Halle, Sajonia-Anhalt, Alemania 1939.
Giánni no tenía problema con cumplir las demás reglas, pero que le dijera eso hizo que se disgustaba, no le hacía daño a nadie. Se sintió ofendido, no le gustaba esconder quien era.
— ¿No escuchaste? –el señor le extendió un delantal blanco, Giánni lo tomo y solo asintió. –te enseñaré donde trabajaras.
Después de quitar su kipá, camino detrás de su jefe. Algo incómodo por la forma en la que lo trato sin si quiera conocerlo, se colocó el delantal y llegaron a la cocina. Le asigno un lugar en específico en la barra principal, serviría el desayuno de los alumnos. Le pidieron ayuda para acomodar los ingredientes correspondientes y ordenar un par de cazuelas. Ninguno de los que estaban ahí, no emitía sonido alguno. Parecían simplemente extraños entre ellos. Mientas más pasaba el tiempo, menos comprendía el comportamiento de todo mundo, y más entendía porque el conocer a Agatha fue distinto. Entendía cada vez más que ella era distinta, una en un millón. Aunque sus ojos se cerraran a decirle la verdad de que podía ser dulce y no solo la chica seria que muestra.
El evidente cambio y desprecio de la sociedad que tenía con los judíos era cada vez más notoria. Se peguntó si podría vivir tranquilo con sus padres, quienes no tenían culpa de nada. Así como todos los que eran marginados por creer en algo. Tenía tantas cosas que quería hacerle entender al mundo, nadie merecía ser juzgado por cosas tan simples.
—Los chicos ya salieron al receso, cada uno ya sabe que hacer – dijo el jefe, cada uno de los chicos se acercaron a sus áreas de trabajo y bajaron la mirada. Imitó sus acciones y escucho abrirse la gran puerta de la cafetería, muchas personas se hicieron presente, en su gran mayoría hombres. Algunos tomaron asiento en las mesas largas mientras que otros hacían fila frente a la barra de metal para que les sirvieran de comer. Giánni era el último en la fila para servir, así que examino los comportamientos de sus compañeros para imitarlos al 100%, no quería cometer un error.
Escuchaba los peores comentarios, desde el mínimo hasta el más denigrante, e incluso fue testigo de cómo molestaban físicamente a uno de sus compañeros, pero no podía hacer nada. Eso lo llenaba de impotencia, era cruel que se comportaran así y más en una Universidad de ese prestigio, sí algo tenía claro era que, el poder no te da derecho a creerte superior. Siguió con su trabajo hasta que pudo ver el cuerpo de una mujer que se mantenía frente a él. Su decisión estaba entre levantar la mirada y ver quien era o solo esperar que se retirara, pero la segunda opción no sucedió. Elevo la mirada para encontrarse con esos ojos marrones, tenía la mirada neutra esperando que él reaccionara. No tenía nada de malo que lo veía trabajar, pero no la quería meter en problemas por conocer a un judío, ya había comprobado que tan crueles podían ser sus compañeros, así que en cuanto la vio, bajo la mirada.
— ¿Todo bien, Agatha? –un chico desconocido para Giánni le pregunto a la chica, quien aún no se movía.
— ¿No piensas moverte, Neumann? –al parecer eran sus compañeros de clase, pero le molesto el tono que uso con ella. Es una dama y por ende merecía respeto. No podían hablarle así, o por lo menos, Giánni lo creía así.
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||Refugiados|| [TERMINADA]
Novela Juvenil1939. - ¿Por qué a nosotros? ¿Qué le hicimos al mundo? - Me temo que el mundo así funciona, principessa. Sí, así funciona. Te conviertes en la presa de aquellos que escriben la historia a su beneficio. Un soldado no elegido, obligado. Alemanes vs. J...