Capitulo IV

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Dante estaba comiendo un cupcake de menta y chocolate que se veía muy apetitoso, sonrió al ver mi cara.
-¿quieres? – asentí el me dio la mitad del cupcake y al probarlo abrí mucho los ojos, estaba increíble, tenía pedazos de chocolate lo que lo hacía crocante – es mi sabor favorito
-¿de verdad?
-si, deberíamos hacer cupcakes un día.
-¡es una buena idea!
-por cierto a propósito de cocinar, tu pasta estaba realmente buena – al inicio no supe a que se refería, hice memoria y recordé que la ultima vez que lo vi le había cocinado.
-ah, gracias
-fue importante de verdad que fueras a verme
-era lo menos que podía hacer después de llegar borracha a tu casa.
-no estabas tan borracha - sonrió
-no recuerdo nada, de hecho eso es lo que quería preguntar.
-dime
-¿dije algo ese día? – contuvo la risa.
-dijiste muchas cosas, ninguna comprometedora.
-pero dime ¿qué fue? – apoye el rostro en las manos mientras esperaba que el hablara, dejo de masticar por algunos segundos, me miró atentamente, primero a los ojos y como si me estuviera examinando fue bajando hasta mis labios para luego bajar la cabeza limpiarse la boca con la servilleta y suspirar sonoramente.
-dijiste que estabas feliz de verme y que me extrañabas que nunca más dejarías que pasara tanto tiempo para llamarme luego me miraste y… - sonrió avergonzado.
-¿qué?
-dijiste que tenía los ojos más bonitos que habías visto nunca, que tenían el color de tu manta favorita de niña – intente recordar esa manta pero no lo logré- además de eso, mientras te llevaba a la habitación dijiste que te gustaría que nuestros hijos tuvieran mis ojos – me cubrí el rostro con las manos ahora si que estaba avergonzada, quería que se abriera un agujero en la tierra y me tragara.
-lo siento
-yo te respondí que a mi me gustaría que tuvieran tus ojos – lo mire sorprendida, levantó su mano y me acarició la mejilla, solo un roce – luego mientras te dormías dijiste algo sobre quemar cartas. – lo pensé un momento, al inicio no tenía sentido pero luego recordé las cartas que tenía escondidas en el ropero. – no entendí mucho
-son cartas de Adrián, el me daba una cada mes el primer año de nuestra relación.
-¿aún las conservas?
-si, ni siquiera sobria había pensado en ellas, que extraño tampoco recuerdo tener una manta azul. -Dante se encogió de hombros, tomo un chocolate y lo mordió, ahora entendía a que se refería con los sonidos que hacía, cerro los ojos y saboreó el chocolate en su boca, ahora era yo la que quería hacer cosas indecentes sobre esta pequeña mesa.

Llegamos a mi edificio tomados de la mano, un gesto que poco a poco se iba convirtiendo en algo común, creí que el subiría para continuar nuestra conversación que había estado muy animada pero tiro de mi brazo ya que se detuvo antes que yo.
-tengo trabajo que hacer, tengo una cesión en Villa Borghese, quería preguntarte si…¿quieres acompañarme?
-¿yo? – de pronto me sentí animada, Dante se acercó y entrelazó ambas manos con las mías, se encogió de hombros y me miró.
-me gusta estar cerca de ti, quiero que veas lo que hago además te gustará – la semana pasada había entregado todos los manuscritos que debía, incluso había trabajo adelantado, el fin de semana se extendía frente a mi bastante libre.
-de acuerdo pero me daré una ducha primero
-esta bien 
-pero espérame adentro, hace frío aquí, te congelaras.
Al entrar a casa Dante recorrió el departamento con curiosidad, precisó las fotos que teníamos, la verdad con su altura hacia ver el lugar bastante pequeño.
-¿se conocen desde hace mucho con tus amigas? -pregunto mientras me quitaba el abrigo.
-con Elisa desde la escuela, Con Laura de la universidad y con Sam – me quedé un momento en silencio, Dante se giró para mirar que había pasado -Gabriela nos la presentó.
-Gabriela es la chica con la que…oh entiendo.
-¿quieres algo de tomar?
-oh no gracias, sto per esplodere. – me reí con eso ultimo.
-de acuerdo, seré rápido
-esta bien.
Me di la ducha más rápida de la historia y luego se que mi cabello, ya que íbamos a estar al parecer en el exterior me abrigue bien, saque una bufanda roja y me dejé el cabello suelto para que me protegiera del frío, al salir me encontré con Dante revisando su cámara, nunca lo había visto con ella en sus manos, levantó la mirada y sin darme cuenta ya me había saco una fotografía, la miro y sonrió, guardo la cámara en su bolso y tuve ganas de tener una fotografía de el también.
Pensé que saldríamos y nos iríamos caminando, nosotros vivíamos en Rione I Monti y Villa Borghese quedaba un poco lejos de allí, Dante me llevo directo a los estacionamientos.
-¿qué…? -pregunto intrigada, el hizo sonar su auto y entendí que cuando vino por mi había llegado en auto.-¿dabas por sentado que te diría que si? – volvió a encogerse de hombros - ¡deja de hacer eso! – le golpee el pecho con suavidad, al inicio sonrió pero luego hizo una mueca de dolor, compre di que no estaba del todo curado. -¡oh no lo siento mucho!
-no te preocupes ya pasó ¿vamos?

La pasión de Dante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora