Para olvidar el mal momento lleve a Mía a cenar, había un restaurante de comida India no muy lejos así que la lleve allí sin decirle nada, ella me sonrió cuando le abrí la puerta. Una vez adentro nos sentamos en nuestra mesa y al momento vino un camarero, Mía vio la carta y decidió rápido.
-Stir fry noodles – dijo en un Inglés con acento británico que me sorprendió bastante.
-fish biryani and…samosas, thank you – el camarero asintió y se llevó las cartas.
-nunca he ve ido a un restaurante de comida India
-¿de verdad?
-si
-así veces es un poco picante pero es deliciosa
-ya lo creo, muero de hambre, además huele delicioso -me gustaba verla así de emocionada, Mía tenía un espíritu infantil que contagiaba alegría, si estaba emocionada por algo apenas se podía mantener quieta, era un poco impaciente y esa emoción se contagiaba. - ¿qué pasa?
-¿Por qué?
-me miras como si estuvieras planeando algo, es un poco aterrador – me reí
-nada, pensaba en cosas, ¿puedo preguntarte algo?
-si claro – apoye los codos en la mesa y me acerco un poco, ella casi hizo lo mismo.
-me gustaría saber más de ti, no se mucho en realidad, me refiero a las cosas que te gustan o las que no.
-a ver…¿Qué me gusta hacer? Leo mucho, amo la música, no se bailar y no me gusta, me gusta caminar bajo la lluvia…
-Eso tiene sentido – me reí y ella me siguió - ¿Cómo favorito?
-azul – ni siquiera lo pensó, de pronto sonrió y bajo la mirada, sus mejillas se volvieron rosa
-¿y eso? – pregunte, ella no respondió porque en ese momento llegó nuestra comida.
La comida estaba deliciosa , habíamos terminado nuestros platos, le acerqué una Samosa, ella parecía confundida, tomo una y la mordió, necesitaba con desesperación ver su reacción, tome una, y comí, estaban rellenas de carne entre otras cosas, Mía abrió muchos ojos y me miró.
-¡oh por dios! ¡es picante! – saco su lengua, me reí cuando ella tomó la copa con agua y bebió casi todo el contenido, ella me miró enojada el inicio y luego también río.
-¿te gustaron? -a mi ahora comenzaba a picarme la lengua así que también bebí agua.
-están muy buenas pero…¿no podían quitarle un poco de picor? Siento como si mi garganta estuviera en llamas.
Salimos del restaurante con muy buen humor, comenzó a contarme algunas anécdotas sobre sus amigas, una salida hacia la playa un fin de semana y Elisa saliendo sin su traje de baño debido a una ola salvaje que la golpeo, o que Laura había comido un dulce de broma que le dio Sam y esta estuvo una semana con la boca y los dientes morados, no quiso salir durante días a la calle. Caminábamos, ella de mi brazo ya casi con el sol ocultándose.
-¿te apetece ver el atardecer? – ella miró el cielo y pareció un poco confundida
-de aquí no se ve mucho
-vamos al Millenium bridge – su sonrisa me indicó que le encantaba la idea, la tome de la mano y corrimos para poder alcanzar una buena posición en el puente, subimos rápidamente y por suerte no había mucha gente, Mía se afirmó del barandal y miró hacia el horizonte, me puse detrás de ella apoyando mis manos al lado de las suyas la bajo la cabeza para observarlas.
-es hermoso- susurro pero yo estaba demasiado abrumado con las emociones que me bombardean el pecho en ese momento, Mía puso su mano sobre mía y eso no ayudó a disminuir los latidos de mi corazón, necesitaba saber si ella se sentía igual, me acerqué un poco más, podía oler su perfume, levante mi mano libre y roce su cuello con mis dedos, los deje en el lugar donde mate el pulso y comprobé que latía tan fuerte con el mío, era como si un colibrí estuviera aleteando en su pecho, ella se giró y me miró con una intensidad que no había visto antes en su mirada, ella puso su mano en mi pecho y sintió la misma fuera en mi pecho, cubrí su mano con la mía.
-necesito una promesa, solo una -me susurro, en ese momento era capaz de prometerle lo que quisiera con tal de que esto no terminara, asentí.
-se sincero conmigo, no me mientas – tome su mano y la besé, podía hacer esa promesa.
-te lo prometo – me regalo una sonrisa no muy feliz y luego me abrazo por la cintura apoyando su cabeza en mi pecho, la rodeé con mis brazos y allí nos quedamos hasta que el sol se ocultó.
Regresamos a hotel envueltos en una extraña aura de nostalgia, cuando me iba a despedir de Mía ella se quedó en su puerta sin entrar.
-¿Qué pasa? – pregunte
-yo me preguntaba si…bueno si…
-¿qué?
-¿Podrías quedarte conmigo? – le sonreí, me acerqué a ella y besé su frente.
-por supuesto
Aquella noche nuevamente dormimos en la misma cama y Mía no tuvo pesadillas lo cual me alegro mucho, a la mañana siguiente ella seguía durmiendo cuando me desperté, verla así, con esa expresión de paz en su rostro era muy tranquilizador, el cabello le cubría una porción del rostro así que con mis dedos y con cuidado moví su cabello, ella abrió los ojos con lentitud, aún en su mirada conservaba la bruma del sueño, los cerro y los volvió a abrir esta vez me sonrió.
-Buongiorno – dijo
-Buongiorno fiore – estiro los brazos y luego giro su cuerpo hacia mi
-¿qué haremos hoy? – lo pensé un momento
-podemos pasear por ahí, visitar el Big Ben, el London Eye, el museo británico pero me gustaría que vieras primero la Abadia de Westminster.
-me gusta mucho tu itinerario
-¿a si?- dije jugando-¿Le gustaría contratar algún otro servicio?
-si, tal vez ¿el de desayuno a la cama? – me reí ante su idea
-¡contratado! Ve a ducharte, saldremos en veinte minutos – casi salte de la cama, aún tenia energía que me había transmitido Mía la noche anterior, ella me hacía sentir la energía que tenia adolescente. Llame a la recepción y pedí el desayuno, regresé a la habitación en busca de una bata pero me di cuenta que estaban en el baño, podía escuchar el agua de la ducha corriendo, abrí la puerta con cuidado de que ella no me escuchara, sentí de inmediato el vapor, a ciegas intente estirar mi brazo para sacar una de la estantería pero el baño era muy grande, si entraba Mía se daría cuenta asi que retrocedi y golpeé.
-¿Si? -pregunto Mía
-necesito entrar para tomar una bata
-eh…de acuerdo - ¿Qué? ¿Solo así?, respire profundo y entre, al inicio me limité a no ver hacia mis costado, tome la bata de la estantería y al girarme la vi reflejada en el espejo, la ducha tenía las puertas de vidrio ligeramente empañadas así que solo podía ver su silueta pero era suficiente. Estaba de espaldas a mi, el agua caía por su cuerpo y casi sentí envidia de esta, era consiente que lo que estaba haciendo estaba mal pero no podía apartar la mirada y luego vi algo que llamo muchísimo mi atención y avivó mi curiosidad. En el costado derecho de su cuerpo desde la parte inferior de sus costillas hasta la parte superior de su muslo había algo parecido a un tatuaje, no lo logré distinguir ¿Mía tenía tatuajes? Vaya eso si era una sorpresa, alguien golpeó la puerta y me puse la bata saliendo del baño rápidamente.
Durante la tarde estuvimos caminando frente al Big Ben, por el puente de Westminster mientras Mía me pedía contarle alguna historia divertida, después de reír varios minutos decidí que era hora de mostrarle un lado de mi que no muchos conocían, ella me había confiado una parte importante de su vida ¿cómo no podría hacer lo mismo?.
-entonces estaba el muchacho allí, frente a la chica que le gustaba, tenía una sola posibilidad para pedirle que saliera con el y con lo nervioso que se sentía al llegar hasta ella y cuando tenía toda su atención la única cosa que hizo fue vomitar le encima de su bonito vestido.
-¡oh por dios no! – Mía se cubrió la boca con las manos – pobre chico
-si, todo el mundo hubiera creído que la chica se molestó y corrió de el asqueada pero la verdad es que era una chica amable y se dio cuenta de lo nervioso que estaba el así que en vez de correr ella rompió a reír y eso se o contagió a el, le pidió disculpas y el la ayudo a limpiarse.
-vaya ¿y qué pasó después?
-después por supuesto pudo invitarla a salir y ella aceptó, fueron novios durante cinco largos años, ella fue a estudiar al extranjero pero volvieron a reunirse.
-que bonita historia ¿quiénes eran? ¿Amigos tuyos? – me quedé un momento en silencio
-el chico era yo, Anna es el nombre de la muchacha.
-oh – dijo ella, no supe como interpretar su reacción
-¿la amas?
-con todo mi corazón – Mía se detuvo y se acercó a la orilla del puente para mirar el Támesis, me quedé con ella, era una vista hermosa pero sabía que algo rondaba su mente y sabía también que era pero no podía decirlo aún, no estaba preparado.
Al volver al hotel me di cuenta que estaba un poco distante conmigo, entre con ella a su habitación, fue directo a su maleta y saco su computador, lo apoyó sobre su cama y comenzó a teclear.
-¿Qué haces? – dije
-tengo trabajo que hacer
-¿ahora?
-si, gracias por mostrarme todos esos lugares.
-de nada pero…pensé que…
-no creo que sea necesario que me acompañes esta noche – me sorprendió aquello.
-oh bueno, entonces yo…creo que es mejor si…
-si - ¿qué diablos pasaba? ¿Se debía a que le había dicho que amaba a otra mujer?
-Mia me gustaría decirte algo antes de marcharme
-¿si? – me senté a su lado
-te hablé sobre Anna
-así es -no me miraba seguía tecleando en su computador, ¿cómo le diría esto?
-ella…es verdad lo que te dije, mi amor por ella…nunca podré compararlo con nada – suspiro, por supuesto que eso era lo que la molestaba, decirle que amaba a otra mujer, era adorable eso me dio un indicio que estaba haciendo lo correcto en abrirle mi corazón. – ella… murió
-¿qué? – giro su cabeza para mirarme
-debía ir a buscar a mi hermana a la casa de una amiga pero tenía que entregar un proyecto importante en la universidad al día siguiente, solo tomaría unos minutos ir y volver pero Anna me vio demasiado sumido en mi trabajo y ella se ofreció a ir por ella pero…nunca regreso, lo que supimos fue que un conductor ebrio chocó su auto y murió de camino al hospital, si tan solo hubiera sido menos egoísta tal vez yo estaría en su lugar – Mía me miró sorprendida y tal vez un poco horrorizada pero su reacción me tomo por sorpresa, rodeo mi cuello con sus brazos y me atrajo hacia ella.
-no digas eso, lo lamento tanto – por alguna razón no pude devolverle el abrazo, hacia años que no hablaba de este tema y siempre me destrozaba recordarlo. - no fue tu culpa
-he estado años convenciéndome de eso pero no lo logro – apoye mi cabeza en su hombro, me sentí muchísimo mejor al contárselo. – por eso no puedo hacerle promesas a nadie, prometí cuidarla y no lo hice, mis promesas son vacías, siempre lo serán.
-Dante…
- créeme, todas las palabras de aliento me la han dicho un millón de veces, que yo no tuve la culpa, si Anna estuviera viva no le gustaría verme triste…cada una de ellas las he escuchado un millón de veces – me levante alejándome de ella – no soy bueno Mía ni para ti ni para nadie, soy egoísta y aunque odie serlo ya es muy tarde para intentar cambiar algo – se sentó en la orilla de la cama escuchando me atentamente – no quiero volver a sentirme como ese día que supe que había muerto, siento terror de volver a lastimar a alguien, no quiero ser el causante de otra desgracia, ella murió por mi culpa, ya lo sé y lo asumí, cargaré con eso en mi conciencia – Mía se levantó y me miró , no dijo nada, tomo mi mano y la besó, no esperaba eso, contuve el aliento.
-dice que eres egoísta pero…estas aquí cuidándome para que nada me pase, eso no me parece egoísta, en lo absoluto – a pesar de que sus palabras eran sinceras, no podía creerle. – se que te dije que no era necesario pero lo siento es que si lo es, anoche no tuve pesadillas porque estabas conmigo, no he dormido en calma desde hace mucho, gracias – Mía era algo especial, solo ella podía calmarme de ese modo, su voz llegaba directamente a mi corazón y aunque aún estaba asustado por lo que me hacía sentir, era reconfortante tenerla cerca.
Loa días siguientes fueron muy agradables, recorrimos varios lugares increíbles. Al llegar el dia noté cada vez más tensa a Mía, debía hablar con Adrián para preguntarle si su madre había regresado, el muy desgraciado le dijo por teléfono que habían llevado a su madre a casa de Nadia en Chelsea para que ella la cuidara pero que no se preocupara que el la llevaría así que debíamos ir a su casa para de ahí ir a Chelsea.
-hola – nos saludó el coglione, al entrar nos ofreció té pero lo rechazamos, no estábamos de humor para sus estupideces. Adrián nos llevó en su auto a Chelsea. Durante los quince minutos que duró el viaje nadie dijo nada, yo sujete con fuerza la mano de Mía. Por fin llegamos y pudimos estirar las piernas al salir, entramos a la casa, nos recibió Nadia, la casa era casi tan ostentosa como la de Queen's Gate gardens pero era mucho más pequeña, nos sentamos en la sala, Nadia fue a despertar a su madre, no me gustaba estar aquí sin hacer nada, me sentía como un mueble.
– me gestaría discutir algo contigo a solas Mía ¿me acompañas a la cocina?
-de acuerdo – odiaba que estuviera solo con ella y no tenía nada que ver con celos, era solo porque sabia que en el pasado el la había maltratado, Mía se acercó a mi, puso su mano en mi rostro al darse cuenta que no estaba para nada de acuerdo.
-solo tardaremos unos minutos, vuelvo enseguida
-esta bien
Espere varios minutos, estaba solo en esa enorme sala, si bien era un poco más acogedora que la otra, igualmente me sentía incómodo. No quería interrumpir alguna conversación pero era desesperante no saber que sucedía, ¿y si Adrián le había dicho algo que la lastimara? Mía había tenido una pérdida y el tipo ni siquiera lo sabía ¿qué clase de pareja había sido con ella? Me enfermaba ya no lo soportaba, me levante del sillón y entre a la cocina, lo que vi me dejó helado, Mía estaba con la espada en la pared y Adrián le sostenía los brazos, ella se retorcía claramente incómoda, la estaba besando a la fuerza, lo tomé de la parte trasera de su camiseta y lo aleje de ella.
-bastardo! come osi toccarla? – intente agarrarlo del cuello pero Mía se interpuso entre nosotros.
-Dante por favor no aquí
-nos vamos – le deje tomándola de la mano
-Solo…espera ¿de acuerdo? Déjame hablar con Mariana y nos iremos – su mirada suplicante me desarmó pero la ira seguía creciendo en mi quería hincarle los dientes a ese mal nacido en el cuello y separarle la cabeza del cuerpo pero me contuve, Mía me llevo a la sala y me fije que el coglione le había mordido el labio, comenzaba a hincharse, tome su rostro y lo acerque al mío.
-oh mio fiore, cosa ti ha fatto? – sentía la necesidad impetuosa de borrar cualquier rastro del coglione de su cuerpo por eso me incliné y la besé sin importarme nada donde estuviéramos.
-estoy bien – me susurró
-se quel tizio ti si avvicina di nuovo ...
-calmati Dante, questo finirà presto
-Non sopporto il pensiero che ti facciano del male, sei molto importante per me Mía – apoye mi frente con la de ella.
-Mis sospechas eran ciertas – la voz de Mariana nos hizo separarnos aunque yo no solté la mano de Mía, Mariana se acercó y se sentó en el sillón, se veía más pálida y más cansada que la última vez – por favor siéntese
-Mariana yo…-comenzó Mía
-tranquila cariño lo entiendo, las madres tenemos un sexto sentido, sabia hace mucho que algo no andaba bien entre Adrián y tu incluso antes de que terminaran su relación pero el se empecinaba en decir que estaban bien.
-Lo lamento
-¿qué lamentas querida?
-no haberlo dicho antes
-eso no importa, lo importante es que lo se.
-lamento haberte mentido
-tu no lo hiciste -Mariana miró a un costado donde estaba Adrián, su mirada fue severa – y tu querido, no sabes lo feliz que me siento al ver como cuidas a esta chica. – Nadia también estaba presente y miraba a su hermano de la misma manera que su madre.
-ven conmigo ahora -le dijo Nadia a Adrián y ambos desaparecieron en la cocina. Mía se levantó y yo la imite, se acercó a abrazar a Mariana y ambas lloraron, de verdad esa mujer actuaba como una madre para Mía, le limpió las lágrimas.
-cariño ya tranquila, por esto no dejaré de quererte.
-te llamaré cada día
-esperare tu llamado, ahora toma al chico guapo y regresen a casa
-te quiero muchísimo, gracias
-yo también te quiero pajarito.
Mariana se levantó y me abrazó también a mi, era una buena mujer, lo confirmaba ahora de verdad esperaba que pudiera vencer el cáncer y viviera muchos años, se merecía tener una feliz vida. Al salir de su casa y mientras esperábamos un taxi, Mía lloró en silencio, yo no me di cuenta hasta que la mire.
-fiore tranquila -la envolví con mis brazos y ella lloro sobre mi pecho, sabia que le dolía separarse de Mariana, era de esperar, se conocían desde hace años. Luego de unos minutos limpié sus lagrimas y la mire.- ¿cómo te sientes?
-mejor, vamos
-de acuerdo.
Mía estuvo pensativa mientras cenamos, esta vez en mi habitación, no quería molestarla así que comimos en silencio.
-¿crees que fue lo correcto? – me pregunto de pronto.
-¿te arrepientes de haberlo hecho?
-no, digo…no lo sé
-yo creo que lamentas mas terminar tu relación como familia con Mariana que la tenías con Adrián.
-tal vez es eso, me duele dejarla o no estar ahí cuando…- me acerque a ella
-hey, tranquila debes pensar positivo, ella se recuperará- asintió.
-estoy harta
-¿de que?
-por años creí que era feliz pero la verdad es que nunca lo he sido, excepto…- no termino la frase
-¿excepto?
-cuando comimos galato, o en ese restaurante y en Westminster – ella sonrió al recordar esos momento lo cual yo también hice. – lo disfrute mucho, de verdad.
-yo también lo disfrute
A la mañana siguiente, desperté antes que ella, al levantarme de la cama la destape, no me había dado cuenta que pijama estaba usando, era un conjunto de satén azul, camiseta de tirantes y pantaloncillos cortos, pude ver un atisbo de su tatuaje en su pierna, podía ver un par de hojas sombreadas en grises, me sentí curioso sobre que había más arriba, Mía se estiró y yo fui al baño antes de que ella se despertara por completo.
Al salir Mía ya se había vestido y estaba desayunando, me uní a ella, había una extraña tensión entre nosotros como si el solo hecho de hablar pudiera romper la burbuja que habíamos creado estos días, cuando pretendía por fin romper ese silencio sonó mi teléfono.
-Luca
-¿te llamó Fabiana? – me dijo a penas respondí
-eh, si hace unos días – miré a Mía pero ella estaba concentrada comiendo un pastelillo relleno de crema.
-¡maldita sea! ¿No te dijo nada?
-Dijo que quería otra reunión – intente no dar demasiados detalles.
-le envié la cancelación de su contrato incluyendo las reglas que había incumplido…de verdad lo siento.
-¿pero que pasa? – ya me estaba preocupando
-alguien entro a tu departamento anoche, no se llevó nada pero…
-¿Qué? ¿Pero qué? -me levante de la mesa Mía me miró preocupada.
-encontraron tu cama deshecha y prendas de una mujer en el suelo, he ido a tu casa estos días y no estaba así.
-claro que no, deje ordenado ya sabes como soy
-lo sé, ¿vuelves hoy no?
-si
-la policía tiene vigilado el edificio así que no te preocupes si al llegar te hacen un control o algunas preguntas
-de acuerdo, gracias por avisarme pero ¿cómo sabes que fue ella?
-no tengo idea, lo sospecho, se como huele su perfume y el lugar estaba impregnado con su olor.
-debemos hablar con ella
-¿estás loco? La mujer está descontrolada ¿quién entra a la casa de otro a la fuerza? Nos limitaremos a hacer lo que nos dice la policía.
-de acuerdo
-nos vemos hermano
-si
Al colgar me que de un momento mirando mi teléfono, pensando en lo que haría, si Fabiana había entrado una vez podía hacerlo de nuevo ¿cómo nadie la había visto? Y lo peor de todo ¿cómo sabía donde vivía? Debía solucionar esto cuanto antes a penas llegara a Italia, siempre supe los peligros de este trabajo, y había pasado esto antes un par de veces pero no iba más allá de unos mensajes extraños o encuentros “fortuitos" en algún lugar que frecuentaba.
-¿está todo bien? -pregunto Mía – pareces preocupado
-si, está todo bien, solo problemas en el trabajo
-oh – ese “oh" me dio a entender que no quería saber nada más, sabia a que trabajo me refería, a pesar que cada vez era más consiente de lo que era Mía para mi, no podía arrastrarla a esto, tal vez por eso era nuestro silencio porque sabíamos que una vez regresando a Italia todo sería como antes, ella alejándose de mi y yo cobardemente cosechando lo que sembré, eso no podía cambiarlo pronto, no al menos hasta terminar todos mis contratos, no le pediría a Mía que me esperara, eso era injusto para ella, merecía a alguien mejor que yo, a alguien que le dedicara su tiempo como se merecía, que la amara sin ninguna restricción y ese alguien no era yo.
Preparamos las maletas y dejamos el hotel rumbo al aeropuerto, no podía dejar casi de mirar a Mia, se puso unos jeans y una blusa negra que tenía transparente las mangas y dejaba ver su clavícula, la tela transparentaba la parte superior de un bonito bralette del mismo negro con pequeñas flores Rojas, ¿sería también transparente? ¿Seria un conjunto? ¿bajo esa blusa se podrían ver sus…? – aparte la mirada y mire por la ventana del taxi, repentinamente el pantalón comenzó a incomodarme, ¡maldita sea no podía dejar de pensar en el tatuaje! Mi imaginación recreó una imagen bastante vívida de mi siguiendo las líneas de aquel dibujo sobre su piel incluso trazando el contorno con mi lengua.
-¿Dante?
-¿ah? – conteste demasiado de pronto.
-¿estás bien? Pareces…nervioso -no estaba nervioso, estaba excitado como un muchacho debido solo a mi imaginación
-estoy bien – no entendía ¿cómo era que ahora me sentía así cuando hace solo un par de horas había estado durmiendo en la misma cama y no había pasado nada? ¿Qué diablos me pasaba? Y luego me golpeo el recuerdo de ella desnuda y muy mojada en la ducha, si no detenía estas imágenes ahora, cuando llegáramos al aeropuerto no podría levantarme de mi asiento.
El viaje en avión no cambió mucho la situación, Mía se sentía muchísimo más cómoda conmigo que el día en que llegamos y se acomodó sobre mi hombro con mucha confianza y se durmió, yo por suerte había sacado llevado un libro y me dediqué a concentrarme en el, estuvo bien al menos la primera media hora, luego Mía se acomodó y sentí su aliento en mi cuello, su mano descansó sobre mi muslo llevándome casi al precipicio ¿cómo soportaría la siguiente hora que nos quedaba aún de vuelo? Además olía de maravilla, esto era una tortura.
Al salir del avión esperamos pacientemente nuestras maletas, Mía estaba a unos pasos de mi muy atenta a la cinta transportadora, cuando por fin divide nuestras cosas ella se inclinó y tomo ambas, había un hombre a la misma distancia que yo y su manera de mirarle el trasero a Mía me molestó muchísimo me acerqué a ella, con mi mano recorrí su cintura y la acerque a mi, el hombro levanto una caja y luego se marchó.
-¿pero que…? – dijo ella
-te quería ayudar con las maletas – por suerte ella se lo creyó.
Tomamos otro condenado taxi y fuimos primero a su casa ya que estaba un poco más cerca, se bajó del auto y saqué sus cosas del porta maleta del auto, ella me miró con nostalgia.
-debo…eh solucionar un par de cosas- dije en un intento de que nuestra despedida no fuera exactamente eso.
-entiendo, gracias otra vez por todo – ella puso los brazos alrededor de mi cuello casi colgándose a mi porque apenas tocaba el suelo al hacerlo, me incliné un poco para que no hiciera tanto esfuerzo, rodeando con mis brazos su cintura mi cuerpo se pegó al suyo, tan cálida, tan suave y aromática, me volvía loco, podía confirmarlo ahora, mis dedos rosaron ligeramente la piel que quedaba al descubierto en su espalda pero antes de poder seguir disfrutando de ella, sus brazos bajaron a sus costados, nuestros rostros quedaron muy cerca y si no fuera porque el taxista le tocó la bocina a un auto que se había cruzado frente a el sin señalar, hubiera besado a Mía y eso era lo que quería más que nada en aquel momento.
-Fiore llámame- susurre, ella no dijo nada, se alejó poco a poco hasta que tuve que soltarla, tomo su maleta y dio media vuelta, la hubiera tomado en mis brazos y no la hubiera soltado hasta que me dijera que me llamaría pero no podía hacerlo, entró su edificio y desapareció de mi vista.
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La pasión de Dante
RomanceDante tiene un trabajo peculiar, Mía es una chica que necesita una motivación para recuperar su vida.