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—Esto es imposible.

—¡Suéltame! ¡Suéltame!

—Lo entenderás cuando todo se calme. —Su rostro estaba desfigurado por el golpe que le había dado Chanyeol cuando intentó separarnos.

—¡Se va a desangrar! —grité.

—Es lo mejor... ¡Que se muera! ¡Nunca debí traerlo! ¡Fue un estúpido error! —Me sacudió dentro de una celda. —Saldrás de aquí cuando entres en razón.

—¡No!

De alguna forma me sentía estafado por la debilidad de Chanyeol, y tanto que decía ser mi dueño. ¿Cómo no vio venir el golpe que abriría nuevamente la herida en su cuello? No, no lo vio. Y, para colmo, dejó de una basura como Lay me arrastrara por el pasillo entre insultos y sangre, sangre que brotaba de su boca por el golpe de una fiera en convulsión.

—Los tratos no se rompen, Lay —escupí con rabia—. ¡Me dijiste que él era mío!

—No es un trato justo si te veo perder la cabeza. —Me arrojó contra la pared—. Ahora él creerá que tiene un poder... ¡No lo tiene! ¡No tiene nada! Me dije que si conseguía tu calma, con él, podrías tener una vida tranquila. ¡Era una oportunidad para tu bebé!

—¡Me importa una mierda el bebé! —grité—. Se morirá conmigo de todas formas. —Arrancó una vara de madera de una cama y comenzó a golpearme con ella hasta que no pude ver con claridad.

—¡¿Tanto quieres morir?! —Arrojó la madera contra una ventana. Tal vez por los gritos, Taemin llegó corriendo y se agachó junto a mi.

—¿Qué haces? —Lay no le respondió, solo pateó una puerta y salió por allí—. Sehun... —Intenté levantarme pero mis manos no sentían nada—. Detente, estás sangrando... ¡Minho! ¡Kai!

—Taemin... necesito que me lleves...

—Está bien, ya vienen.

—No... necesito que me lleves a... una habitación... Por favor... —le supliqué.

—Le diré a Minho... —A un costado escuché la respiración acelerada de Kyungsoo; no tenían que dejar que el viera eso.

—Esta fuera de control...

—¿Tú crees? —le dijo Minho—. Si hay algo que carece de control en este lugar es él.

—Tiene astillas en las heridas. —Lo escuché y lo sentí—.  Terminé. —La pinza de metal repiqueteó en la bandeja de acero.

—Ve a lavarte; el que sigue no es tan tranquilo, aunque, eso puedo arreglarlo.

—No, yo me haré cargo.

—¿Mi otro yo te dejaba hacer lo que sea? —Interrogó—. Antes no me contestabas así.

—Antes... —Se separó de él y caminó hasta la otra camilla—. ¿Cómo estaba?

—Como cuerpo de víbora sin cabeza, revolcándose en su miseria. —Sacudió su uniforme, en ese momento, carente de escudos y símbolos.

—¿Cómo sobrevivió?

—Te sorprenderías... —acotó—. Fuimos entrenados para luchar. No acostumbramos una vida al encierro y meditación como otros, nosotros luchamos para nacer, para formarnos y para sobrevivir.

—Siempre me pregunté si tenían alguna especie de lema, pero me sonaba aburrido y no quise preguntar.

—Estás un poco insolente; ¿fui amoroso mientras estaba drogado?

—Casi te pido el divorcio de lo aburrido que eras. —El comandante frunció el seño—. Ahora que volviste... sostenlo, porque va a saltar —dijo apenas, y el cuerpo de Chanyeol se sacudió sobre la mesa. Mis ojos buscaron y reconocieron su mano cerrándose sobre uno de los extremos de la camilla. 

—Chanyeol... —La presión en sus dedos aumentó; yo estaba muy cansado, tranquilo, sin pensar demasiado.

—Kyungsoo fue a buscar a mis hijos, —me dijo Taemin— Kai encontró una forma de traerlos a escondidas de Lay. Minho no quiso acompañarlos, —sonrió— creo que les tiene miedo. —Quise corresponder su animo, pero me dolían muchas cosas y me enojaba que lo hicieran.

—Se encerró... —Escuché la voz de Kai—. Está encerrado; esto puede ser malo.

—¿Ya colapsó? —Interrumpió Minho.

—No lo sé, ¿tal vez tenga que ver con Sehun y él? —dijo mirando a Chanyeol—. Obviamente no estaba preparado para ciertas cosas.

—Es un bastardo que está consciente de su final.

Puede que Lay lo supiera o, podría decirse que no estaba conforme con lo que había hecho, para él había mucho más en el futuro. Quería el futuro, pero estaba tratando de revivir el pasado; nunca obtendría el perdón, como todos los seres humanos moriría de alguna forma y no salvaría del dolor a nadie. Era momento de que fuera consciente; consciente de que no era un dios.

Caminaba hacia atrás porque eso fue lo que hizo el día que él murió. Cuando vio el cuerpo, aún tibio y con el pecho palpitante, respirando sangre, y lo escuchó:

—Lay, cariño... vuelve a casa.

Retrocedió por el pasillo hasta su habitación y, allí, se encerró hasta el amanecer. Por la mañana volvió por el pasillo, limpio e inmaculado; cumplió con su horario y regresó hasta su hogar para esperar a su esposo. Él llegaría a las doce y saldrían a caminar, escucharía sus quejas y volverían.

Nada había sido suficiente. El poder que le dio la droga solo sirvió para que la herida le doliera más, ¿por qué no se había detenido? ¡Él estaría vivo!

Toda la saña con la que se vengó de sus asesinos no lograron calmarlo, sus esposas moribundas, sus hijos, sus gritos... todo se esfumaba, nada lo consolaba cuando llegaba las doce y él no volvía.

Jamás lo persiguieron porque Suho, una vez descubierto,  se había adjudicado toda la culpa y había escondido sus notas. Pero Lay no estaba conforme con su futuro. Nunca lo estaría; no cuando se dio cuenta de que lo necesitaba a él.

Sonrió a la foto que lo miraba desde la oscuridad y salió de su escondite. Ya no había una razón. Tomó el arma que estaba en el cajón y caminó hasta el pasillo.

—¡Kyungsoo! —Kai llegó hasta nosotros con su hijo en brazos y los niños de Taemin  a sus costados—. ¿Dónde está?

—Tranquilo, Kai... ¿estaba contigo?

—No...

Todos los pensamientos callaron cuando una explosión siguió a otra y otra. Kai salió corriendo y Taemin se aferró a sus hijos y al bebé; yo me levanté entre quejidos y caminé con paso zombie hasta ellos, me habían guiado el olor a pólvora y los gritos de Kyungsoo. Justo delante de mi, Minho sostenía con cansancio una escopeta y, del otro lado, estaba el cuerpo de Lay, incrustado a la pared del pasillo por las balas y la mirada del comandante.

Kai cruzó a mi lado cargando a su pareja; Choi sacudió el arma y me señaló el rostro de Lay, estaba sonriendo, con los brazos extendidos y con una mirada soñadora.

Fuerza de AtaqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora