Capitulo I

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Me dijo que tenía una sorpresa, era mi cumpleaños numero treinta y quería celebrarlo con una fiesta increíble, según sus palabras: “que no olvidaría nunca", sabia que ella quería que disfrutara sobre todo después de todo lo que había pasado con mi compromiso con Adrián, habíamos decidido como amigas venir a vivir a Italia, era una locura pero estos últimos dos meses habían sido maravillosos, conseguimos trabajo, yo vivía con Elisa y Laura con Samantha, el entusiasmo de Elisa me daba un poco de miedo, pero aquí estaba vestida para la ocasión, frente a la puerta de nuestro departamento (por que me hizo salir por horas para preparar la fiesta), se escuchaba la música dentro ¿a quién había invitado, respire profundo y toque el timbre, ya que no quería entrar a buenas y primeras arruinando la sorpresa, Laura me recibió, me dio un enorme abrazo y me llevo adentro.
-esto está increíble, Elisa preparo casi todo, fue como si viniera preparando esta fiesta durante años.
-así veo - habían globos por todos lados y muchas luces de colores, me di cuenta que no había nadie, al poco andar Sam y Laura se encontraron con nosotras.- pensé que invitarías a alguien más
-esta fiesta es privada, solo nosotras estamos invitadas y…alguien más
-¿alguien? ¿Quién? -pregunto Laura
-ya verán, por ahora sirvamos algo.

No puedo mentir, bebimos bastante, tanto así que comencé a ver dobles a mis amigas en varias ocasiones, recordamos varios momentos agradables, lamentablemente en la mayoría estaba Adrián con nosotras.
-enserio pensé que nuestra relación sería para toda la vida pero ahora me doy cuenta que nada dura para siempre y que lo único que podemos hacer es disfrutar mientras dure. – lo había dicho en voz alta, mis amigas me miraron, Elisa tomó mi mano para darme ánimos y luego hicimos un brindis.
-¡Atención! Ahora se viene el pastel y aquí va una de mis sorpresas para una de las personas que más amo en este planeta, la mejor amiga del mundo – Elisa me tomo el rostro y beso mi mejilla, saltaba como niña pequeña el día de navidad - espero que lo disfrutes muchísimo y me agradezcas por años porque yo te estoy envidiando en este momento.
-¿qué? ¿Me compraste un auto?
-cariño si quieres en esto también te puedes montar pero no para conducirlo precisamente – las tres rieron lo cual me dio un indicio que todas sabían la sorpresa de Elisa, Sam y Laura pusieron una silla en la sala y me sentaron ella, todo era tan extraño, la música se volvió más lenta y la luz bajó del todo, estábamos siendo iluminadas solo por las luces de colores que por cierto no eran muchas, vi que Elisa corría a la cocina.
-pónganle la venda los ojos! -la escucha gritar
-¿qué? ¡no! Olvídenlo
-oh vamos será divertido – mire a mis amigas, estaban tan emocionadas como Elisa, no quería arruinarles eso.
-de acuerdo- me cubrieron los ojos con una venda muy suave, al poco tiempo escuche que me cantaban cumpleaños feliz, no entendí porque debía tener los ojos vendados para eso, cuando terminaron cada una me beso la mejilla.
-ahora sopla – me ánimo Elisa
-ni siquiera sé dónde está el pastel
-frente a ti – suspire sonoramente y sople, todas aplaudieron, luego alguien puso crema sobre mis labios
-que gracioso, si quieren lanzarme el pastel a la cara háganlo ya – escuche varias risitas nerviosas a mi alrededor ¿qué estaba pasando?, me quité la crema con la lengua y luego me levante la venda solo para encontrarme a un par de ojos azules solo a un centímetro de mi, abrí muchos ojos bastante asustada, empuje al hombre que estaba frente a mi, me levante y el hizo lo mismo.
-¡que mierda! – Elisa se apresuró a acercarse al sujeto y le acarició le barbilla.
-¿no es guapo? – el solo sonrió, tenía esa sonrisa que hacía derretir a cualquiera, el tipo estaba vestido solo de la cintura para abajo y llevaba un moño de regalo en el cuello color plata, luego mi amiga se acercó y me susurró - vamos solo es para que te diviertas.
-¿Me disculpan un segundo? – dije dirigiéndome a los demás, tome a Elisa de la mano y la lleve a la cocina.
-Mia por favor
-¿Te volviste loca? Trajiste a un…un…¡no tengo ni idea de que diablos es!
-¿Eso importa?
-¿qué es lo que te pasa? – estaba muy enojada con ella.
-quiero que te saques de la cabeza a ese…tipo, has estado llorando meses por el ¡Maldita sea aún llevas el anillo!, estamos en Italia por amor al cielo y no has volteado ni una vez a ver a un chico lindo, tal vez una noche con Eros te haga olvidar por algunas horas lo que sientes.
-¿Eros? ¿De verdad se llama Eros? – ese nombre correspondía al dios griego del amor
-eso me dijo
-esto es ridículo, yo nunca…nunca he tenido sexo de una noche.
-¡por eso! Debes probar
-no creo que pueda
-¡y ahí está de nuevo! Ese es el gran daño que te hizo Adrián
-¿a que te refieres?
-Cuando te conocí te querías comer el mundo, eras ambiciosa con los sueños que tenías, tenias expectativas muy altas para tu vida ¿y ahora?...solo vives, para muchas cosas eras más valiente que yo, ese desgraciado te quitó demasiado ¿crees que se está lamentando igual que tu? Esa mierda de ser humano debe estar entre las piernas de otra mujer ahora mismo, escúchame- tomo mis manos – pásalo bien esta noche, te lo mereces, disfruta de nuestro regalo, no lo se, baila, conversen de lo que sea, ríete con el, no es necesario que pase nada más si no quieres, además…lo contraté por varias horas – me rei ante ese ultimo comentario.
-estas loca
-por eso somos amigas, por cierto tratarlo bien, es un buen chico.
-¿de verdad se llama Eros? – ella solo se encogió de hombros y me llevo de vuelta a la sala.
El hombre…bueno Eros, se había quitado el moño y se había puesto una camisa, hablaba animadamente con Sam y Laura, todos sentados en el sillón.
-¡que mal educadas que son! No le han ofrecido nada ¿quieres vino, champagne o…vodka? – dijo Elisa dirigiéndose a Eros.
-¿tienes jugo? No bebo mientras trabajo .
-Si ¿naranja o durazno?
-naranja por favor- sin quererlo me había congelado en la entrada de la cocina al escuchar su voz, era grave y muy suave, su español era extraño, por supuesto debía ser italiano, debía ser el alcohol que había bebido pero al mirarlo sentía que mi piel hormigueaba, el hombre era guapo a muerte, cabello castaño de ensueño, unos labios preciosos, nunca había visto una simetría así en la boca de un hombre, sin contar esos ojos que había visto de tan cerca, aún recordaba su extraño color, una mezcla entre azul y verde pálido ¿grises tan vez?, no, eran azules, muy azules. De pronto las chicas se levantaron, tomando sus abrigos se acercaron a la puerta.
-bueno nosotras nos marchamos – dijo Elisa para mi sorpresa, las chicas se despidieron con sus manos, yo corrí hacia la puerta mientras escuchaba los pasos de Eros desde mi – diviértanse - empecé a entrar en pánico al ver como cerraban la puerta y yo no llegaba a tiempo para impedírselo, cerraron la puerta pero antes de alcanzarla tropecé con la alfombra, una mano me tono del brazo impidiendo que me diera de bruces contra el suelo, luego mi cuerpo chocó con otro que parecía hecho de piedra, volví a tener de frente esos bonitos ojos y el lugar donde su piel entraba en contacto con la mía la sentí arder.
-te tengo – sonrió, quedé varios segundos embobada mirándolo, sacudí mi cabeza deshaciéndome de su hechizo, me aleje rápidamente, abrí la puerta para ver si aún podía alcanzar a mis amigas pero fue inútil. Volví a casa derrotada, fui a la mesa y me serví un vaso con jugo, no podía seguir bebiendo aunque la idea rondaba mi cabeza, Eros no dijo ni una palabra, estaba apoyado en uno de los brazos del sillón con los brazos cruzados.
- me gusta tu vestido, es bonito – no respondí, estaba pensando en que hacer.
-¿tu nombre es Eros de verdad? -agacho la cabeza, otra vez estaba sonriendo.
-la verdad mi nombre es bastante más vergonzoso, Eros lo utilizo cuando trabajo.
-¿cuál es entonces?
-Dante, el tuyo es Mia ¿no? – se acercó a la mesa con paso lento y tal vez un poco seductor.
-si – dije con desconfianza – no te ofendas pero…¿eres stripper o…? – rodeo la mesa, yo retrocedí, su mirada era intensa, casi como la de un cazador acorralando a su presa, así me sentía, era muy alto, apenas le llegaba a la altura del pecho, mi espalda chocó con la pared, se acercó y acaricio mi mejilla con sus dedos.
-¿importa? Si quieres puedo bailar para ti.
-no yo no…
-tranquila– ahora parecía preocupado -no estoy aquí para hacerte daño, al contrario.
-no puedo hacerlo- Dante tomo mi mano y miro el anillo
-¿Por esto? ¿Estas comprometida? – aparte mi mano de la suya y me aleje rápidamente.
-escucha, no es necesario que estés aquí, si Elisa te pregunta dile que  hicimos para lo que fuera que te contrato pero por favor vete – el frunció el ceño.
-vaya, esto es nuevo, nunca me habían rechazado
-siempre hay una primera vez para todo-me di cuenta de las dimensiones de mis palabras.
-se que no nos conocemos pero para que lo sepas no solo estoy aquí para, ya sabes, podemos hablar, de lo que sea. – vio mi inseguridad – vamos no muerdo, no si no me lo piden, ven sentémonos un momento.

La pasión de Dante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora