Wannsee, Berlín, Alemania, septiembre 1939.
Durante 5 meses, Giánni y Agatha se vieron todos los días sin falta en la estación de tren; en el tercer vagón. Cada día estaban más seguros de qué era lo que querían y el hecho de separarse no estaba presente. También, Giánni se negó a decirle el significado de la frase de aquel día, aunque le comenzó a enseñar el italiano, lo único que consiguió traducir fue "eres el mío".
Ese día habían planeado que Agatha conociera a los padres de él, cosa que la puso nerviosa. Desde que se encontraron en la estación del tren, un vuelco en el estómago la atormentaba.
—No debes estar nerviosa.
— ¿Y si no les agrado? –mientras caminaba, jugaba con su falda color beige. O se tocaba el cabello, había decidido llevarlo suelto.
— ¿Y sí les agradas? No te sugestiones
—De verdad, jugaremos a las preguntas ahora –hizo una mueca
— ¿Y sí así se te quitan los nervios?
Pero solo aumentaron al darse cuenta que ya estaban cerca de llegar, debían seguir el camino dentro del bosque. Tomo aire y comenzó a caminar. Observó el lugar, era muy callado y pacífico, muy tranquilo. Tenía matorrales grandes a la orilla de los árboles, tan altos que desde abajo parecía que rozaban el cielo. Mientras admiraba la naturaleza que tenía frente a ella, sintió como la mano de alguien rozaba con la suya. Pero no fue solo un momento, Giánni la había tomado de la mano.
— ¿Puedo?
—Podemos –y ella entrelazo sus dedos.
Para ellos, la ley no escrita que dice que los hombres siempre deben tener la iniciativa y dar el primer paso, o existía. Mantenían la mentalidad de que quien lo hiciera primero sería porque siente que es tiempo necesario y ese, era el momento. Y así, tomados de la mano caminaron hasta llegar a la entrada de la casa. Ella volvió a respirar hondo y le dedico una sonrisa de lado.
— Mi familia, no es de dinero. Jamás lo oculte. –sonaba algo triste, como si estuviera mal.
—Giánni, mírame.
Y la miró. Supo con sus ojos, que no importaba. Las cosas materiales vienen y van, no son permanentes.
—El tiempo es la distancia más larga entre dos personas y el cielo nos da motivos para sonreír, tú eres el mío.
— ¿Disculpa? –ella no comprendía a que vino esa frase. Tal vez lo había olvidado.
—La frase, del día que te llevaron a la dirección. Eso significa.
Agatha comprendió la verdad de las palabras, no había distancia más larga entre dos corazones que laten a la par, que el tiempo.
Entraron a la casa y los padres de Giánni estaban esperándolos. Se levantaron del sofá y se acercaron a su hijo, lo saludaron y su atención recayó en la chica a su lado.
ESTÁS LEYENDO
||Refugiados|| [TERMINADA]
Ficção Adolescente1939. - ¿Por qué a nosotros? ¿Qué le hicimos al mundo? - Me temo que el mundo así funciona, principessa. Sí, así funciona. Te conviertes en la presa de aquellos que escriben la historia a su beneficio. Un soldado no elegido, obligado. Alemanes vs. J...