—Estás muy tranquilo hoy, ¿pasó algo interesante y no me enteré? —Arregló su bata y esperó.
—No, nada... estoy cansado.
—Es el embarazo; tu caso no es riesgoso, pero pudo serlo. El segundo trimestre suele ser el mejor, o eso decían. —Suspiró.—. Tal vez, debes hablar con Kyungsoo.
—No quiero molestar.
—¿El cansancio te ha pegado muy fuerte? —Sonrió—. ¿Deberíamos cuidarte más? —Asentí lentamente; crearle una sensación de poder era la única herramienta que tenía.
—¿Puedo... —susurré—.
—¿Sí? —Miró al techo.
—¿Puedo salir? —Sus palmas golpearon dos veces sus rodillas y las apretaron.
—Bueno; sabía que sería una excelente idea. Necesitas un poco de aire fresco. Él bebé, también.
Los pasillos eran más sofocantes que antes; mi pecho subía y bajaba como si estuviera listo para morir. ¿Cuánto deseaba encontrar algo de su fuerza en ese cascarón? ¿Cómo había terminado en ese lugar? Estaba ahí, conmigo.
—¿Aquí? —Me preguntó Kai.
—Sí, gracias. —En el mismo lugar; esperándolo.
Burbujas se acumulaban en mis pies, y me temblaban las pupilas como si estuviera a punto de llorar. ¿Qué es lo que esperaba de él?
—Es el único que puede hacerme sentir que todo esto no fue un sueño. —Enfoqué mis ojos en todas esas puertas y busqué, entre cientos, los rasgos que tanto terror me habían provocado. Las imágenes similares se veían con nitidez antes de cambiar a otro hombre que fuera, aún más, parecido a él. Iba a volverme loco si no lo encontraba, ¿por qué?
Un grupo cruzó frente a la banca, cuando todos pasaron, él apareció con la misma expresión física y facial de la vez anterior. Sus ojos estaban inclinados hacia el suelo y su cabello desordenado, algo tan extraño en el comandante que había conocido. El tipo de hombre que jamás bajaría la cabeza.
—Chanyeol... —Esa imagen devastada no le quedaba. Mis brazos movieron las ruedas; mis ojos no se despegaban de él; estaba tan cerca; mis pies desnudos chocaron con sus zapatillas. Su reacción pasó en cámara lenta: su mano derecha se cerró sobre el reposabrazos y me acercó, aún más, a la banca—. Hola... É—l no respondió, solo se quedó allí, con el puño cerrado sobre el cilindro de metal. Sus labios se movían, pero ningún sonido escapaba de ellos.
El tiempo pasó; estábamos allí, solo allí. Ninguno de los dos hizo nada más, como si estuviéramos velando a alguien o algo. No sentíamos el viento, no cruzaba entre nosotros. Mis ojos se cerraban, sentía que podía dormir tranquilo y esperar el amanecer en ese jardín. Pero, él me soltó, se levantó y caminó, con sus brazos cruzados detrás de su espalda, hasta una de las puertas que ahora empezaba a odiar.
—El bebé está en perfecto estado. —Guardó el folio dentro de un armario—. Estás distraído, ¿el embarazo no te trata bien?
—Estoy bien.
—Decadente. ¿Piensas dejarme cosas buenas para decirle a tu hijo? —Suspiró y giró su silla—. Porque, con lo del padre, tus intentos de suicidio y, otras cosas... no me dejas nada bueno. No voy a inventarle una vida; algo de verdad debe haber o todo se vendrá abajo.
—Creí que podías sostenerlo todo con mentiras.
—Las mentiras, buenas o malas, no soy elementos de construcción muy seguros. Si no tengo una buena base, no podré crear nada. Las mentiras se hacen en con la verdad. A veces, escondes la verdad bajo un hilo débil y, otra veces, la contradices completamente.
—Yo no sé mentir.
—¿De verdad? —Sonrió—. Recuerdo que eso lo dijiste el día que intentaste ingresar a dos extranjeros a nuestra base. Debo felicitarte por tu elección.
Si el sabía que solo deseaba salir al jardín. ¿Chanyeol me recordaría? ¿Sabría que alguna vez fue el terror de más de una nación? ¿Se habría perdido para siempre?
—¿Qué puedo hacer?
—¿Por el bebé? —Me asusté por la respuesta; mis pensamientos habían salido a la voz—. Tomalo con calma. Yo también debo calmarme un poco...
Cerré los ojos y busqué el sueño, aún con la voz de Lay rodeando la habitación.
—Te lo dije; voy a seguirte porque eres mío. Puedes desear el cielo, pero tu lugar es junto a mi en el infierno.
Kai me despertó. La lluvia no dejaba de caer, el techo resentía los golpes recurrentes sobre la chapa; todos estaban inquietos. Kyungsoo me recibió con su pequeño y comimos algunos bocadillos; Kai se llevó un par de veces a su hijo, decía que quería mostrarle el lugar para que no se sintiera encerrado.
—¿Es la segunda vez que sale? —Kyungsoo asintió.
—Sí, ha estado raro estos días. Todos los sonidos de aquí le causan molestia. —Revolvió el azúcar en el té—. El otro día me dijo que algo no le gusta, está muy pegado al bebé y siempre sale a dar paseos.
—Ya veo... —¿Kai está?— ¿Cómo te sientes Kyung?
—Bien... —Me respondió algo confundido—. ¿Kai ya regresó?
—Salió hace unos segundos —dije.
—¿Sabes cuándo regresará?
—Kyung... —Una serie de números comenzaron a escucharse por los parlantes—. ¿Qué es eso?
—Minho; Kai dice que se pone a contar las cartas con el micrófono encendido. —Sacudió su mano despreocupadamente—. Debería ponerle un micrófono a Kai para saber en dónde está. ¿Sabes si ya regresó?
—Kyung, tú... —La lluvia se volvió más copiosa y no dejaba lugar a otro sonido. Me levanté lentamente y salí al corredor; las nubes también oscurecieron el interior del edificio; en una esquina, frente a una ventana, estaba Kai. En comandante acunaba en sus brazos al pequeño y susurraba cosas, pero sus ojos no se despegaban del vidrio.
Desde esa ventana pude ver y saber lo que corría por la mente de ese hombre. En esa perspectiva podía verse el amplio territorio que abarcaba la ciudad de los SUBS, la fortaleza y la enorme muralla que nos condenaba a morir en el encierro.
No me sentía protegido; me sentía enajenado.
—Será imposible —le dije y me perdí en ese gigante de concreto y metal.
—Tiene que haber una salida...
—¿Qué le sucede a Minho? —Tenía mis sospechas, pero necesitaba una afirmación.
—Colapsará, muy pronto. —Acomodó la cabeza del bebé sobre su pecho—. La droga está perdiendo su efecto en él.
—No debe explotar.
—Lo hará...
—No debe hacerlo.
—No estoy preparado para detenerlo.
—¿Lay lo sabe? —Suspiró.
—Por ahora lo ha ignorado.
—Minho... ¿era tu comandante? —Me miró.
—Era el segundo en la jerarquía de mando, cuando desapareció, los Destructores sufrieron un gran golpe.
—Minho no debe darle una razón para estar en alerta a Lay.
—¿Qué haremos? —Sujetó a su hijo y miró hacia la habitación que compartía con Kyungsoo.
—Seguir con esto... veré a Minho y lo ayudaré. —Se rio.
—Ese psicótico te tiene más vigilado que a mi.
—Necesito que me ayudes...
—¿Con qué? —Atinó a volver al cuarto y lo seguí.
—Chanyeol... El comandante Park está aquí. —Sus pasos se detuvieron.
ESTÁS LEYENDO
Fuerza de Ataque
RandomQueridos tíos: ¿Cómo están? Espero que muy bien. Como sabrán, hoy se cumplen dos años desde que ingresé al cuerpo de sanidad militar como médico. Recuerdo que prácticamente entraron en crisis cuando se enteraron, pero era algo i...