Jules

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A pesar de que me hubiese gustado enterrarme en la soledad de mi habitación mientras pensaba en millones de planes para encontrar a mi amado desconocido, era difícil hacerlo cuando tenía a una familia chismosa y que no conocía el espacio personal o la privacidad.

— ¿Y a ese que le pico? — Isidora me observaba con ceja en alto y con una sonrisa de burla. Y no, no necesitaba mirarla para saber su expresión.

— Llego de clases con esa actitud, es muy extraño de Jules. — Murmuró mamá, mientras cargaba en sus brazos a una dormitada Kiki.

— ¡Ja, parece como si le hubiesen roto el corazón! — Se burlo Lea.

El resto suspiró de cansancio, ¡como si yo fuese un problema andante! — Por favor, prefiero saltarme nuevamente otra faceta de enamorado de Jules: nos ahoga con canciones ochenteras y siempre se la pasa gastando el dinero en helado. — Murmuró Isidora, con los otros asintiendo ante sus palabras.

— ¡LOS ESTOY ESCUCHANDO! — Todos se rieron, para cerrar la puerta al levantar mi rostro de la almohada. En cuanto di la espalda a la puerta, abrazando mi muñeco de Pikachu, volvieron a abrirla para seguir observándome.

— Bebé, ¿quieres un abrazo de mami y panqueques con Nutella? — Sonreía Lea, extendiendo sus brazos esperando que corriera hacia ella como cuando era niño.

— ¡No me trates como si tuviera cinco años, ma! — Me levanté de la cama, mientras corría para abrazarla. — Pero si quiero, porfis...

— ¡Mi bebé gigante! — Me besuqueaba ma, mientras que Kiki se habia despertado por un segundo para también lanzarse a mis brazos.

Era terriblemente vergonzoso, allí estaba siendo abrazado y mimado por mis hermanas y madre solo porque un total desconocido me había rechazado.

El destino era un extremado travieso.

El destino era un extremado travieso

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¡No quiero tu amor! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora