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Las lágrimas salían de mis ojos ya por tercera vez en el día que lloraba, los gruesos dedos del canoso juntaban nuestros rostros con fuerza, aunque el pecho del canoso estaba apoyado en mi desnuda espalda. Un beso brusco que me quitaba el aire mientras el hombre que estaba detras de mí me penetraba con fuerza.

Había ojos viéndonos, hombres completamente de negros con una máscara blanca que cubría la parte superior de su cara. Miraban cada detalle de lo que pasaba, el canoso que era el único sin mascara con sus manos tobaba mi cara dándole un brusco acceso a mi boca. Una última estocada llena de dolor deja al canoso exhausto mientras soltaba su liquido dentro de mí con suaves y profundas penetraciones.

Salió de mí y mis piernas perdieron su fuerza, la noche había sido la peor de todas las que había pasado en ese infierno. Las lágrimas salían mientras nuevas marcas en mi piel se hacían visibles, al comienzo me desvistieron todos a la fuerza desgarrando la ropa entre todos y con una mirada asquerosa recorrían mi cuerpo desnudo.

Luego el canoso tras invitar a los demás a tocarme finalizo por penetrarme bruscamente mientras los demás solo observaban y se masturbaban. Me aferraba la idea de la espera del pelinegro, pero ya había olvidado la última vez que sus ojos conectaron con los míos.

Aunque mi mente cada cinco segundos pasaba la idea del suicido, mi corazón me hacía retractarme y esperar al pelinegro. Sus palabras me mantenían de pie, pero los abusos de aquellos hombres me empujaban llenando mi mente de desesperación. Mi mirada se había vuelto fría, y mis palmas tenían ciertos cortes que mis uñas hacían cuando apretaba con fuerza intentando aguantar el dolor.

Ya no aguantaba, no podía seguir, los hombres todos tras darse la mano se fueron dejándonos solo al canoso y a mí en la habitación, me aferraba como podía al escritorio para no caer al piso, sintiendo su fuerte golpe en mi trasero que me hizo respingar del dolor. La puerta se cerraba tras nosotros, sus manos apretaban mis hombreo con fuerza y clavaba sus uñas en un intento de dejar nuevas marcas.

Si vas a torturarme así.... ¿Por qué no me matas? ¿por qué disfrutas viéndome sufrir así? No había respuesta que no me hicieran llegar a llorar, lagrimas ¿llegara el momento en el que no me queden lagrimas para llorar? Me preguntaba mientras que sus manos llegaban a mi cintura. Suplicara que se fuera, que perdiera el interés y saliera por la misma puerta por la que se habían ido los demás ¿Acaso alguien escuchara mis suplicas interna?

Apretaba con fuerza mi mandíbula haciendo que mis mejillas dolieran mientras que el mayor con su cara entre mi trasero, mordía y palmeaba con fuerza. Hasta que freno, limpio su boca con la manga de su fino traje y salió de la habitación.

_Nos vemos, pequeño -soltó cerrando la puerta y dejándome solo en la habitación.

El sobre nombre me hacía odiarlo más que nunca ¿Por qué yo? Era algo que me preguntaba al menos cinco veces al día ¿Que tenía yo? ¿Que había echo yo? Nunca me deje de preguntar eso, me enderece como pude intentando no perder el equilibró mientras tomaba mi ropa que estaba desgarrada en el suelo. Tome distintas partes de mi ropa ahí en el suelo mientras intentaba no caer de cara al suelo.

La tomo, la miro con nostalgia y caminando abro la puerta para irme a la única habitación donde me sentía más o menos seguro, en aquella habitación donde no me había pasado realmente nada malo. La idea de la próxima posible llegada del pelinegro se alejaba de mi mientras daba pasos pequeños hacia mi habitación, caminaba como podía por los pasillos donde la gente me miraba por ir desnudo.

¿Cuándo fue la última vez que vi a jeon, habían pasado días, semanas o meses? Me preguntaba mientras miraba hacia el frente ignorando a todos.

Nadie intentaba nada, solo me veían caminar hablando entre murmureos que no llegaba a entender. Cada paso dolía más que el anterior hasta llegar a mi habitación, abro y al entrar cierro con llave debido al miedo de que alguien intentara entrar a la fuerza y yo no pudiera detenerlo. Camine hasta el baño desganado y me tire en la tina dándome un fuerte golpe en el codo haciendo que un doloroso espasmo recorriera por todo mi brazo.

Grite para mí mismo mientras me sobaba el brazo intentando calmar así el dolor que con el pasar del tiempo iba cediendo y desapareciendo por completo, me acomode lentamente y como pude estire mi brazo para comenzar a llenar la bañera. El agua fría y luego la caliente, consiguiendo esa perfecta estabilidad me quede completamente quieto en el agua, la tibia agua calmaba ciertos dolores como también empeoraba otros como los arañazos que ardían un poco, pero eran más tolerables.

Dejo que la tranquilidad y mi mente me lleven a un mundo totalmente distinto, uno en el que fuera feliz, uno en el que trabajara para visitar diferentes lugares, un mundo en el que mi corazón lata con fuerzas y calidez al ver los ojos de esa persona especial que a la cual su imaginación no le ponía cara. Un suspiro fue sacado por mi imaginación, la idea de la vida perfecta era algo que solo podía imaginar con ilusión.

Mi imaginación era algo que el canoso jamás podría controlar, pero un fuerte golpe a la puerta lo hizo despertar y salir de su mundo de fantasía. Mire a la puerta del baño que estaba cerra y no se escuchó ningún otro ruido que llamara mi atención.

Abrase mis piernas colocándome en posición fetal en aquella bañera de agua, miraba con desconfianza imaginando el peor de los escenarios ¿vienen a por mí? ¿no quedaron satisfechos aquella docena de hombres tras manosearme? Me quede quieto unos segundos más con el cuerpo tenso esperando algún tipo de señal hasta que golpean la puerta del baño. Doy un pequeño salto en mi lugar sorprendiéndome por el golpe cubriendo mi cabeza con ambos brazos. No se escuchaba nada más así que lavando mi pelo y mi cuerpo, me enjuago con el agua que saque de la bañera.

Me salgo de la bañera y tras levantarme me acerco a el estante para agarrar una bata color rosa pastel, la tome y me envolví en ella dejando mis pelos húmedos. Con miedo toque la puerta imaginando que sería lo peor que podría encontrar ahí ¿Alguien había entrado a la fuerza? Recordaba levemente haber cerrado bien la puerta con llave. Respiro sutilmente y le saco el seguro a la puerta del baño abriéndola lentamente asomando mi vista para ver si se encontraba alguien ahí, pero resulta que no había nadie, trago con dificultad y salgo desconfiado del baño.

El vapor echo por el agua caliente salía detrás de mi mientras me paseaba por la habitación, voy directo al armario y me fijo en que tenía que ponerme. Tomo lo primero que encuentre como ya se me hacía costumbre y estando ahí sin sacarme la bata de baño me coloco la ropa por encima, para luego quitármela y ya estar vestido.

La cama estaba tendida, habían cambiado las mantas y las fundas de las almohadas, yo no tenía alguna relación con el servicio de limpieza o algo, las únicas personas con las que había tenido una conversación era el pelinegro y el canoso. Negué con la cabeza sacando las ideas de mi cabeza, no quería pensar en nada por el momento. Me acuesto de forma lenta en la cama y cierro los ojos apoyando mi cabeza en la almohada tan suave.

Cerré mis ojos y dándome vuelta rompí en un llanto, lagrimas silenciosas caían por mis mejillas hasta llegar a la suave almohada, dolían mientras intentaba frenarlas apretando mis ojos con fuerza. Me sentía tan débil y vulnerable por la situación, cada vez mi frágil esperanza se iba agotando. Sentía que mi corazón se iba achicando y que mis ojos perdían su brillo con cada acción que daba el canoso, cada vez que sus manos me tocaban, cada marca que dejaba en mi cuerpo recordándome que no tenía más opciones.

¿Pero realmente era así?

¿Acaso el pelinegro no volvería?

Me aferraba a esa idea, aunque no fuera cierta me engañaba a mí mismo, la idea de que vinieran a rescatarme me daba un poco de esperanzas para seguir. Me daban el pequeño impulso que necesitaba para seguir caminando estando destrozado. ¿Un futuro lejos de la mansión era posible? ¿Incluso para alguien como yo? Me sentía sucio, usado y maltratado ¿Acaso lo estaba? ¿alguien aceptaría a una persona tan rota como yo? Con un dolor en el pecho seguía mi rumbo en lo que creía que era el camino de la vida, me sentía solo y desesperado. Asqueado y a la vez aturdido, solo quería salir de ese lugar que me mantenía prisionero.

Y tanto la idea del suicido como la de salir de ahí con ayuda estaban igualadas.

¡Solo Un Ciervo! -KookMin +18-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora