Durante dos semanas no tuve noticias de Dante, pensé que tal vez había sido un lindo momento que habíamos vivido y ya estaba o tal vez el tenía mucho trabajo, como sea intente evitar pensar en el.
Cuando salí del trabajo el viernes fui por un café, había sido un largo día y estaba agotada, quería llegar a casa, darme un baño y dormir hasta tarde el día siguiente, tome mi café y me di la vuelta para salir de la tienda pero alguien chocó conmigo, sentí como el café se derramaba por mi mano, solté el café y me quejé de dolor.
-dove sono i bagni? – escuche decir, la chica que atendía le respondió y sin darme cuenta de lo que pasaba fui llevada hacia los baños.
-perdón, no te vi
-esta bien – me pareció extraño escucharlo hablar en español, puso mi mano bajo el agua fría y al levantar la mirada hacia el espejo me di cuenta que era Dante, salté hacia atrás bastante sorprendida.
-¿qué pasa? ¿Saltas así cada vez que me ves? – sonrió
-¿Qué haces aquí?
-vine por un café- me fije que su camiseta estaba manchada con café.
-¡oh no tu también te quemaste! -puse mi mano sobre la mancha en su pecho.
-estoy bien – tomo mi mano la reviso y luego beso el dorso de esta – ven
Salimos del baño y caminamos hacia las mesas, en una de ellas una chica se giró hacia nosotros, era preciosa, una cabellera rubia que debía ser la envidia de toda Roma en ese momento, me miró de pies a cabeza con sus ojos verdes enmarcados por unas largas pestañas, luego miró a Dante y el le sonrió, me sentí como si estuviera interrumpiendo algo, antes de llegar a la mesa me detuve, Dante paró unos pasos más allá y luego se acercó.
-¿qué pasa?
-debo irme
-no, espera deja al menos reponer el café que te hice tirar.
-no es necesario, no te interrumpa más, adiós
-¿interrumpir? No, Mía espera – pero antes de que me detuviera, salí de la cafetería rápido, apenas crucé las puertas maldije porque había comenzado a llover y yo no traía paraguas, me acomode la Correa del bolso sobre mi hombro y caminé lo más rápido posible , las calles estaban casi vacías de personas pero los autos pasaban a toda velocidad mojando me sin contemplación. Al llegar a casa me di cuenta que Elisa aún no lo hacía así que dejé el bolso en el suelo, me quité los zapatos y los calcetines que estaban empapados, quería ir por una toalla para no seguir mojando el piso pero antes de ir por ella el timbre sonó, esperaba un paquete de manuescritos hace varias semanas así que pensé que sería eso, abrí la puerta y debido al charco que había dejado mi bolso en un costado me resbale y cai sentada al suelo, me quejé, casi lloré debido al dolor levante la mirada y otra vez estaba allí, se apresuró a ver si estaba bien pero lo veía en su rostro.
-anda ríete - dije
-tu equilibro hoy está fatal
-si no recuerdo mal fuiste tú el que me hizo derramar el café y ahora por ti me caí, mi equilibro no tiene nada de malo- me tomo en brazos lo cual me dio bastante vergüenza porque sabia que no era para nada liviana, me llevo al sofá pero me levante de inmediato.
-¿ahora que?
-estoy mojada, debo cambiarme de ropa.
-adelante no te detengas por mi- Dante se sentó en el sillón con ambos brazos puestos en la cabecera de este, me miro de pies a cabeza deteniéndose más de lo debido en mi pecho, al notar que era lo que llamaba su atención me di cuenta que mi camiseta transparentaba mi sujetador entre otras cosas, me crucé de brazos para evitar que siguiera mirando.
-¿qué haces aquí?
-¿un amigo no puede venir a ver a una amiga?
-dos semanas pasaron, creí que estabas muerto – se enderezó con una expresión que solo pude definir como interesada.
-¿así que contaste el tiempo desde la ultima vez que nos vimos? Me sorprendes. – su sonrisa seductora hizo su aparición.
-eres increíble de verdad – dije ya un poco molesta
-lo sé por eso te gusto
-¿qué? Que idiotez, pensé que estabas ocupado – fui al baño y busqué una toalla para secarme el cabello, puse otra sobre mis hombros, no me cambiaría mientras Dante estuviera aquí.
-¿te refieres a la chica que estaba conmigo? Oh no, ella es solo una clienta.
-ósea que si estabas ocupado – todo el y sonrisa se levantó y se acercó a mi.
-¿celosa Fiore?
-ya te gustaría
-la verdad es que si – se acercó aún más, yo no iba a retroceder, me planté en mi lugar y esperé, me miró como si fuera la primera vez que lo hacía, luego suspiro. – me estás viviendo loco – susurro, estiro su mano y tomo un mechón de mi cabello, deslizó sus dedos por el hasta el extremo, sentía esa atracción entre nosotros como si algo nos empujara, quería tocarlo, necesitaba hacerlo.
-Dante…
-Dime que lo sientes también, dime que no me estoy volviendo loco y todo lo que te he pensado estas semanas es real. – claro que podía sentirlo, lo primero que había visto habían sido sus ojos y desde ese día no había parado de pensar en ellos, en su tacto, en como me hacía sentir su presencia, en aquella tarde en su balcón, en como me había mirado y hablado. – tomare tu silencio como una afirmación.
Sin darme tiempo para nada pegó su cuerpo al mío, su mano en mi nuca me acerco y me besó con una necesidad que no conocía, no sabía que necesitaba tanto la suavidad de sus labios hasta ese momento, me aferre a su camiseta en un intento que no se alejara de mi, mi espalda tocó la pared, sentí como la toalla que estaba sobre mis hombros caía al suelo. Me pregunté que sería esto ¿simple lujuria? ¿Atracción sexual entre dos individuos? Tal vez lo era pero el no intentaba tocarme más allá, mantenía sus manos firmes en su sitio pero algo en mi pecho crecía, algo que solo había sentido una vez pero habían pasado tantos años de eso que me sentí confundida, pero sus labios me hacían olvidar esos pensamientos oscuros, el era todo luz y calor al mismo tiempo.
-dime lo que deseas Mía, dime que quieres de mi.- la respuesta era clara, quería su luz, su calor conmigo.
-quiero todo de ti – un jadeo se escapó de sus labios ¿era la respuesta que quería?, sus manos se movieron hacia mi espalda baja, fue descendiendo poco a poco mientras sus labios bajaban de mis labios a mi mandíbula y luego a mi cuello, su barba me hacía cosquillas pero la sensación era agradable, sus manos por fin tocaron mi trasero, me parecía gracioso porque tuvo que inclinarse bastante debido a su altura, me levanto y mis piernas se anclaron a sus caderas, su rostro se hundió en mi cuello e inhaló.
-Hai un profumo fantastico – susurro sobre mi piel, estábamos tan sumidos el uno en el otro que no nos dimos cuenta que alguien había entrado al departamento hasta que vi por sobre el hombro de Dante a Elisa, me miraba con una enorme sonrisa y aplaudía sin chocar las palmas mientras gesticulaba ”bien hecho" con sus labios, me bajé de Dante rápidamente y lo empujé un poco, el estaba confundido, me miró y luego miró hacia donde estaba Elisa.
-¡oh no por favor! No se detengan yo vengo por…por…esto y salgo – Elisa tomó una manzana y camino hacia la puerta.
-de acuerdo – dijo Dante e intento besarme de nuevo pero yo me escapé.
-es mejor que te vayas Dante
-¿de verdad?
-por favor
-como digas – se acomodó la camiseta y camino hacia la puerta, yo lo acompañé, no esperó y volvió a besarme, ese ultimo beso me dejo sin aliento y pareció que a el también, suspiro sonoramente – llámame fiore esperare por ti
Cerré la puerta esperando que Elisa no me bombardeara con sus preguntas pero eso era imposible, apenas me giré la vi acercarse a mi dando saltitos y me tomo de las manos.
-cuéntamelo todo, por dios pensé que estaba viendo una porno.
-debo ir a cambiarme o me resfriare
-ahora que el calor bajo claro que te resfriaras pero no te escaparas, debes contármelo todo.
ESTÁS LEYENDO
La pasión de Dante
RomanceDante tiene un trabajo peculiar, Mía es una chica que necesita una motivación para recuperar su vida.