se enteraron, pero era algo i...