Invierno, 1941.
Principessa:
Otro invierno, otro año. Cumplí 27 años, pero tú 22. Cada ves creces más y más, ¿sigues siendo una mujercita? Recuerdo escuchar a mi mamá, cuando era pequeño, decir que ella quería tener otro hijo, una niña. Decía que en cuanto cumpliera los 20 la querría ver casada y que la hicieran abuela. ¿Acaso tú te ves cómo madre?
Desvió el tema, porque si hablara de como me siento daría terror. Terror porque no sé como sigo vivo, no me siento así. A veces los ojos me pesan y cierro los ojos mientras recuerdos del campo de concentración vienen. ¿Porqué sigo vivo? De entre tanta gente, yo sigo aquí. Sigo por ti, por mis padres, por nuestra vida. Pero pesa. Pesa tener que estar lejos de todos por vivir, ¿esto es vida? No, no es vida sin mi luz, sin ti. Agatha, siento que me ahogo en las noches. Sueño a veces que muero sin poder decirte que eres lo mejor que tengo. No tengo fotos de mis padres, todas las tenías tú en la mochila. Me agrada más la idea que las tengas tú a los soldados, pero aún así, espero la conserves.
No puedo llamar a esto un castigo divino, porque es cruel incluso para ser divino. Sólo ruego para que tú no sufras así. Tú eres tan brillante que un agobio así solo te apagaría y no quiero eso, quiero regresar a ver tus ojos llenos de alegría, esa hermosa sonrisa que llenaba tu rostro, tus pecas y tu cabello atado. Necesito verte para reencontrar mi camino y cada día es más difícil, pero debe valer la pena.
Si me tengo que regresar caminando a Alemania con tal de poder tenerte una vez más entre mis brazos, caminaré los kilómetros que sean. Los que sean por ti. Mi amor, este año fue difícil. No tuvo el señor mucho dinero en algunas épocas por la misma guerra, pero no te preocupes por mí, vendí algunos libros por dinero, funcionó.
Quisiera tener la seguridad de saber que lees las cartas, porque necesito saber como estás tú, que ha pasado, como te sientes. Te amaré toda mi vida, Agatha.
Giánni.
—Gli manderai un'altra lettera? (¿Le enviarás otra carta?) —Inquirió Amiel, viendo a su amigo junto a la fogata del granero, metiendo una carta a un sobre.
—Sì, devo scrivere per ricordare perché sono ancora vivo. (Sí, necesito escribirle para recordar porque sigo vivo.)
—Anche se non rispondo? (¿Aunque no responda?)
—Anche se non è così, con la sua esistenza mi fa sentire vivo. (Aunque no lo haga, con su existencia me hace sentir vivo.)
—Vedrai che ti risponderà (Ya verás que responderá) —Dijo con cierto entusiasmo Samay, dándole palmaditas en la espalda a su amigo. Los tres judíos permanecían encerrados en aquel granero que poco a poco se convertía en su hogar y ellos cada vez eran más familia que antes. Esto le recordó a Giánni que se sentía ser parte de una familia.
A la mañana siguiente, quién envió la carta fue Samay. Giánni amaneció enfermo, como aquella última noche con Agatha. Y todo volvía a ella. ¿Qué estará haciendo? Era la pregunta que más pasaba por su cabeza y la que más dolía.
Un invierno separados, eran 10 juntos.
Llevaban prometido 20 inviernos. ¿Cuántos más se añadirían?
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||Refugiados|| [TERMINADA]
Roman pour Adolescents1939. - ¿Por qué a nosotros? ¿Qué le hicimos al mundo? - Me temo que el mundo así funciona, principessa. Sí, así funciona. Te conviertes en la presa de aquellos que escriben la historia a su beneficio. Un soldado no elegido, obligado. Alemanes vs. J...