Capitulo V

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Estaba trabajando en las ultimas horas del manuscrito, por suerte Giano no fue despedido y nos ayudó también, se disculpó con nosotras por habernos metido en el lío, Giano era un buen chico, un poco distraído pero nada que no se pudiera solucionar. Ya para mitad del día había terminado mi trabajo al igual que Ariella y Giano, hice tres copias, una mía, otra para Ariella y la última para la editorial, lo pise en un pendrive y se lo lleve a la oficina a Alonzo.
-aquí esta el manuscrito, solo para que estés al tanto, hice dos copias, se que no esta permitido por filtraciones pero es la única forma que podamos tener seguros los trabajos sentía que mi voz salía cada vez más lenta.
-estoy totalmente de acuerdo contigo, no podemos permitir que algo así pase otra vez, te agradezco mucho el esfuerzo que hicieron – asenti, Alonzo se quedó en silencio un minuto – te invitaría a tomarnos una cerveza pero por tu cara veo que estás muy cansada.
-si, anoche no dormí
-bueno vete a casa, dile a Ariella lo mismo y nos vemos el lunes – volví a asentir sin energías ni siquiera para contestar, volví a mi escritorio, le avisé a Ariella que nos podíamos marchar y ordené mis cosas, busque mi celular en el abrigo de mi chaqueta y marque a Dante, contesto al tercer tono.
- fiore
-no vengas por mi, salí antes de la editorial así que tomaré un taxi
-voy por ti ahora
-no es necesario de verdad
-esperame allí no tardo.
Me senté en un costado de las escaleras del edificio, los ojos me pesaban una enormidad apenas podía mantenerlos abiertos, además el estómago me gruñia recordé que no había desayunado, apoyé la cabeza cerca del pasamanos y aunque sabía que estaba mal y era peligroso no pude evitar cerrar los ojos y dormitar.

-Fiore – susurraba muy bajito, sentía una mano acariciar mi rostro – Fiore Amore despierta
-¿qué? – abrí los ojos lentamente para encontrar la sonrisa más bella del día -hola guapo
-te dormirte aquí
-eso…creo – volví a cerrar los ojos pero la voz de Dante volvió a traerme a la realidad.
-vamos no puedes seguir aquí, ven iremos por algo de comer.
-llévame a casa
-pediré algo entonces, ven – me ayudó a levantarme, arrastre los pies hasta su auto, me ayudo incluso a ponerme el cinturón de seguridad, vi cuando entro y puso en marcha el auto pero luego de eso volví a caer en un profundo sueño.
Sentí que había pasado mucho tiempo, tuve un sueño muy bonito tanto que no quería despertar pero luego se volvió como siempre en una pesadilla, veía a Adrián acercarse a mi, no podía moverme ni gritar, quería salir de allí, alejarme de el pero seguía caminando hasta que me tomaba del brazo y tiraba de mi llevándome lejos, Dante me miraba desde el otro lado.
-¡hey Mía! -Dante estaba frente a mi con sus manos en mi rostro y me miraba preocupado.
-¿Qué pasó? – pregunte desorientada
- gritabas mi nombre
-lo siento, estas pesadillas me agotan
-¿tienes muchas?
-casi todas las noches
-vamos adentro, ya llegamos.
Una vez adentro del departamento, me di cuenta que Elisa había dejado una nota, había salido con Marco y volvería en la tarde.
-casi se pega un susto de muerte
-¿quién?
-Elisa, me vio en tu habitación en la mañana antes de irme, creyó que era un ladrón
-debi haberme avisado – ambos reímos
-pedire comida ¿quieres algo especial?
- lo que elijas estará bien
Me senté en el sillón y cerré los ojos, no quería dormir porque probablemente tendría otra pesadilla, podía escuchar como Dante se movía de un lado a otro por la cocina arreglando todo para cuando la comida llegara, cuando llegó la comida el se encargó de todo.
-¿Fiore? – no tenía energías para responderle, moví la mano ligeramente pero posiblemente el no la vio. Escuche que hablaba por teléfono, al inicio pensé que era la comida pero no, hablaba en italiano aunque aún no estaba familiarizada al cien por ciento logré entender lo que decía.
…Bueno dile que se busque a otro, le dije que era la ultima vez que lo hacía, no pudo seguir haciéndome pasar por su prometido…se que es mucho dinero pero ella siempre se ha excusado en eso, me lo dijo, se que quiere algo más…por supuesto que lo he dejado claro ¿quién crees que soy?, amigo me ha seguido en varias ocasiones, ya raya en lo sicópata…lo se lo se pero…si…de acuerdo, llámala y dile que será la ultima vez, después de esto deshazte de su expediente, de su número y cualquier contacto que tengas…si…nos vemos. 
Me sentí un poco culpable por escuchar a “hurtadillas" ¿tenia una acosadora?, se vinieron muchas preguntas a la cabeza, ¿sí estábamos juntos el recibiría siempre este tipo de llamadas?. Aún tenía puesto el abrigo y me servía para ocultar la mitad de mi rostro, Dante se movía, se acercó y puso en la mesita la comida, lo supe por el delicioso aroma que llegó a mi, estaba muy cerca podía también sentir su perfume.
-Fiore la comida ya está aquí- abrí los ojos lentamente y vi como comenzaba a desabrochar mi abrigo, me sentía como una niña pequeña, me levante y me ayudó a quitarme por completo la prenda, me quité la goma del cabello y lo dejé suelto, ya me dolía la cabeza traerlo amarrado tanto tiempo, me fije en la comida, había sushi, la mayoría de los rolls los conocía pero habían algunos envueltos en una especie de tocino, Dante vio mi confusión.
-prosciutto
-¿es una broma? – ambos reímos, el se encogió de hombros tomo los palillos y tomo uno, lo acerco a mi, confirmado, me había vuelto una niña pequeña, abrí la boca y comi, estaba delicioso, estos italianos si que sabían combinar sabores.
-¿está bueno? – pregunto
-increíble – tome mis palillos y comimos.
Cuando terminamos, incluso antes de dejar los palillos mi teléfono sonó, vi la pantalla y las ganas de contestar se esfumaron.
-¿pasa algo?
-no nada – me levante y conteste – Hola mamá
-Hola cariño ¿cómo estás?
-bien – sabia que esta llamada no era solo por saber como estaba, mi madre no hacía nada al azar mucho menos después que la boda fuera cancelada. - ¿qué pasa?
-nada, solo quería saber si te está yendo bien, si vives en condiciones.
-¿en condiciones?
-si, ya sabes si estás cómoda
-estoy cómoda – mire a Dante el me observaba con atención.
-con tu padre estábamos pensando en nuestras vacaciones y quisiéramos visitarte.
-okay – esa excusa no me la creía porque mi padre no se había tomado vacaciones desde que comenzó a trabajar en el hospital.
-asi que puedes darme tu dirección así la anoto y no debo molestarte después. – ahora sí que sospechaba.
-bueno, cuando lleguen al aeropuerto me llaman y yo los voy a buscar
-no te preocupes podemos llegar solos – ahora comprendía muchas cosas, por ejemplo, como Adrián se había enterado donde estaba, mi madre siempre defendió a Adrián
-Adrián está aquí – casi como si fuera un gatillante, Dante se levantó y se acercó a mi confundido.
-¿de verdad? ¿Ya te encontraste con el? – ¡allí estaba! Ese interés oculto por fin salía.
-fuiste tú la que le dijo dónde estaba ¿cierto?
-cariño…
-fuiste tú ¿cómo pudiste? – ahogue un jadeo, Dante se acercó y puso sus manos en mis hombros.
-Mia debes hablar con el, tal vez las cosas se arreglen.
-¡No mamá! Me engañó y…- me contuve a tiempo antes de decirle el resto de cosas que me había hecho – No puedo creer que me traicionaría de esa manera, entiéndelo de una vez, no quiero verlo de nuevo en mi vida y no me llames otra vez si no tienes otra cosa que decir que no tenga que ver con ese tipo.
-hija el me llamó llorando, esta arrepentido, no creo que tu amor por el se terminara de un día para otro.
-claro que no termino de un día para otro pero hace mucho tiempo que no sentía nada por el, por favor mamá eso ya terminó por favor no sigas – sentí los labios de Dante en mi hombro lo cual me desconcertó un poco pero me sentí tranquila.
-solo hablen tal vez al menos lo perdones.
-no mamá eso no pasara – ya no podía seguir hablando con ella así que colgué, me cubrí el rostro con las manos más por rabia que por tristeza.
-¡hey! – me giré y escondí el rostro en el pecho de Dante, el me obligó a mirarlo – ya, tranquila
-no lo puedo creer, mi propia madre.
-¿ella sabe lo que te hizo el? – negué con la cabeza.
-nadie lo sabe excepto tú – le sorprendió eso.
-tal vez deberías decírselo
-no, si lo hago lo único que ganaré es que me diga que tal vez fue mi culpa. – pensé en eso ultimo – y…tal vez lo fue
-¡no! Eso no, no fue tu culpa fue la de el, de nadie más. Mereces toda la felicidad del mundo, eres una mujer fuerte y podrás con esto.
-¿Por qué haces esto? Ni siquiera nos conocemos lo suficiente.
-quiero conocerte y quiero que me conozcas – recorrido mi rostro con sus dedos, cerré los ojos para disfrutarla.
-cargo muchos problemas Dante
-y yo cargo los míos también, solo…disfrutemos de esto ¿de acuerdo? – debía decírselo, tenía aquel nudo en el estomago cada vez que lo veia, como si quisiera decirle algo pero no podía.
-señor que no debería decirlo porque no estamos preparados para esto, ni tu ni yo y me lo has dicho pero necesito hacerlo.
-¿qué cosa?
-me gustas Dante, más de lo que quisiera, me siento bien contigo y que todo estará bien. – bajo la cabeza avergonzado, cuando la levantó sus mejillas estaban rosadas.
-quiero…
-¿qué quieres? – el solo observaba mis labios pero antes de hacer algo se abrió la puerta de entrada, Elisa entró y se congeló en la puerta al vernos, estábamos abrazados y mirándola a ella, no dijo nada se agachó un poco y comenzó a cerrar lentamente la puerta como intentando desaparecer y nos dio un ataque de risa, ella puso una expresión triste.
-lo lamento, siento como si interrumpiera a cada momento que los veo.
-tranquila, vamos entra. – la anime.
-hay sushi por si quieres comer – dijo Dante, me aleje de él para traerle un plato a mi amiga.
-gracias, muero de hambre – Dante se sentó frente a ella en el sillón, Elisa tomó una pieza de sushi y la comió con emoción. – me agradas Dante de verdad, me agradas muchísimo- dijo con la boca llena.
-¿cómo te fue con Marco? – dije mientras dejaba el plato y me sentaba junto a Dante.
-¿tenías una cita? – dijo el con una sonrisa.
-si, me llevó a Decima Malafede
-A la reserva natural – aclaró Dante
-si, fue de locos, habíamos llevado comida para todo el día casi pero al llegar y recorrer el lugar el hambre nos venció y nos comimos todo de una sentada. Pero fue increíble, las piernas me duelen pero valió la pena ¿puedes creer que hay hasta un esqueleto de dinosaurio? Y hacen estas cosas con las carretas.
-¿carretas? – pregunte, Dante también parecía confundido.
-esos carros que aparecen en Troya
-ah pero Elisa esos son carros de guerra no carretas
-¡eso! También hay un museo precioso ¿Has ido Dante?
-si, un par de veces
-entonces debes llevar a Mía, a ella le gusta esas cosas antiguas, fósiles, la civilizaciones, todas esas cosas viejas.
-tienes razón deberíamos ir ¿por cierto que has visto de Roma? Llevan varios meses aquí.
-no mucho la verdad, ósea yo más que ella, antes que te conociera lo único que hacía era ir de la editorial a casa y así todos los días, los fines de semana se quedaba aquí o salía con nosotras si la obligábamos.
-le mostrare la ciudad, hare un circuito con cosas que le encantaran – Dante se mostraba muy entusiasmado.
-¡Hecho! -Elisa estiro su mano hacia Dante y ambos se las estrecharon como si estuvieran cerrando un trato olvidándose por completo que yo estaba allí. – sácala de aquí, llévala a donde sea, que tome aire, que absorba un poco de vitamina D, aunque preferiría que fuera vitamina P – Elisa susurro esto último solo para mi, la mire escandalizada ella solo se encogió de hombros y siguió comiendo. – el prosciutto en el sushi es el mejor invento de la existencia.
-¿cierto?, te lo dije fiore – yo solo pise los ojos en blanco, estos dos iban a asesinarme con sus ideas, pero por muy locas que fueran me gustaban.
-algún día deberíamos salir todos juntos
-¿todos? – pregunte
-si, las chicas, Marco, Dante y tu, no o se ir un fin de semana a Capri o a Nápoles me muero por conocer Napoles.
-o Sicilia – respondió Dante – mis padres tienen una casa allí y conozco un lugar hermoso que amaran.
-de acuerdo, debemos organizarnos y lo haremos apenas el calor comience.
-me gusta como piensas Elisa
-lo sé-me reí con ambos, eran unas máquinas para organizar viajes.

Dante se marchó esa tarde, al mirarme por última vez sentí como si me hiciera un millón de promesas , por primera vez en mucho tiempo sentí esperanzas.

Con todo lo que había pasado con el manuscrito perdido, todos los trabajos que teníamos fueron re agendados, adelantaron todo y la editorial se volvió un caos, casi traducimos un manuscrito diario, al final de la semana estaba agotada, Dante me llamaba al final del día pero no podía mantener ni por cinco minutos los ojos abiertos y me dormía mientras el me hablaba, me sentía mal por el, así que un día le dije que iría a su departamento, echaba de menos la vista de Roma desde su balcón. Me sentía cansada, si, pero no podía dejar mi vida de lado, había pasado un mes desde la ultima vez que había visto a Dante y me sentía ansiosa por hacerlo.
Esperé frente a su puerta, había comprado un pastel de frambuesas para compartir con el, al abrir la puerta me recibió una chica rubia, frunció el ceño al verme luego una gran sonrisa iluminó su rostro al ver el pastel, segundos más tarde apareció Dante usando un mandil en su cintura.
-¡Fiore! Te estábamos esperando, pasa.
-Hola - me saludo la chica, era un poco más alta que yo pero por lo que deduje en edad era menor – Soy Sabrina la hermana del stronzo, puedes llamarme Brina.
-Hola soy Mía.
-¡que bueno conocerte! Hace mucho tiempo que Dante no me presenta a una amiga suya, desde…
-Brina – eso fue como un regalo de parte de Dante a su hermana
-bueno desde hace mucho – entre al departamento y el aroma a carne asada me hizo agua la boca, le di el pastel a Brina y esta lo llevo a la cocina mientras Dante se desataba el mandil y se lo daba a su hermana, antes de salir de allí, el se acercó a mi y examinó mi rostro.
- ¿te sientes bien? Estas pálida-  el dorso de su mano acarició mi mejilla.
-si, es solo que he trabajado demasiado, me siento agotada.
-ven siéntate, la comida estará lista dentro de poco ¿quieres vino?
-de acuerdo – me senté en la mesa que ya estaba preparada, Brina se sentó a mi lado.
-¿qué haces? Me refiero a tu trabajo.
-soy traductora en una editorial
- de español ¿no?
- si a veces en ingles también al italiano
-vaya que interesante, yo fui a España por estudios durante un año y después comencé a estudiarlo por mi cuenta.
-lo hablas muy bien
-gracias, por cierto ¿cómo conociste a mi hermano? – comencé a entrar en pánico, no podía decirle que había sido contratado por mi amiga para ser mi regalo de cumpleaños, Dante se acercaba con tres copas y la botella de vino, las puso sobre la mesa y comenzó a servir con maestría.
-me contrato su amiga para su cumpleaños- dijo sin siquiera titubear, lo mire sorprendida – Brina sabe de mi trabajo así que tranquila.
-lo sé pero aún me parece raro y no me gusta, supongo que a ti tampoco ¿cómo puedes soportar ser su novia y que eso no te moleste?
-nosotros no…no somos…yo no soy, yo…no somos novios– me puse nerviosa.
-somos amigos – respondió Dante, Brina miró a su hermano y luego a mi con los ojos entrecerrados como si no creyera lo que decíamos.
-si ustedes lo dicen – se encogió de hombros.
Todos ayudamos a servir, luego nos sentamos a comer y realmente estaba todo delicioso, la carne en su punto, las verduras salteadas estaban increíbles, además de que habían escogido un vino excelente, aunque yo no era mucho de beber vino pero junto con la carne hacían una combinación explosiva, luego de comer Brina se levantó y fue a dejar los platos, quise ayudar pero no me dejo.
-Brindemos – dijo Dante
-¿y eso?
-por qué por fin nos vemos.
-lo lamento me hubiera gustado que fuera antes.
-esta bien lo importante es que estamos aquí - brindamos y bebimos, cuando dejé la copa sobre la mesa Dante tomo mi rostro y me dio un beso rápido, me quedé con los ojos muy abiertos, eso no me lo esperaba.
-¡Lo sabía!- casi gritó Brina – era obvio, la forma en que la mirabas y cada vez que ella hablaba le prestabas toda tu atención perché non me l'hai detto? – luego se acercó a mi me hizo que me levantara y me abrazó - Sei un angelo
-no entiendo nada – dije
-Brina ya basta
-esto hay que celebrarlo – Brina lleno nuestras copas y levanto la suya – brindemos por Mía por descongelar el iceberg que tiene por corazón mi hermano.
-Brina ya es suficiente, smetti di dire cose stupide, hay cosas que deben quedar en familia – Dante se veía molesto y yo sentía como si estuviera entrometiéndome en algo muy privado, tal vez era mejor que me marchara, mire mi teléfono, para crear una excusa.
-debo marcharme, ya es tarde – fui al sillón, me puse el abrigo y tomé mi bolso.
-Mia espera.
-no, de verdad debo irme, muchísimas gracias por la comida estaba deliciosa, eres muy simpática Brina – le sonreí, ella me devolvió el gesto pero ella parecía molesta – Adiós Dante.
-Mia…- abrí la puerta y salí, no estaba molesta, al contrario, pero si tenían asuntos familiares que discutir era mejor que yo no formara parte de eso. – Mía espera – Dante había salido detrás de mi, el ascensor llegó al piso y me metí dentro, al girarme lo vi correr hacia mi, entro al ascensor conmigo y luego se cerraron las puertas, sin darme tiempo para reaccionar me tomo el rostro empujando me con suavidad hacia la pared, su boca chocó contra la mía con necesidad, no era un beso suave, era hambriento y necesitado, el bolso se me cayó del hombro y me aferre a sus antebrazos, la sensación era intensa, no era brusco, al contrario sus labios se movían con suavidad pero de manera rápida, a penas podía respirar pero no me importaba, era como si el respirar por mi, no necesitaba oxígeno si el me besaba de esa forma, o eso creía hasta que la cabeza comenzó a darme vueltas, tuve que alejarlo de mi, sentí que las piernas me fallarían en cualquier momento, los labios me hormigueaban y sentía el rostro caliente.
-no le hagas caso a Brina- susurro mientras apoyaba su frente con la mía.
- yo no…
-es pasado, todo lo que sucedió ya no importa ¡Por dios! Me haces sentir…
-¿qué? – abrí mis ojos para mirarlo – dímelo ¿Cómo te sientes? – era casi como una súplica, el mantenía los ojos cerrados como si le costara hablar.
-tengo miedo de volver a sentirlo pero…se que dijiste que lo Olvidara pero de verdad te deseo Mía – era lo ultimo que esperaba escuchar, dejé caer mis manos y lo mire con el ceño fruncido, el ascensor aviso que había llegado a la primera planta, tome mis cosas y me aleje de Dante, saliendo del ascensor.
-que sutil – el me miró casi como si no entendiera lo que le decía.
-¿qué? ¡No Mía no era eso lo que quería decir! Espera. – apresure el paso esperando que no me siguiera, salí del edificio, comenzaba a llover ¡maldita sea mi suerte!, me cerré el abrigo ya que el frío traspasaba mi delgada blusa, si bien al inicio quería hacerlo con Dante solo por el hecho de que no quería ningún compromiso si no más bien sentirme viva de nuevo pero ahora que conocía a Dante y que comenzaba a sentir algo más que una simple amistad, era todo diferente, no solo sería sexo , seria algo más pero ahora el me decía esto, el solo me deseaba y eso era todo, me sentí desilusionada y casi un poco usaba ¿por qué no solo dijo lo que quería desde el inicio? Ambos hubiéramos tenido lo que queríamos y se acababa.
-Mia por favor espera. – me detuve y lo enfrente.
-¡estoy harta que me utilicen! ¡no volveré a ser la chica débil, de la que todo el mundo se aprovecha, que toman lo que quieren y la abandonan! ¡se acabó Dante! pensé que sentía algo por ti de verdad, pensé que tu sentías algo por mi pero solo quieres sexo ¿no? ¿Por qué diablos me dijiste que no cuando te lo propuse? ¿Por qué esperaste tanto maldita sea? Intentaste esa estupidez de las condiciones y me diste tres días ¿para qué? ¿Qué diablos quieres de mí? – se acercó para tocarme pero retrocedí, por suerte la lluvia ocultaba mis lágrimas – no tengo derecho a pedirte nada , somos extraños así que será mejor que dejemos esto aquí.
-¿qué quieres decir?
-tu estuviste en mi cumpleaños, hiciste tu trabajo y te marchaste, eso pasó, no me llamaste ni salimos juntos nunca.
-no puedes borrar así de fácil lo que paso.
-no paso nada, eso es lo mejor de todo ¿no crees?
-yo estaba…yo te expresé mis sentimientos ¿y es así como reaccionas?
-¿sentimientos? ¿Es una broma? ¡me dijiste que querías sexo!
-¡Yo no te dije eso! -ambos estábamos casi gritando, por suerte nadie estaba en esa calle.
-¡claro que si!
-te dije que te deseaba pero no de ese modo, ¡merda! Soy un idiota intentando hablar de estos temas. Lo lamento ¿de acuerdo? No me expresé bien. – la lluvia ya empapada toda mi ropa y comencé a temblar , eso mezclado con el cansancio y el repentino subidón de adrenalina estaba causando estragos en mi, me sentía cansada y comenzaba a ver puntos de colores.
-no puedo seguir hablando – dije intentando girarme pero mis piernas estaban perdiendo coordinación.
-¿Mía? – Escuche a Dante correr hacia mi y me atrapo antes de caer al suelo - ¿qué pasa?
-me voy a desmayar – podía sentirlo, al mirar su rostro me di cuenta que todo comenzaba a oscurecerse.
-No, no cierres los ojos, ¡MIA MIRAME! – lo intenté pero era difícil, en mi ultimo momento consiente escuche como el hablaba con otra persona por teléfono.


Desperté lentamente, al abrir los ojos y mirar a mi alrededor me di cuenta que estaba en mi habitación ¿cómo había llegado aquí?.
-Hola – mire a mi derecha y vi a Laura
-hola ¿qué haces aquí?
-Elisa nos llamó, te desmayarse- volví a dar una mirada a la habitación, mi brazo estaba conectado a un manguera que tenía suero, Laura debió ponerla, ella era enfermera.
-¿Qué pasó?
-sufres de agotamiento, has estado trabajando sin parar por semanas, no duermes bien, tampoco comes como deberías, amiga nadie sobrevive solo con una comida al día y durmiendo con suerte una hora ¿cómo te sientes? – sentía que la cabeza me explotaría.
-siento que me explotará la cabeza en cualquier momento.
-señor debería pasar cuando estés con tu nivel de hidratación normal, ah lo olvidaba, también estás deshidratada. Le diste un susto de muerte a Dante.
-¿está aquí?
-no, el te trajo y luego cuando le dije que estabas bien que solo te habías desmayado se marchó, dijo que no quería agobiarte.
-agobiarme – susurre, que gracioso era.
-ahora descansa que debes recuperarte.

Luego de varios días de descanso en casa ya me sentía preparada para volver al trabajo, estaba empecinada en volver a mi vida normal, estar en casa me deprimida y me hacía sentir ahogada, así que con el permiso de Laura volví al trabajo solo bajo la condición que no me exigiría más de lo que podría y que comería tu dormiría a mis horas.
Al terminar la semana Alonzo nos invitó a almorzar a Ariella y a mi, fue una tarde agradable y también se disculpo, el sabia sobre mi episodio de agotamiento y prometió que delegaría alguna de nuestras tareas a otros traductores. Ariella se adelantó junto a Alonzo, ambos caminaron delante de mi, mientras yo buscaba mi teléfono ya que estaba sonando.
-¿hola?
-¡Amiga!
-hola Elisa ¿qué pasa?
-te llamo para contarte algo increíble
-dime
- estamos organizando una fiesta en la oficina y quiero que vengas conmigo.
-¿cuándo es?
-mañana en la noche
-¿qué? Pero…¿es formal o que?
-bueno si, más bien de gala
-¿es una broma? No tengo nada que usar.
-por eso cuando termines tu jornada iremos de compras, Marco nos llevará.
-de acuerdo
-¡Genial! Nos vemos – antes de decirle adiós me colgó, no podía rehusarme cada vez que Elisa tenía una idea.

Puntualmente Marco llego junto a Elisa en su bonito auto, bueno en realidad era más que bonito, era precioso y se veía que costaba una fortuna, me subí y los saludé, Elisa me comentó que la fiesta era para presentar la nueva campaña realizada para una muy reconocida empresa de modas de Roma así que habría incluso un desfile, eso solo podía significar una cosa, Elisa sería muy quisquillosa en como nos vestiríamos.
-Marco también irá
-¿también te escogió la ropa? -bromee, el me sonrió por el retrovisor.
-no necesito escogerlo la ropa, el tiene un sentido de la moda muy desarrollado, no como tu – puse los ojos en blanco. – por ti podrías ir con un poncho y jeans a una fiesta así.
-si estoy cómoda no le veo problema – me gustaba hacer enojar a mi amiga pero ella también estaba sonriendo.
Llegamos a una tienda que no reconocí, nos bajamos y al entrar parecía que los trabajadores sabían que iríamos.
-se que no te gusta probarte ropa así que escogí dos vestidos para ti, los amarás.
-gracias
-vamos ve al probador -le hice caso, una chica entró conmigo y me mostró el primer vestido, era de un verde precioso que brillaba con la luz, tenía el escote en forma de corazón y las mangas caían por los hombros, la chica me ayudó a ponerlo, era bastante vaporoso casi como un vestido de novia aunque no llegando a los extremos, me sentía como una verdadera princesa y eso no me agradaba para nada, tenía un pequeño cinto con pedrería, aunque brillaba no era ostentoso si no bastante discreto, salí del probador, Marco y Elisa estaban sentados en un sillón frente a estos, Marco me dedico una sonrisa y Elisa se levantó y tomo mis manos.
-eres preciosa – me sentí avergonzada, amigo en su mirada me indicó que estaba recordando algo y yo me sumergí en ese recuerdo también, el día en que me probé por primera vez el vestido de novia, aunque aquella vez todas las chicas estaban conmigo…incluyendo a Gabriela.
- me gusta pero es demasiado grande – le dije en un intento de borrar ese recuerdo.
-pruébate el siguiente, si no te gusta podemos elegir otros tomate todo el tiempo que quieras.
Volvi al probador, esta vez el vestido era menos voluminoso, era de un azul oscuro precioso, a medida que iba llegando al final de la tela se degradaba en un tono un poco más claro de azul, tenía solo un hombro, el otro lo debía al descubierto igual que gran parte de la espalda, en el hombro tenía unos detalles brillantes como si fueran estrellas al igual que en la cintura, la tela caía con fluidez y era liviano, me recordó mucho a los vestidos estilo griego, me enamoré enseguida, salí del probador y Marco al verme se levantó y aplaudió, le siguió Elisa, me sentí más avergonzada que nunca.
-¿entonces?- pregunto mi amiga
-es precioso, me encanta
-¡Lo llevamos! -gritó
Luego le tocó el turno a Elisa, ella ya tenía listo su vestido, de un amarillo casi del color de la mostaza, tenía un escote muy pronunciado llegando casi al abdomen, en la cintura un lazo la envolvía y con un volumen moderado en el resto, la tela era parecida al satín, brillaba de la misma forma, era hermoso.
Mientras esperábamos que Elisa se vistiera Marco hablo, al inicio muy despreocupado luego se volvió serio.
-hay algo que quiero decirte.
-si dime
-primero te quiero agradecer por presentarme a Elisa.
-no me lo agradezcas
- lo segundo es que…ella de verdad me gusta y quiero que me des tu opinión como amiga, eres muy importante para ella por lo tanto también  lo eres para mi – sentí ternura ante sus palabras – por eso quiero saber que piensas, quiero proponerle que sea mi novia- casi me caigo del sillón.
-¿estás hablando enserio? – mi sonrisa lo contagió , se veía nervioso al principio pero ya no debido a mi reacción
-si
-¡es una excelente noticia! Tu le gustas un montón ¡esto es genial!
-se lo diré mañana en la fiesta y tengo esto para darle -se sacó una cajita alargada del bolsillo de su traje, la abrió y dentro había una delgada cadena de oro con un dije en forma de corazón, me pareció lo más cliché del mundo pero por eso era adorable.
-es precioso
-ay dios estaba tan nervioso de lo que dijeras – puse mi mano sobre la suya.
-tranquilo todo saldrá bien, conozco a mi amiga.
-gracias Mía de verdad – le di una suave palmada en la pierna y esperamos a que Elisa saliera.

Al día siguiente me sentía nerviosa, hace mucho tiempo no asistía a una fiesta así y la ultima había sido la de mi compromiso. “Mía cálmate esto es diferente" me dije a mi misma mirando mi aspecto en el espejo, me había hecho un recogido que dejaba mi cuello al descubierto, algunos mechones caían por mi rostro, mis ojos lucían enormes pestañas que estaban ahí debido a Elisa, mis labios tenían un rojo oscuro, ese era el punto de atención según mi amiga, respire profundo, tome mi abrigo, que también había comprado ese día en la tienda y combinaban a la perfección con el vestido y salí a la sala donde Elisa y Marco me esperaban, el vestido muy elegante con un traje precioso del mismo color de mis labios, una camisa blanca y corbata negra, mirar a Marco era como mirar al sol, te encandilaba, era muy guapo y Elisa estaba preciosa, ella Lucía su cabello suelto peinado en ondas que caían por su espalda, definitivamente esta noche prometía.

La pasión de Dante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora