𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒐𝒍𝒐 𝟐𝟐

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—Bueno, gracias por preguntar

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—Bueno, gracias por preguntar. No quiero que pienses mal de mí. —pausó un momento. — Cuando tenía 15 años mi padre me ingresó a una escuela militar, fui educado para acatar órdenes y seguirlas al pie de la letra. Mi secundaria, preparatoria y universidad fueron así. En alguno de esos años nos hicieron firmar una carta donde decía que si la patria nos necesitaba iríamos sin importar que. —lo miró con resignación. —Yo odio este lugar, odio lo que están haciendo. ¡Los odio a ellos!

—Y-yo... lo lamento...

—Yo no quiero que todos crean que yo estoy aquí por gusto, pero no me dejan irme... Yo quiero estar lejos de Berlín viviendo con Edelina, lejos de las cosas que me intoxicaron durante tantos años.

Cada quien vive una guerra; cada quien lucha por salir adelante.

—Debes salir de aquí —dijo Herman. —No te debes quedar.

—¿Por qué me quieres ayudar? —Giánni no confiaba del todo, pero la posibilidad de regresar con Agatha le removía el corazón.

—Giánni, escúchame —dijo mirándolo. —Vi días y noches donde mi hermana sonreía sin necesidad de fingir que estaba bien; la escuché como comenzaba a creer que la gente mediocre dejaba de existir; la observé enamorarse día con día de ti, de todo lo que hacías por ella, de lo que decías. ¡Incluso la vi practicando italiano frente al espejo para no equivocarse frente a ti! —tomo aire y continúo. —La vi feliz. Y todo por ti, tu compañía, tu estancia, tu simple existir la ponía de buenas. Eres parte de lo que hace alegre a Agatha, ¿no crees que debo cuidar de eso?

Giánni comenzó a llorar. Agatha era muchas cosas; una mujer fuerte sin filtros, adelantada a lo que es el mundo. Él era feliz si ella lo era.

—Déjame ayudarte. Sé que es controversial que un teniente alemán te ofrezca ayuda, pero no soy eso; soy el hermano de tu novia y apuesto que, si por ustedes fuera ya serían esposos, cosa que me convierte en tu cuñado o en tu hermano de ley.

Le extendió la mano sinceramente, Giánni de inmediato la tomo y lo abrazo. Agatha los hacía familia y las familias se cuidan.

—Trataré de ir solo a la revisión de cabaña, no me gusta que me observen. Planearemos bien que hacer, pero debes salir de aquí.

—Gracias Herman, por hacer todo esto. —sonrió un poco.

—Iré a ver si puedo llamar a mi casa, preguntar como esta Agatha y si esta con ellos. —Apretó levemente su hombro. —Cualquier cosa te aviso.

Herman acompañó de regreso a la cabaña a Giánni, como dijo fue a la oficina principal a que le concedieran una llamada a su casa. La consiguió y se sintió feliz, sabría si su hermana estaba bien. Una, dos, tres veces sonó hasta que alguien respondió.

—Casa Neumann, ¿en qué lo ayudo? —No sabía que escuchar aquella suave voz lo harían tan feliz.

—Mi amor, hola... Oye necesito que me comuniques con mi madre, por favor. Después quiero hablar contigo y saber cómo estás...

||Refugiados|| [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora