—¿Por qué no me lo dijiste? —me preguntó Tao.
No se sintió mejor que fuera él, y no Kris, el que me interrogaba con voz de amigo. La herida duele, no importa que remedio uses o qué doctor, sea hombre o mujer, el que te atienda. Me preguntaba si la persona que pensó que un doncel me entendería mejor, que alguien que no lo es, solo por el simple hecho de ser de una condición similar. Yo había atendido a mujeres y donceles embarazados y trataba de calmarlos, aún cuando no podía ponerme en su lugar. No sentía lo mismo que ellos, podía hacerme una idea, pero se comparaba a el sufrimiento en carne propia.
Mis superiores decían que los de una misma clase o género podían identificar mejor los sentimientos. ¿Y si yo no podía entender a otros donceles? ¿Y si tenía prejuicios? ¿Y si odiaba ser doncel? ¿Y si yo había perdido un hijo? ¿Por qué tendría que sonreírle a alguien que tenía lo que a mí se me negó? ¿Por qué yo tenía que sentir empatía por alguien? ¡Nadie me había ayudado cuando estaba preso en aquel lugar! No tenían ningún derecho a juzgarme o a exigirme felicidad.
Me hablarían con dulzura para que llorara y me desahogara, cumplido el ciclo, se olvidarían de mí o esperarían una pronta recuperación y, otra vez, a la base militar. En ese momento, la figura de cualquiera me era detestable. Quería que dejaran de sonreírme como si les importara.
—No quiero hablar de eso. —Se sentía raro estar en el lugar de víctima. Las personas que atendí, ¿pensaban lo mismo que yo? ¿Sentían lo mismo? Estaba avergonzado de mi accionar frente a ellas. Porque en en ese interrogatorio me sentí como un idiota, me hablaban como si fuera uno. Me hablaban despacio como si yo no comprendiera, como si fuera inocente. No caí en las manos de ese psicópata porque era inocente, caí porque no tenía una mente retorcida y cruel. La inocencia es no creer en la maldad, yo creía, pero no estaba listo para enfrentarla. En cambio, él sí estaba listo para atacarme.
—Tenemos que hablar de eso. —Continuó.
—No quiero. —Estaba hartándome—. No hay nada que pueda ayudarme porque eso ya sucedió, quedó en el pasado.
—No lo hizo, no lo hace y lo hará. —Se levantó y caminó por la habitación—. Estabas consumiendo pastillas para dormir, ¿desde cuando?
—Desde que llegué, antes no podía conseguirlas.
—¿Crees que quedó en el pasado? ¿De verdad?
—Solo fueron un par. —Tao se veía demasiado preocupado.
—¿Cuánto tiempo estuviste con los destructores? —Su pregunta me tomó por sorpresa—. Minho va a interrogar a la pareja. Dime la verdad, ¿quiénes son? ¿Cómo llegaste hasta los destructores? ¿Qué sucedió mientras estabas ahí?
—¿Me analizaron? —pregunté mirando hacia el techo y luego a Tao. Él asintió—. Con los resultados de eso será más que suficiente. La marca en mi espalda no es ni la mitad de todo lo que viví.
—¿Quiénes son ellos? —agregó con amargura y con una gota de hostilidad.
—Uno de ellos me ayudó, por eso no perdí completamente la cabeza. Le debo eso. —Acomodé mi cabeza en la almohada y me preparé para dormir.
—¿Sabes de dónde salieron? ¿Son de los nuestros?
—No lo sé —mentí.
—Bueno, Minho averiguará eso. —Abrí mis ojos y conservé la calma; Tao no podía enterarse de nada, no importaba que—. Kyungsoo está embarazado, no puede ponerlo nervioso.
—Minho sabe como hacer su trabajo, Sehun.
—Podrá mal a la pareja, uno de ellos estuvo al borde de la muerte —aclaré—. Es un ambiente complicado, creo que...
—Yo no puedo darle ordenes a Minho, ni siquiera un consejo.
—¿No confían en mi? —pregunté, aunque bastante seguro.
—A decir verdad, sí. —Inclinó su cabeza a un costado—. Tu falta de conciencia y tu deseo de muerte no son cosas que pueden dejarnos tranquilos. Minho cree que trajiste a esas personas sin ser consciente y que estás actuando de forma extraña. —Suspiró—. No es tú culpa, uno comete errores a veces.
—¿Qué hará? —Intenté levantarme.
—La deshonestidad es la enemiga número uno de Minho, no hay nada que odie más.
—Es un doncel embarazado... —No podía gritar, estaba muy débil.
—La fuerza está sobre valorada, la debilidad es la mejor máscara del poder. —Sonrió—. ¿No es verdad, doctor Oh? Es el único en sobrevivir en su base, desaparece y vuelve con dos sujetos desconocidos. ¿Qué quiere que pensemos de eso?
—No soy un traidor.
—No, usted no quiere ser un traidor. Usted está siendo bueno con gente que no conoce. —Me apuntó—. Todos tenemos miedo, Sehun, por eso no estamos dispuestos a ceder por nada. —La medalla con las iniciales de su hija cruzó con el corte en v de su saco.
—Kyungsoo nunca lastimaría a una persona.
—¿Y su compañero? ¿Qué seguridad tenemos sobre él?
—Se irán si los presionan.
—Bien, que se vayan.
—Están heridos, nosotros...
—No podemos arriesgar a los nuestros por ellos. —Se levantó.
—Son mi responsabilidad.
—Descansa, lo necesitas, Sehun.
—No necesito nada de esto.
—¿Pero sí un par de drogas? —Sacudió su mano—. Eres un problema sin control, necesitas ayuda.
—¡Te lo diré todo! —Se detuvo en la puerta. Su postura era dubitativa, ¿en verdad no confiaban en mi?
—Yo haré las preguntas. —Asentí—. ¿Qué sucedió esa noche?
—Nos encerraron en el cuarto de pánico, la mitad quedó afuera para cuidar la base... Al amanecer, todos estaban muertos. —titubeé—. Había dos espías entre nosotros, uno de ellos fue el que cuadro el ataque. Estaba asustado...
—¿Qué pasó?
—Los maté, por la espalda como un cobarde. —Temblé ante el recuerdo—. Caí en un poso y fui secuestrado por los destructores. Él capitán del lugar me tomó como... intenté escapar, pero fue inútil. —Apretré mis puños—. Kyunsoo me ayudó a seguir cuerdo.
—¿Son del ejército de los destructores?
—No —respondí apresuradamente y la expresión de Tao cambió. En un microsegundo sus manos rodearon mi cuello.
—No me mientas, Sehun. Recuerda que esta es la única oportunidad que tendrás. —Era imposible culparlo, él tenía mucho porque luchar; una bebé estaba esperando por él. Los espías jamás pueden retirarse.
—No miento, Kyungsoo era miembro de otra nación.
—Entonces, traicionó a otros para servir a los destructores.
—No, para él todo lo que importa es su bebé y su pareja... las naciones le importan muy poco.
—¿Kim era un soldado? —Me soltó.
—Sí. Aún lo es.
—Entonces, es el enemigo y ese, Kyungsoo, también.
—No puedes decir eso, tú sabes lo que es luchar por un hijo.
—Sí, lo sé. —Su sonrisa se volvió comprensiva—. Tú también lo sabrás, cuando tengas a tú bebé lo comprenderás todo.
—No... —Sonreí—. Nunca voy a tener uno... —Quería golpearlo, a él y a cualquiera que estuviera cerca.
—Bueno, las mentiras no llegan muy lejos. —Me miró—. Estás embarazado, Sehun. Hay una vida dentro de ti, ¿qué es más importante, tu hijo o esas personas que conociste afuera? ¿Quién te causó tanto daño? ¿Quién los lastimó a ambos? ¿Quién es el culpable de todo? ¿A quién debes destruir para protegerlo? Tú decides.
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Fuerza de Ataque
RandomQueridos tíos: ¿Cómo están? Espero que muy bien. Como sabrán, hoy se cumplen dos años desde que ingresé al cuerpo de sanidad militar como médico. Recuerdo que prácticamente entraron en crisis cuando se enteraron, pero era algo i...