Dante se había marchado a Paris, me hacía mucha ilusión que estuviera afinando los últimos preparativos para nuestra futura casa además había comenzado a trabajar, no me agradaba la idea de dejarlo solo con todo eso pero no podía hacer nada por ahora. Estaba frente al espejo terminando de maquillarme, había comprado un vestido precioso, tan largo que llegaba la suelo, de color rojo con detalles de encaje en el escote y los hombros, me recogí el cabello y ricé algunos mechones que dejé sueltos, me mire al espejo, me puse el labial rojo , respire profundo y tome mi pequeño bolso que hacia juego con el vestido pero que era tan pequeño que solo cabían mis llaves, mi identificación y mi teléfono. Había enviado mi automóvil a Paris al igual que la motocicleta de Dante así que llamé a un taxi, sabia que estaría ocupado en su trabajo pero me hice una foto y se la envié, cuando estaba ya dentro del taxi recibí su respuesta.
“Amore…si supieras lo incómodos que se volvieron estos pantalones después que me enviaras esa foto ¿cómo se supone que trabajé cuando se lo larga que es esa abertura en ese vestido?, si estuviera allí te tendría contra la pared de la sala y me enteraría en ti tantas veces que olvidarías tu nombre. Espero que disfrutes de la celebración y dale mis felicitaciones a Elisa, te amo preciosa”
Me removió incómoda en el asiento, tenía el rostro caliente ¿cómo podía llegar a la celebración sintiéndome así?, lo extrañaba muchísimo llevábamos más de dos semanas sin vernos, salvo por video llamadas pero era la primera vez que me enviaba algo así.
Elisa y Marco habían escogido la terraza del Hotel Ponte Sisto, la vista de la ciudad en el ocaso desde las alturas era preciosa, saludé a algunos de los invitados cuando llegue y fui directamente hacia donde estaba Marco, se veía muy nervioso.
-ciao- lo saludé, el me recibió con una enorme sonrisa y una mirada que me recorrió de pies a cabeza.
-ciao bella, estás preciosa
-gracias, tu estás muy guapo
-te lo agradezco -le di un abrazo.
-¿necesitas ayuda con algo?
-eres muy amable pero creo que Elisa te necesitará.
-ire con ella entonces
-te veo en un rato.
Al entrar a la habitación donde estaban preparando los últimos detalles del vestido, me quedé de piedra, allí estaba mi amiga, preciosa, el vestido que había escogido era muy de princesa, encaje en casi todos lados y una falda vaporosa de tul, era simplemente hermoso, Marco se desmayaría apenas la viera, junto a ella estaban Sam y Laura.
-¡Mía! – me acerque a abrazarla pero tuve cuidado de no arruinar nada
-¿cómo estas?
-muy nerviosa
-creo que también yo, te ver hermosa.
-gracias
-esta todo listo – dijo una mujer entrando a la habitación, Elisa respiró profundo y avanzo hacia la puerta, con mis amigas éramos las damas de honor así que recibimos un ramo de rosas cada una.
Estábamos por entrar a la terraza cua vi que Elisa dudaba, iba del brazo con su padre, quien había viajado junto con su familia para acompañarla, me acerqué a ella.
-¿estás bien?
-¿estoy haciendo lo correcto Mía? -pregunto de pronto
-¿amas a Marco?
-si
-¿imaginas tu vida sin el?
-ahora…no puedo
-¿el te ama?
-si
-entonces si, es lo correcto -bese su mejilla con cuidado y volví a mi posición detrás de ella junto a mis amigas, las puertas se abrieron y todas salimos rumbo al altar.
No puedo explicar cómo se sintío todo el mundo al escuchar los votos de los novios, mirándose con devoción, no había nada más bello que verlos a ambos, me pregunté si yo algún día tendría algo así, desde aquel día después de la visita de a Genova sentía una necesidad de pasar por todo esto, el estrés de organizar una boda o de probarme vestidos, incluso de proponérselo a Dante, nunca me sentí así ni siquiera cuando Adrián me lo propuso, aquella vez me pareció todo tan sofocante, pero ahora era cono si una parte de mi lo ansiada, me quité esa idea de la cabeza, disfrutaría de nuestra relación, disfrutaría de lo que teníamos con Dante, en unos días más iría a Paris a reunirme con el y seríamos felices, tal vez más adelante volviera a desenterrar la idea del matrimonio, pero por ahora la dejaría a siete metros bajo tierra.
La celebración estuvo genial, Elisa estaba tan ocupada entre su familia y la de Marco que a penas tuvo tiempo para acercarse a nosotras.
-¿quién lo hubiera pensado? Que Eli sería la primera en caer -las tres reímos
-todas pensábamos que ibas a ser tu -dijo Laura
- si, yo también.
La celebración terminó con los novios yéndose de luna de miel a dios sabe donde, era una sorpresa de Marco nos dijo Elisa así que nadie lo sabía excepto el, me despedí de las chicas, era la ultima vez que las vería antes del viaje a Paris.
-iremos a verte y lo sabes- dijo Sam
-por supuesto, las estaré esperando, recorreremos la ciudad
-ya que no hemos encontrado italianos para nosotras, tal vez nos franceses…-Laura y sus ocurrencias, las extrañaría un montón.
Me estaba quedando estos últimos días en el departamento que compartíamos con Elisa, ella ya tenia su casa con Marco así que decidimos venderla y mientras eso pasaba y esperaba a ir a Paris me quedaba aquí. Entre a casa y cuando iba a encender la luz noté que se había cortado , suspire fastidiada, estaba muy cansada y quería darme una ducha y tendría que utilizar la linterna de mi teléfono, la encendí, deslice el cierre del vestido y antes que cayera al suelo alguien me tomo del brazo, lo siguiente que supe fue que estaba contra la pared con alguien sobre mi apresándome y con su mano en mi boca, era un hombre, quise gritar pero no pude.
-te enseñaré a no meterte donde no debes – conocía esa pero la oscuridad me impedía ver, mi teléfono estaba en el suelo y la luz sólo iluminaba el techo, levante mi rodilla con fuerza pero el esquivo el golpe, se distrajo lo suficiente para aflojar su agarre, me aparte de el de un empujón pero el vestido se había enrollado en mis tobillos y cai de bruces.
-que bueno es verte así Mía, nunca debiste levantar la cara del suelo – el hombre me tomo del cabello y levanto mi rostro, la otra persona que había hablado se agachó frente a mi, con la poca luz que había la reconocí, era Fabiana, el terror se apoderó de mi, ella había estado una vez en mi casa hacia ya varios meses ¿qué diablos quería?.
-Dante no será de nadie más, no volverás a tocarlo y me dirás dónde está.
-no te diré nada – respondí furiosa
-lo harás porque tu vida depende de ello. -senti un golpe seco en el pómulo que me cegó por unos segundos, dejaron caer mi cabeza y luego el hombre me giró para que quedara de frente a el, me miró de arriba abajo.
-Dante siempre tuvo buen gusto – su sonrisa me provocó escalofríos, el hombre era Luca, aquel tipo que trabajaba con Dante, el que consideraba un amigo.
-¿Por qué haces esto? ¿Por qué la ayudas?
-¿Por qué? Porque te llevaste todo, alejaste a Dante de su trabajo, por tu culpa dejó de ser acompañante ¿sabes la cantidad de dinero que me hizo perder? Por supuesto que no.
-puedo pagarte, lo que sea que perdiste, puedo arreglarlo.
-la única forma que lo arregles es que desaparezcas de su vida, así con el tiempo el volverá al trabajo y todos volveremos a nuestra vida como era antes…antes que la arruinaras, pero eso ya lo compensare yo – intente escapar nuevamente, volvió a cubrir mi boca con su mano mientras todo su peso descansaba sobre mi cuerpo, inmovilizándome.
-¿Dónde esta? -insistió Fabiana yo solo negué con la cabeza, volvió a golpearme el rostro, esta vez la mandíbula, ni siquiera pude gritar pero comencé a llorar de dolor – Levántala.
-pero…
-cuando me diga dónde está podrás hacer con ella lo que quieras -Luca me tomo del brazo con fuerza e hizo que me pusiera de pie pero las rodillas me fallaron, Fabiana se acercó como un felino a punto de atrapar a su presa, debía actuar rápido, levante mi pierna y la golpeé en el estómago haciendo que se tambaleara, intente deshacerme del agarre de Luca, lo golpeé en el rostro y me soltó, corrí hacia la puerta lo más rápido que pude pero me tomaron por la cintura y me lanzaron contra el suelo, me quedé sin aliento , mi brazo quedó detrás de mi cuerpo y grité de dolor, escuche un crujido en mi hombro, no me pide mover, no pude pensar en nada más que no fuera en dolor, sentí el aliento de alguien sobre mi rostro.
-dímelo de una vez y esto se acaba -no respondí, podían lastimarme todo lo que quisieran pero no les diría ni una palabra, sentí su mano acariciar mi cintura – ¿Recuerdas aquella vez que saliste desnuda de la habitación de Dante? No he podido pensar en otra cosa, he soñado contigo, allí te tengo bajo mi cuerpo y te cojo duro ¿sabes lo que haces? Me pides más, a puesto a que puedo hacerlo mejor que Dante – no tenia energías para defenderme, lo único que pude hacer fue apartar su mano cuando intento tomar mi pecho en su mano, volvió a inmovilizarme cuando me moví para apartarlo, levantó mi brazo y el hueso volvió a sonar, grite tanto que me hice daño en la garganta, el me tapó la boca.
-disfrutare de esto -dijo Fabiana sentándose en el sillón mirándonos directamente mientras vi el brillo de un cuchillo en sus manos, la risa de Luca retumbó en mi cuerpo, escuche el sonido del cierre de su pantalón, comencé a sacudir la cabeza de un lado a otro, lloré una y otra vez mientras el intentaba apartar mi ropa interior, intento besarme pero no lo dejé, como como castigo me mordió el labio muy fuerte que sentí el sabor de mi propia sangre, de pronto como si mis súplicas al cielo fueran escuchadas mi teléfono comenzó a sonar, fastidiada Fabiana se levantó, Luca detuvo cualquier intento de agredir me, la miró preocupado.
-mira quién es…su amiga ¿esta en su luna de miel verdad? Por lo que se a esta hora debe estar en…¿Dónde?
-Sicilia -respondió Luca
-bastante lejos ¿crees que le gustaría escuchar lo que le hacen?
-por mi esta bien – Fabiana contestó.
-¡AYUDAME ELI! – grite pero Luca me tapó la boca, escuche la voz de Elisa alterada al otro lado de la línea, Fabiana furiosa estrelló el teléfono contra la pared.
-calla a la maldita de una vez, estoy harta de ella, buscaré mientras alguna pista de donde está Dante.
Luca volvió a acomodarse sobre mi, no podía dejar que lo hiciera, aunque eso me costara la vida, tenía su rostro cerca de mi, levante mi cabeza y atrape su oreja entre mis dientes y mordí duro, el grito que dio me produjo satisfacción por un instante, se levanto con la mano puesta en su oreja, lo empujé con mis piernas y lo hice caer, me arrastre lejos de él, mientras seguía gritando, me levante con dificultad, no podía mover el brazo, tal vez estaba roto, corrí hacia habitación de Elisa , sentí los pasos de Fabiana detrás de mi.
-¡QUE MIERDA LE HICISTE PERRA ASQUEROSA! – grito pro yo ya había cerrado la puerta, me quedé allí contra la puerta unos segundos hasta que vi el teléfono en la mesita de noche de Elisa, me costaba caminar, tal vez me había lastimado las rodillas también, rogué que aún funcionará, levante el teléfono y gracias al cielo tenía tono, llamé a la policía.
-por favor necesito ayuda, se metieron a mi casa y me lastimaron – no mdi cuenta que había hablado en español, no tenía cabeza para cambiar de idioma, por suerte la policia me entendió.
-no se preocupe señorita una patrulla va de camino, quédese en la línea-un golpe fuerte estremeció la puerta, si la dejaba sola la derribarla.
-lo siento… no puedo yo…- otro golpe, deje el teléfono encima y corrí a la puerta, pude mi espalda contra ella y aguante los golpes
-¡Hija de puta te mataré! – Luca grito, sentí las sirenas desde lejos pero se acercaban rápidamente.
-¡la muy maldita llamo a la policía, vámonos!
-la mataré
-pero no ahora, vámonos
-esto no se quedará así, te buscaré Mía, te encontraré y te destrozare – senti sus pasos alejándose y yo me deslice por la puerta y comencé a llorar.
-¡Mía! -la voz de Elisa me desconcertó, las luces de los autos de la policía iluminaron la habitación – Ay por Dios ¿dónde está?
-cariño allí- ¿era Marco? Me sentía desolada, aterrada pero escuchar sus voces me dio la fuerza, me levante y abrí la puerta, al primero que vi fue a Marco, me miró aterrado y corrió hacia mi, me derrumbe en sus brazos, Elisa me vio segundos después y comenzó a llorar, habían policías en la casa.
-¡llamen a una ambulancia! -les dijo Elisa y luego de eso me desmaye.
Abrí los ojos con lentitud, me sentía adormecida, la cabeza me daba vueltas, intente levantarme pero no pide, estaba inmovilizada, todo mi lazo izquierdo, mire a mi alrededor, estaba en una habitación blanca ¿qué era esto?.
-hola – mire a mi lado, Elisa se acerco.
-hola -le sonreí- ¿dónde estoy?
-en el hospital – las imágenes me vinieron de pronto, la casa, los golpes, el miedo, el dolor, mire la ventana, era de día. - ¿recuerdas algo?
-si -estaba tan impactada con todo que no pude reaccionar de ninguna forma - ¿cuánto llevo aquí? – Elisa no respondió- ¿cuánto?
-tres días
-¿He estado tres inconsciente?
- Tuviste una operación, despertabas a ratos pero los sedantes eran fuentes.-me mire el cuerpo y note que tenía vendado el hombro por completo y parte del estaba inmovilizado – tu clavícula se rompió y tienes un esguince en la muñeca.
-¿Y ellos? ¿Dónde están?
-Mia no es…
-¿dónde están? -insistí
-no los han encontrado pero saben donde buscar - ¿qué me sucedía? Me sentía furiosa, si pero no lograba sentir nada más, recordaba el miedo pero ahora no encontraba esa sensación, como si cualquier otra emoción en mi se apagara. – Dante viene en camino
-le dijeron -no era una pregunta
-por supuesto, sentí miedo por el porque estaba tan alterado, quería venir en motocicleta hasta aquí pero son casi doce horas de viaje y si le pasaba algo…
Debí sentir alivio al escuchar su nombre o al menos anhelo de que estuviera de camino hacia aquí pero no sentí nada.
-Elisa
-¿si?
-algo pasa
-¿qué?
-no puedo…-Elisa se acerco más, estaba preocupada -no siento nada
-cariño, es normal tal vez aún estás procesándolo todo, no te preocupes por ello de ¿acuerdo? Ya habrá tiempo para eso.
Habían pasado varias horas, mi comida estaba intacta, no tenía hambre, la vida que estaba puesta en mi mano me escogía muchísimo, habia visto a varios doctores, entre ellos una psicóloga, estaba harta, sentí voces fuera de la habitación.
-cálmate, no puedes entrar así – era la voz de Elisa
-¿calmarme? He estado dos días desesperado por estar aquí, necesito verla por favor.
-escúchame, se que quieres verla, lo entiendo pero debes saber algo…ella no esta bien, físicamente ahora esta mejor pero me refiero a ella, la psicóloga nos ha dicho que puede ser estrés post traumático- luego de aquello no escuche nada más hasta que la puerta se abrió.
Dante entró y el rostro se le volvió blanco, contuvo la respiración, sabia que se estaba conteniendo, algo despertó dentro de mi, quise salir de esta cama y estrecharlo contra mi pero lo único que pide hacer fue llorar, el se acercó rápidamente y me abrazó con cuidado, sentir su aroma y su calor me hizo volver a la realidad.
-oh amor mío lo lamento tanto - me aferre a el con mi único brazo sano, Dante se separó de mi y me limpió las lagrimas con sus dedos y beso mi rostro, no quería alejarme de el, y fue en ese momento que me di cuenta lo que implicaba que el estuviera aquí, si ellos sabían que Elisa se había casado podían saberlo todo.
-debes regresar a Paris
-¿qué? – se limpió el rostro
-ella…ella podría saber que estás aquí y ¡oh no! El también
-no me importa, no me iré, me quedaré contigo
-Dante no…
-no habrá discusión, ahora olvídate de ellos y preocupemos de tu recuperación, nos iremos a Paris a penas puedas viajar ¿de acuerdo? – asenti
Estuve una semana en el hospital, Dante venía todos los días muy temprano y se quedaba, incluso varias veces se dormidi junto a mi, abrazándome, hasta que las enfermeras lo echaban, ellas estaban encantadas con el ¿quién no lo estaría?. Yo…yo apenas podía dormir un par de horas en la noche y la gran mayoría del tiempo que Dante estaba conmigo me las pasaba durmiendo y cuando despertaba lo veía mirándome con una sonrisa preciosa, la policía esperó un par de días para tomar mi declaración , revivir todo aquello me provocó pesadillas aún peores, mientras Sam me ayudaba a guardar mis cosas y Dante firmaba algunos papeles en recepción me aterro la idea de volver a casa, Dante entro cuando le estaba hablando sobre ello a Sam.
-no te preocupes por eso, un amigo me prestó su casa esta fuera del país así que me dijo que no había problema con que nos quedáramos unos días -dijo acariciándome el cabello
-¿ves? No tienes porqué preocuparte
Un enfermero empujó mi silla de ruedas, vi a Sam dándole un gran abrazo a Dante el le limpió las lagrimas para luego sonreírle y que mi amiga se contagiara de ella, me senti horrible, estaba haciendo do sufrir a muchas personas y ni siquiera podía remediarlo.
-no has dicho nada – dijo Dante metros antes de llegar a un antiguo edificio de colores anaranjados.
-no se que decir -Dante suspiro triste, quise decirle que no pasaba nada que estaba bien pero no era cierto.
Me ayudó a bajar, estaba usando un cabestrillo por mi hombro y mi muñeca, las contusiones estaban sanando pero me dolía cada vez que respiraba o me movía, mientras caminábamos hacia el interior del edificio intenta mantener mi rostro lo más inexpresivo que pude porque Dante estaba pendiente de cada detalle, el le informo al conserje quienes éramos y donde iríamos y luego subimos al ascensor, por primera vez en días anhele su tacto así que tome su mano y me acerque a el, contuvo la respiración cuando lo hice, no se lo esperaba pero supe que lo deseaba mucho.
El departamento era pequeño pero acogedor con una vistas muy bonitas y el sol del mediodía daba de lleno en la sala, necesitaba ese calor así que me acerqué a la ventana y la abrí para salir al balcón, allí había un par de sillas y una pequeña mesa, me senté en una de ellas mientras Dante dejaba las maletas en la habitación.
Me relaje por primera vez, sentí el viento en mi rostro y escuché a los pájaros cantar, debía ser fuerte, lo peor había pasado, ahora estaba aquí, relativamente bien junto al hombre que me amaba, esto no me ganaría, sabia que era difícil pero si lo tenía a el a mi lado podía superar cualquier cosa, me levante con dificultad y entre al departamento, Dante se movía por la cocina con facilidad, estaba haciendo de comer, recordé aquel día en Florencia donde lo vi cocinar cuando llegué del trabajo, me acerqué a el y lo abracé por la cintura, el se sobresaltó.
-¿Qué paso? – dijo girándose hacia mi
-solo quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mi – el me tomo el rostro
-no debes agradecerme por nada y aunque no hay promesas entre nosotros de este estilo, estaré contigo en las buenas y en las malas porque te amo, te amo muchísimo- la idea de hace unos días volvió a mi cabeza ¿quería hacerlo? Si, quería hacerlo por el y por mi, quería compartir mi vida con el, pero decidí esperar un poco más.
-eres la persona más dulce y bondadosa que he conocido, te amo.
Me abrazo con cuidado antes de que me besara la frente y se dedicara a cocinar, me dijo que esperara en la mesa pero quise preparar al menos la ensalada, el había llenado la despensa y el refrigerador antes que yo llegara así que saque una lechuga y comencé a lavarla con una sola mano, fue complicado pero cuando el agua me salpicó me sentí liberada y reí, Dante me miró sorprendido y río conmigo.
La comida estaba deliciosa como siempre, Dante tenía talento en la cocina, después de aquello me pidió que fuera a la cama pero le dije que solo iría si el me acompañaba, y así fue, se recostó junto a mi, me acurruque y me apoyé con cuidado en su hombro y el me envolvió con su brazo. Logre dormir un poco pero un recuerdo volvió a golpearme, Dante me acariciaba el cabello y tarareo una canción de cuna, estaba anocheciendo ¿cuántas horas había dormido? Me sentía descansada totalmente, me fijé que Dante se había cambiado de ropa y se había puesto pijama, el abrió los ojos y bajo la mirada hacia mi, le sonreí y el hizo lo mismo.
-no sabes lo mucho que anhelaba verte sonreír.
-Casate conmigo -aquella sonrisa desapareció, parecía asustado.
-Mia…aún estas dormida, cierra los ojos e intenta descansar.
-lo digo enserio Dante no estoy dormida, ¿quieres Cásate conmigo? – Dante se levantó yo hice lo mismo.
-yo…yo creo que tu no querías
-así era – lo pensó por varios segundos y luego se levantó y caminó de un lado a otro por la habitación ¿había cometido un error?, volvió y se arrodilló en la cama, frente a mi.
-no lo entiendo
-despues de todo lo que ha pasado, solo de pensar que te puedo perder…
-no me perderás, eso no pasará, pero no debes hacer o pedirme algo así solo porque yo lo quiero.
-no lo hago por eso, lo hago por nosotros…¿ya no quieres?
-por supuesto que sí, me gustaría pero…
-¿es muy pronto?
-no lo sé
-no lo haríamos de inmediato
-lo sé
-¿entonces? – el sonrió
-hazme la pregunta otra vez
-Dante, amor mío ¿quieres casarte conmigo?
-si, absolutamente si – me abrazo y luego se alejó.
-espera…se suponía que yo tenía que proponerlo
-¿qué importa? – con cuidado de no provocarme dolor, me beso con dulzura.
Aquella noche dormí mejor que en los días anteriores, tal vez se debía a que Dante me acariciaba el cabello hasta que me dormí o la emoción que sentía debido a nuestra reciente decisión, tal vez simplemente mi cuerpo se había rendido en crear más pesadillas, no lo sé pero a la mañana siguiente me sentí con más energía, me levante con cuidado de no despertar a Dante y aunque no estuvo falta de complicaciones, me la arreglé para preparar el desayuno, intente llevar la bandeja a la habitación pero no podía hacerlo sin botar algunas cosas.
-yo me encargo cariño- Dante estaba detrás de mi, pasó sus manos por mi cintura y sus dientes atraparon el lóbulo de mi oreja, si lo hubiera podido hacer hubiera ronroneado con sus caricias, bajo sus labios por aquel punto sensible detrás de mi oreja y luego los dejo donde late el pulso.- me encanta sentir como acelero tu corazón con tan solo acariciarte un poco.
-quien dice que eres tu la causa.
-¿ah no? – sus manos bajaron por mis brazos hasta mi cintura , luego subieron por mi vientre hasta atrapar mis pechos con sus manos, al llevar solo una camiseta de algodón, lo sentí como si no hubiera prenda entre su piel h la mía, mi trasero instintivamente lo busco y el se restriega contra mi pero cuando lo sentí algo gatillo dentro de mi, una necesidad de apartarlo, me sentí como aquella noche cuando sentí a Luca, Dante lo notó.
-lo siento, no quise que…
-no, no debes disculparte es solo que…
-con calma, tomemos lo con calma, cuando estés lista, no hay problema -debo un tierno beso en mi mejilla, froto mis brazos y luego tomo la bandeja y camino hacia la habitación.
Al pasar los días mi sensación de inseguridad crecía, estábamos en otra casa pero aún tenía el pensamiento que en cualquier momento Luca entrara y nos lastimara, me dolía el hombro, el día anterior me habían quitado el vendaje de la muñeca y podía andar unas horas en casa sin el cabestrillo pero aun así con los analgésicos el dolor volvía durante la noche así que me levante y fui a la sala, tome una manta del ropero y me cubrí con ella cuando me senté en el sillón. Quería marcharme amaba Italia pero mientras esos dos estuvieran libres no podría sentirme segura.
-¿Mía? – la voz somnolienta de Dante me sacó de mis pensamientos, apareció en la sala vistiendo solo su pantalón de pijama, su cabello desordenado mientras se restregaba los ojos. - ¿qué haces en medio de la oscuridad?
-me dolía un poco el brazo, no podía dormir – se acercó y se sentó en la mesita que estaba en el centro de la sala, su mano se posó en mi frente y en mis mejillas.
-creo que tienes un poco de fiebre pero no mucha, te traeré un analgésico – se levantó y fue a la cocina, me trajo la pastilla y un vaso con agua, la tome de inmediato - ¿quieres quedarte aquí o volvemos a la cama?
-vuelve tu, no creo que pueda seguir durmiendo – el se movió, tomo la manta que llevaba en mis hombros, se posicionó detrás de mi, me hizo que apoyara la espalda contra su pecho y luego nos cubrió con la manta.
-intenta dormir un poco es demasiado temprano
-de acuerdo – su calor me reconfortaba y a pesar que me costó más de media hora en conciliar el sueño, lo logré.
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La pasión de Dante
RomanceDante tiene un trabajo peculiar, Mía es una chica que necesita una motivación para recuperar su vida.