𝑬𝒑𝒊𝒍𝒐𝒈𝒐

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Wannsee, Berlín

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Wannsee, Berlín. Febrero 1950.

—Estas cartas, papá Giánni las hizo estando en España. —dijo Greta, una hermosa niña de 10 años de edad mirando con emoción a sus pequeños hermanos. Eran tres; Ángelo y Edel, ambos gemelos de 4 años de edad y la pequeña Adelheid una niña de tan solo meses de nacida. —Él estando allá recordaba con amor a mamá y siempre le escribía.

—Claro que la recordaba, pequeña. —respondió Giánni quien tenía cargando entre sus brazos a Edel. —Su madre es la luz que ilumina el mundo.

—Ese es el Sol, papá.

—No Greta, es tu mamá. Son ustedes —los miró con tanto amor y les sonrió. —Somos nosotros.

—Mamá, ¿eres feliz? —preguntó la niña mayor, claro que había leído las cartas y sus dudas surgían.

Agatha miró a su familia, estaban recostados sobre un mantel blanco en el pasto húmedo cerca del lago un día soleado. Miró a Greta, su hija mayor que poseía la inteligencia de Giánni que, aunque no era su padre biológico fue más su padre de alma. Analizó a sus tres hijos más pequeños que apenas comenzaban a explorar el mundo, los gemelos eran muy similares a Giánni mientras que la más pequeña era una combinación de ella y su marido.

—Sí, hija. Soy feliz desde que aquel muchacho se cruzó en mi vista en la estación del tren. Yo temía no poder detenerme a admirar lo que la vida me daba y mírense. La vida me los dio y los disfruto. Así como papá dice que soy el Sol, ustedes son el mío.

—¿La guerra volverá?

—Si vuelve, ya no seremos refugiados, sino sobrevivientes. Seremos la barrera que impida entrar a nuestras vidas. —Acarició el cabello de su hija.

—¿Podemos tomarnos la foto familiar ahora mismo? —Giánni y Greta sabían que ese día era especial, así que empacaron una cámara de rollo fotográfico. Se acomodaron en una posición cómoda y sonrieron. Nada podría ser mejor, tomaron la foto e irían a revelarla al día siguiente. —Al fin tenemos nuestra foto familiar.

—Una que durará toda la vida. —aseguró Giánni y abrazó a sus hijos y esposa. Miró a la Luna asomándose aún de día y sonrió. —Gracias, madre Luna. Por dejarme vivir hasta hoy, por dejarme ser feliz. Por haberme dejado ser un refugiado de tu sombra.

FIN.

||Refugiados|| [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora