Desperté un poco desorientada, estaba en una sala completamente blanca, intenté levantarme pero una mano me detuvo.
-¿Elisa? -pregunté
-hola Mía ¿cómo te sientes?
-yo…- me vino todo de golpe - ¡Dante! ¡Elisa Dante está…!
-lo sé, la policía nos llamó y a la familia de Dante y vinimos a penas pudimos
-necesito…- me levante esta vez, casi caí debido a que me sentía mareada, tenía el brazo inmovilizado, al menos el hombro, Elisa me tomo del brazo sano -¿Dónde esta? – me miró pero no dijo nada – Eli por favor no me digas que el…que el no…
-lograron detener la hemorragia, le hicieron dos transfusiones…ay Mía, entro en paro durante la noche pero por suerte lo lograron estabilizar. – quise llorar pero no pude.
-¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?
- un día
-Llévame con el por favor, necesito verlo
-déjame llamar a la enfermera
Espere porque no podía moverme bien además estaba conectada a suero y otras cosas, la enfermera llegó y aunque me dijo que debía quedarme descansando, mi insistencia fue tanta que accedió, me trajeron una silla de ruedas, no me quitaron las vías del brazo, la enfermera me llegó a cuidados intensivos, no podíamos entrar así que nos quedamos frente a un cristal, me levante con cuidado y me asomé a esta, allí estaba, conectado a no se cuantas máquinas, sus ojos cerrados.
-¿lo lastimaron demasiado? – le pregunte a la enfermera ya sin poder contener las lagrimas.
-estuvo a punto de que se le perforara el pulmón, unos cuantos centímetros más adentro y…fue cortada la aorta abdominal, necesito un par de transfusiones, lamentablemente debido a la pérdida de sangre y el trauma no ha despertado a un y lo ayudamos con un ventilador mecánico para que su cuerpo no haga demasiado esfuerzo, pero se recuperará.
Puse mis manos en el cristal, me sentía tan mal, tan culpable…
-¿Mía? -me giré para ver a la madre de Dante, no supe dónde meterme, tal vez ella me odiaba por lo que le había sucedido a su hijo -¡oh querida! -se acercó a mi y me abrazó con cuidado, me quedé congelada, me tomo el rostro entre sus manos y me miro con lágrimas en los ojos.
-lo siento tanto de verdad perdón Mariana
-pequeña ¿por qué te disculpas? Nada de esto ha sido tu culpa
-pero el…
-escúchame el único culpable de esto es Luca, nadie más y pagará por ello, lo único que podemos hacer ahora es pensar positivo y esperar lo mejor. – asentí, sentía que en cualquier momento caería desmayada y ya no volvería a despertar.
-¿Señorita? Debemos volver a su habitación- no respondí solo deje que guiaran mi silla a mi habitación, a penas fui consiente que me levantaban y me acostaba nuevamente en la cama, solo tenía una imagen en la mente, a Dante allí, conectado e inconsciente.
Al parecer me habían sedado, recuerdo haber gritado a mitad de la noche por una pesadilla pero ni siquiera la recordaba, solo que algo me dolía, alguien vino e intentó calmarme pero ahora no sentía la mayor parte del cuerpo y tenía la muñeca derecha amarrada a las barandas de la cama, intente mover la cabeza pero pesaba tanto, era de día y la luz me molestaba, debía salir de allí, debía verlo, saber que había pasado y si estaba bien.
Moví mi muñeca y estuve haciéndolo casi por una hora hasta que tuve fuerza suficiente en el brazo para tirar de las amarras, logré quitármela, me levante cayéndose al colchón de nuevo un par de veces, apoyé las piernas en el suelo y caí de rodillas ¿qué mierda me habían dado?. Me quité la vida y mi mano sangró un poco manchando el piso, me apoyé en la pared y avance muy lento, abrí la puerta aún arrastrando los pies, me asomé, no había nadie, era muy temprano aún, logré avanzar bastante pero no lo suficientemente rápido, cuidados intensivos quedaba doblando por el pasillo hacia la derecha, lo recordaba así que me apresure y caminé lo más rápido que pude aunque todo comenzó a dar vueltas, quedaba muy poco, avance varios pasos más hasta que llegue a la ventana, levante la mirada y la cama donde estaba Dante estaba vacía.
-¿señorita que está haciendo? ¡Dios esta sangrando! – una chica me tomo de los brazo en un intento de apartarme de la ventana pero me sacudí.
-¿Dónde está?
-déjame llevarla a su habitación y parar el sangrado por favor
-¿Dónde esta?
-¿quién?
-el hombre que estaba allí ayer – señalé la cama
-¿ayer? Señorita esa cama ha estado desocupada desde hace una semana – mi mente no proceso lo que dijo, no entendí nada ¿una semana? No era posible si lo había visto ayer – por favor venga conmigo
-Dante Berardi estaba ayer allí había salido de cirugía hace unas horas, herida por arma blanca
-lo averiguare pero volvamos a su habitación, esta sangrando mucho
Solo en ese momento baje la mirada y me di cuenta que había dejado un rastro de sangre desde mi habitación hasta aquí e incluso la pared estaba manchada, me mire la mano y lo que sangraba era la zona donde había estado conectada la vía, la vena parecía estar destrozada ¿cómo no sentí aquello? Solo me la había arrancado. La enfermera me llevó a mi habitación y corrió por todo el lugar buscando cosas para curarme, detuvo la hemorragia, desinfectó y me puso unas tiritas que asemejaban a los puntos para unir la herida, luego me vendo la mano.
-iré por alguien para que venga a limpiar – la enfermera se levantó pero la tome del brazo
-por favor ¿puede averiguar que sucedió con el? Se lo suplico – ella le las cejas y asintió
-lo haré, tranquila, pero por favor quédese aquí.
Espere largos minutos, me dieron náuseas pero no tenía nada en el estómago, ya comenzaba a dolerme la mano y comencé a llorar en silencio por la desesperación, si algo le había sucedido a Dante no me lo perdonaría nunca, vivir sin el seria tan doloroso como la muerte misma, la desesperación me invadió y ya no lloraba en silencio, me dolía el pecho. La puerta se abrió y entro la enfermera, su rostro no me decía nada.
-El señor Berardi tuvo complicaciones horas después de la cirugía, tuvo una pequeña hemorragia que afortunadamente fue controlada, luego de aquello pasó un par de días en cuidados intensivos – el corazón me latía muy rápido, no hablaba lo suficiente rápido como hubiera querido – luego fue llevado a cuidados intermedios donde esta ahora
-¡Oh Dios! – dije con alivio, estaba bien o al menos bien dentro de lo que se podía.
-sera trasladado a una habitación con dentro de unas horas
-Gracias, muchas gracias – le dije, ella me sonrió
-si gusta cuando eso pase puedo llevarla a visitarlo – asentí
Luego de aquello me sentí mucho más tranquila, la enfermera me dijo que había sido un poco amenazante con el personal medico que debieron sedarme y atarme, yo no recordaba haberlo sido pero cuando me dijo que luego de la operación había estado en estado de semi conciencia una semana, había perdido una semana completa aquí.
Pasaron varias horas, la enfermera regresó para decirme que habían trasladado de sala a Dante, así que podía ir a verlo en horario de visitas, estuve bastante tiempo dándole vueltas al asunto ¿el quería verme?. Por fin me animé y le pedí a la enfermera que me acompañara ya que seguía con la vía puesta, nos acercamos a la sala donde estaban las habitaciones, me detuve sobre la puerta 304, su nombre estaba escrito en la pared, respire profundo y toque.
-adelante – su voz, esa era su voz, me parecía que habían pasado años desde la ultima escuche, abrí la puerta con una lentitud que hasta a mi me puso de los nervios, entre con cuidado, la enfermera nos dejó solos cuando ya estuve dentro, el estaba semi sentado y al verme tuve la impresión que quiso levantarse, aún estaba pálido pero al menos tenía color en las mejillas, aún así se veía guapo, baje la mirada, quise salir de allí.
-Mia – mi nombre en sus labios era una tortura.
-lo siento tanto – dije, me giré para salir de allí.
-no por favor, no te vayas, no me dejes solo – me detuve – ven por favor – me gire y volví a mirarlo, tenía la mano estirada hacia a mi, su mano era un imán para mi, me moví por inercia, estire mi mano y toqué sus dedos, suspire aliviada, estaba aquí, estaba bien y yo estaba con el, me dejé caer casi en la silla junto a su cama y apoyé la frente en la cama, comencé a llorar con mis labios sobre su mano, sentí como me acariciaba el cabello.
-esta bien amor, tranquila, estoy bien.
-si yo hubiera…si no…-levante la cabeza, el aparto el cabello de mi rostro.
-no hagas eso, no te culpes, además ya pasó, no podemos hacer nada, lo importante es que ambos estamos bien – mire el vendaje que cubría su cintura, mi mano se movió y toque el vendaje y luego un poco más arriba sobre su pectoral donde habían unos cuantos hematomas que ya comenzaban a borrarse.
-si me tocas así me olvidaré que tengo suturas, me levantaré y te meteré en esta cama para hacer cosas no muy puritanas. – eso me hizo sonreirá, seguí subiendo mi mano, no por comprobar si el haría lo que dijo, si no para convencerme que estaba aquí, subí por su cuello y su mejilla, me levante y apoyé mi frente con la de el.
-te eché de menos – dije
-y yo a ti – comencé a repartir por su rostro cosa que lo hizo sonreír. – bésame Mía por favor
Levante la cejas al mirarlo, su mano me atrapó la mejilla y me acercó a él, nuestros labios colisionaron y creí que estallaría en llamas, su boca sabia a frambuesa, tal vez por la gelatina que daban en el hospital, sin siquiera pensarlo, me subí a la cama con cuidado y cuando dejamos de besarnos me posicione a su lado, el me cubrió con la manta y nos acurrucados juntos.
-creo que a las enfermeras no les gustara ver esto – dijo, yo lo mire
-¿Por qué?
-han estado peleándose por quien me dará el próximo baño - -entrecerré mis ojos, aunque sabia que era broma.
-que sigan peleando, te lo daré yo
-nada me gustaría más
-Te amo Dante, te amo muchísimo- suspiro
-también yo
Nos quedamos dormidos, al parecer habían venido familiares de Dante e incluso mis amigas habían venido pero nos habían visto y no quisieron interrumpir, cuando estaba en mi habitación, Elisa me envió una foto de nosotros en la cama del hospital, a pesar de lo lamentablemente de nuestro aspecto, era un foto preciosa.
Visite a Dante cada día hasta que me dieron de alta, la mayoría de las veces nos quedábamos dormidos en la cama el estaba mejorando rápido, tanto así que estaba impaciente por levantarse pro el médico le dijo que debía quedarse al menos una semana más acostado, Dante ponía esa expresión de fastidio pero la verdad es que tenía a todo el personal médico fascinado con su personalidad, las enfermeras cada vez que hablaban con el soltaban esas risitas nerviosas y se sonrojaban.
-si sigues coqueteando así voy a empezar a cobrarles por entras aquí así nos pagaremos unas vacaciones a Grecia.
-¿quieres ir a Grecia? -pregunto mientras me mordía la barbilla, sus caricias cada día eran más sugerentes.
-quiero salir de aquí contigo primero
-también yo, anoche soñé contigo
-¿ah si, que soñaste?
-muchas cosas, cosas que quiero hacerte a penas lleguemos a casa
-a penas lleguemos a casa debes meterte a la cama y descansar
-dame el papel de pasivo no me importa
-Dante por favor estamos en un hospital – dije sonrojándome
-y créeme que es por eso que no tengo mi mano metida dentro de tu ropa interior ahora mismo, guardo respeto por este lugar. – me dieron escalofríos al escucharlo, sobre todo porque sus labios estaban tan cerca de mi oído.
-entonces concéntrate en recuperarte, quiero que me lleves a Paris, quiero que me hagas el amor en uno de esos balcones mirando hacia la Torre Eiffel, te quiero solo para mi Dante de aquí para siempre- me miro como si me viera por primera vez.
-lo haremos y luego pondré una rodilla en el suelo y te pediré que te cases conmigo ¿te parece buen plan?
-me parece uno bastante bueno.
Por fin luego de casi un mes en el hospital, porque las suturas de Dante se habían abierto y tuvieron que administrarle antibióticos fuertes, logramos llevarlo a casa, estaba rodeado de su familia, de hecho fue algo que me llenó de alegría pero también estaba lejos de mi, Nico incluso estaba yendo de aquí para allá cuando lo dejaron en la cama para prepararle algo de comer, me ofrecí a ayudarles pero me dijeron que descansara así que allí me quedé, sentada en el sillón, ni siquiera dejaron que Dante usara su habitación si no que la de invitados que estaba en la planta baja. De verdad pensaba en marcharme porque no estaba haciendo mucho aquí salvo ocupar un espacio que podía ser útil. Me levante y sacudí mis manos en mi pantalón, me sentía nerviosa, mire a Nico y a los padres de Dante yendo de aquí para allá , arreglando cosas, ordenando.
-eh…-dije intentando interrumpir un poco
-¿Amore? -Dante me llamó desde la habitación, mire hacia allí, estaba sentado en la cama con cara de aburrido, no estaba acostado bajo las mantas, aún tenía la ropa puesta y solo estaba allí, fui hacia allá y me quedé en la puerta.
-¿si? ¿Necesitas algo?
-si algo muy importante
-dime – dio unos golpecitos a la cama, junto a él.
-te necesito a ti – algo dentro de mi se quebró y comencé a llorar, no quería preocuparle ni nada pero ya me era muy difícil ocultar mis emociones sobre todo frente a el, pero por supuesto que se preocupó, me senté a su lado, el con cuidado subió un brazo y me rodeo con el mientras yo me apoyaba en su hombro.
-han sido muchas cosas, lo entiendo, todo este alboroto me tiene con los nervios de punta.
-¿Por qué? -dije limpiándome las lágrimas
-amo a mi familia pero son demasiado intensos, se preocupan y lo agradezco pero necesito espacio contigo.
-Dan…-Nico entró a la habitación y nos miro, quise levantarme pero Dante no me dejo – bueno…solo vine a decir que la comida esta lista ¿quieres que te traiga?
-no te preocupes, aún no tengo hambre, gracias ¿podrías hacerme un favor? -Nico sonrió
-no tienes que decirlo, ya sé lo que quieres, se los diré
-Gracias
No entendía que era lo que diría o a quienes, pero minutos después estaban sus padres y el despidiéndose diciendo que volverían al próximo día y que lo llamarían, de cierta forma me hubiera gustado que mis padres se preocuparan así por mi yo estaba sentada en la cama en un rincón mientras se despedían de él.
-querida esto también es para ti, cuídate y recupérate ¿esta bien? – asentí, Francesca me tomo el rostro y me besó la mejilla, el padre de Dante también se despidió de mi y Nico me dio un abrazo.
-sera un verdadero desafío mantener a este tipo en la cama.
-lo sé
-nos vemos
Cuando se fueron me sentí aliviada y me recosté con Dante.
-¿tienes hambre?
-si
-iré por comida – tomo mi mano y me impidió moverme – no entendía que era lo que pasaba, me miro todo el rastro para luego mover su mano y acariciarme la mejilla.
-¿puedo pedirte un favor?
- por supuesto – respondí
-bésame – le sonreí – estuve mucho tiempo lejos de ti, necesito tu sabor en mi boca
Me acerque a el para que no se esforzara demasiado y metí mi mano en su cabello, nuestros labios se encontraron, tan familiar como siempre, casi de inmediato su lengua encontró con la mía, mientras yo intentaba ser cuidadosa el buscaba casi con desesperación estar cada vez mas cerca, su mano bajo de mi rostro a mi pecho eso me hizo dar un brinco, el abrió los ojos.
-¿estas adolorida? ¿te hice daño?
-no, nada de eso pero es que tu… Dante es mejor que esperemos
- pero es que…
- lo se y yo me siento igual pero ambos no estamos bien – el asintió
-vámonos de aquí, vámonos a Paris casémonos cuanto antes, empecemos a vivir nuestra vida juntos de una vez, no quiero seguir esperando.
-pero…-lo pensé un segundo, yo también quería marcharme cuanto antes, ¿Por que esperar mas? – de acuerdo, hagámoslo, vámonos cuanto antes
- debo poner un anillo en ese dedo – ambos sonreímos
Entre mi brazo lastimado y la herida de Dante todo se hacia más complicado, Nico nos ayudó muchísimo, traía verdura fresca casi a diario a pesar de sus responsabilidades con su familia, así que cuando me sentí mejor le dije que no era necesario que fuera todos los días que podía hacerme cargo de las compras, el reacio me miró primero y luego sonrió, confiaba en mi y estaba muy agradecida con el.
Un día cuando llegué de las compras vi a Dante en la cocina, me acerqué a el a toda prisa.
-¿Qué diablos haces? – dije quitándole una cuchara de la mano.
-quería ayudar con la cena
-deberías estar en la cama
-esta aburrido si no estas allí, además el médico dijo que debía volver a hacer mi vida normal.
-si pero dijo que poco a poco
-Piccola Mia, estoy bien, ya no me duele – lo mire sin creérmelo, el rodo los ojos. – de acuerdo si duele pero puedo soportarlo, al menos déjame hacer la ensalada, tu también estas herida.
-no hay punto de comparación-el sonrió
-¿quieres discutir Mía? -su sonrisa indicaba que esto le gustaba
-no discutiremos contigo
-¿Por qué no? Es estimulante – se acercó, rodeo mi cintura con sus brazos y me acerco a el, yo subí mis brazos y acaricie su nuca, acercó su rostro y beso mi mejilla -Gracias por estar aquí conmigo
-no me agradezcas nada -me dio un corto beso en los labios y los dejo allí
-te tengo una sorpresa
-¿ah si?
-si, una que te va a gustar
-de acuerdo ¿qué es?
-primero comamos algo.
-esta bien, prepararé la cena
Hice algo rápido, Dante se quejó una vez más de mi pasta deshidratada pero que estaba deliciosa, no le creo ni un poco a pesar que pidió servirse un segundo plato. Mientras estábamos comiendo uvas en el sillón vi aquella sonrisa que me anunciaba que algo grande estaba a punto de decirme.
-vamos Dante ya dilo – me miro y comió una última uva
-si todo sale bien, estaremos en Paris la próxima semana
-¿qué? -me arrodille en el sillón frente a el
-compre los pasaje ayer
-¿Por qué no me dijiste nada?
-porque era una sorpresa ¿hice bien? Si no podemos cambiar la fecha y…
-no, no…es perfecto -me acerqué y lo besé con cuidado pero el nuevamente aumento la intensidad de beso.
-Dante…
-esta bien
La ultima noche en Italia, la ultima noche en lo que había sido mi hogar, mi lugar de exilio pero a la vez un respiro, donde había encontrado el amor, la tierra de Dante.
-¿estás bien? – me pregunto Dante besando mi cabello mientras miraba por última vez la sala
-si
-yo también echaré de menos todo esto así que se lo que estás sintiendo, pero comenzaremos de nuevo, cualquier lugar donde estemos los dos será un hogar -me giré y lo abracé por la cintura apoyando mi cabeza en su pecho.
-te amo
-y yo te amo a ti – vamos que nos espera el taxi
Dante no quiso que sus padres vinieran a despedirlo ya que debían viajar desde Milán pero si vino Nico, Natalie, Clara y Brina. Dante tenía a Clara en brazos y ella se reía con su tío, también vinieron Elisa, Sam y Laura, no pude evitar llorar cuando las abracé.
-te echaremos de menos loca -me dijo Elisa
-disfruta de tu nueva vida Mía, se lo merecen ambos. – Laura me apretó las manos
- déjanos planificar tu despedida de soltera -dijo Sam
-por supuesto que sí – respondí
Despedirme de mis amigas fue lo más difícil, verlas allí llorando mientras nos íbamos a pesar que me aseguraron que todo iba a estar bien fue duro, habían sido mi familia, mi única familia. Estuve llorando diez minutos más en el avión en silencio mientras Dante me consolaba, no me mal interpreten, estaba feliz por comenzar esta vida junto a Dante pero no podía evitar sentir un poco de miedo, mire Dante con una idea clara en mente.
-prométeme que regresaremos
-¿Quieres regresar?
-si – sonrió
-entonces lo haremos, te prometo que regresaremos.
Paris era muy diferente a Roma, pero a la vez familiar, es difícil de explicar la sensación que tuve al recorrer sus calles, dos semanas después de nuestra llegada y mientras paseaba a Leila por Plaza de Vosges me di cuenta que era feliz, ver a la gente disfrutando, caminando y leyendo en este lugar me hacía sentir libre más que en cualquier otro lugar. Dante había comenzado a trabajar en la revista y yo había conseguido un trabajo de medio tiempo en una pequeña editorial la cual me estaba ayudando para lanzar mi primer libro, ah si, se me olvidaba mencionar que habían leído mi manuscrito un día mientras trabajaba en mi oficina y quisieron que se los mandara, de hecho fue Rebeca, mi compañera quien insistió a los jefes, así que aquí estaba, me habían otorgado trabajar medio día para que el resto de tiempo me dedicara a escribir. Leila corría por el césped una y otra vez mientras yo le lanzaba una pelota, era feliz, era muy feliz y me sentía satisfecha con lo que estaba haciendo, no podía creerlo pero aquí estaba.
Días después Dante organizó una cita, una salida el fin de semana, salimos a cenar y caminábamos por Paris hablando de cosas sin importancia, Dante me decía que era la única que me reía con sus chistes malos, estábamos caminado por los Jardines del Trocadero, frente a la Fuente de Varsovia ya con la sombra anaranjada del crepúsculo en el cielo, cuando soltó mi mano y puso una rodilla en el suelo, la gente se volteó a ver lo que sucedía, el corazón comenzó a latirme muy rápido, saco una cajita de terciopelo negro de su bolsillo y la abrió poniéndola en su mano, lo mire sin poder creérmelo, las luces de la torre Eiffel comenzaban a encenderse y yo no pude moverme.
-la mia piccola Mía, creo que me di cuenta que quería pasar el resto de mi vida contigo aquel día cuando te hablé de libertad, cuando te dije que podías volar, eras la luz más brillante de todas, fue imposible no encontrar mi camino hacia ti amore y tampoco fue una opción no entregarte mi corazón por completo, y así como aquella conversación quiero que seas libre junto a mi, que cumplas tus sueños, tus anhelos todo lo que quieras en esta vida y quiero estar a tu lado, quiero apoyarte y celebrar cada uno de tus triunfos porque se que llegaras lejos, te amo y quiero que envejezcamos juntos ¿me harías el honor se ser mi esposa? – no pude hacer otra cosa que llorar, llorar a mares con sus palabras, aunque tenía ojos solos para Dante sabia que la gente nos miraba y estaba expectante.
-por supuesto que quiero ser tu esposa Dante – El se levantó y me abrazó muy fuerte, tal vez toda esa gente no entendía ni una pizca de español pero sabían que era lo que había respondido, aplaudían eufóricos.
Dante sacó un anillo precioso, nunca había visto algo igual, era una banda de plata que se dividía en tres como las ramas de un árbol, tenía incluso pequeñas hojas que adornaban a un diamante ni grande ni pequeño, era precioso, el la deslizó por mi dedo y luego lo besó, me di cuenta que en aquella cajita había otro anillo, muy parecido al mío pero las ramas no tenían hojas ni piedras preciosas, solo era de color plata, lo saqué de la caja y lo puse en su dedo repitiendo lo que el hizo besándolo, lo acerque a mi y lo besé, el muy amante del espectáculo, me inclino hacia atrás y con la Torre Eiffel de fondo me besó como lo hacen en las películas, aquí comenzaba nuestra vida, nuestra preciosa burbuja de felicidad, en Paris nada más ni nada menos, la ciudad del amor, pero yo no necesitaba que una ciudad me lo recordara, mientras estuviéramos juntos cualquier ciudad era la ciudad del amor para nosotros, nuestra historia no terminaba solo empezaba una nueva etapa donde volveríamos libres, compartíamos nuestros sueños y celebraríamos nuestros triunfos, juntos. ¿Quién hubiera pensado que mi fiesta de cumpleaños sería el momento en el que conocería el verdadero amor? Nunca le agradecería lo suficiente a Elisa por esto, así como ella me dice que tampoco me agradecerá lo suficiente por haberle presentado a Marco, creo que estamos empatadas, mientras recorremos los Jardines tomados de la mano y con el corazón hinchado miro a Dante y el me mira a mi sin siquiera necesitar palabras para decir lo que sentimos, solo me sonríe como solo el sabe hacerlo y yo le devuelvo la sonrisa, ilusionada y emocionada de lo que nos aguarda en el futuro.Fin...
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La pasión de Dante
RomanceDante tiene un trabajo peculiar, Mía es una chica que necesita una motivación para recuperar su vida.