Jules

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— ¡Llegaste temprano, Jules!

— ¡Juju, bienvenido! — En cuanto puse un pie en la cocina, lo primero en recibirme fue la gran sonrisa de Kiki y Lea, ambas sentadas en la mesa. Ma aún tenía encima su uniforme del hospital, indicando que recién volvía de su turno del trabajo y Kiki lucía bellamente la ropa de la guardería.

A pesar de que deseaba devorar algo o quitarme de encima la pesada mochila, no dude en atrapar en mis brazos a mi pequeña hermana y llenarnos de besos en el rostro, nuestro usual saludo de bienvenida. — ¡Te extrañé, bebé! — Dije, recibiendo un abrazo de su parte.

— No te esperaba en casa tan temprano. — Murmuró Lea, atrapando una manzana verde para lanzármela.

La atrapé con éxito y le di un mordisco, disfrutando el dulce sabor de la fruta. — Se me cancelo mi última clase, el profesor ni siquiera apareció — Di un vistazo por toda la casa, curioso por lo silenciosa que se oía. — ¿Dónde están todos? Es raro que este tan vacío.

Ma sonrió, totalmente de acuerdo. — Avery volverá a la noche por trabajo, Lucas tiene actividades en su club, Isidora vendrá tarde por un trabajo grupal y... — La usual alegría danzante en el rostro de Lea desapareció por un segundo, dejando que su boca se arrugara en una terrible mueca de disgusto. —... Nasha se quedará un poco más en su escuela, hoy entregan los resultados de los géneros.

La manzana se tambaleo en mi mano, incluso me costó mantener a Kiki en mis brazos por la sorpresiva noticia. — Oh, llego la hora de eso... — El sabor dulce de la fruta me supo a cemento en la boca.

Ma intentaba lucir fuerte, pero el temblor en sus manos demostraba su preocupación. — Esta bien, Jules. Todo saldrá perfecto, nada malo... — Susurraba ella, hasta el punto que incluso Kiki pudo darse cuenta de su tristeza.

— Ma... — Murmuré, acercándome a su lado y poniéndome de cuclillas, para poder ver mejor su rostro escondido.

— Perdón, perdón, no quería preocuparte, ¿sí? — Comenzó a frotar sus ojos, tratando de ocultar cualquier lágrima que se escapara. — Es solo que... ¿está mal rezar para que salga beta? No me gustaría que sufriera, Isidora y yo...

Acaricie su pálido rostro, mientras que Kiki escapaba de mis brazos para llenarla de besos de consuelo a Ma. — Lo sé, estará bien.

— Agradezco que ambos se preocupen tanto por mí, mis niños... — Lea abrazó a Kiki, apretándola con fuerza en su brazo, temiendo que se escapara y creciera como todos. — Estoy tan orgullosa de todos, me han dado tanta felicidad — Beso la frente de mi hermana y revolvió mis cabellos con su delgada mano. — A pesar de que sufría mucho en el pasado, Avery y yo hemos tomado la mejor decisión de adoptarlos.

Una Omega que sufrió las injusticias de pertenecer a su género y una Beta que se enamoró hasta de las cicatrices de ella. El lazo que unía a las dos mujeres, que llamaba orgullosamente mis madres, era mas fuerte que el mismo destino.

Me crie con su historia de amor, soñé desde pequeño con un romance como el de ellas; uno tan fuerte, difícil de romper ante las adversidades del matrimonio, los hijos o el trabajo.

Deseaba lograr tener eso con mi pareja predestinada, pero...

— Te amo mucho, Jules — Susurró Lea, besando mi frente. — Mi pequeño alfa, que nació para ser diferente y dejar marca, siempre crezcas para mejor. — Acaricié su mano, susurrando un suave: << Yo también, Ma. >>

— ¡Ah! ¿Y también amas a Kiki? — Chilló mi pequeña hermana, tironeando a mi madre e interponiéndose entre nosotros dos.

Lea soltó una carcajada, recuperando su humor de siempre. — ¡Claro que sí, bola de pelos! ¡Nunca crezcas o moriré de la tristeza!

— ¡Ma! ¡Ma! — Se reía ella, al recibir cosquillas en su estomago.

Disfrutando la pequeña escena de ambas sonriendo tan felices, un suave rechinido indico la puerta abriéndose y pisadas entrando apresuradamente. — ¡MA! ¡Estoy en casa! — La voz chillona y difícil de no reconocer de Isidora se abrió paso en la entrada. — ¿Tienes toallas? ¡La lluvia es terrible, estamos mojados!

— ¡Ah, voy! — Ma trato de pararse, pero hice el gesto de que me encargaría yo.

Me moví hacia el pasillo, tomando unas toallas del baño y mientras más me acercaba a la entrada, un dulce aroma me atacaba. Y antes de darme cuenta, un calor abrasador recorrió cada célula de mi cuerpo cuando lo vi: mojado hasta los pies y con el rostro claramente hirviendo.


¡Ah, el próximo capítulo tendremos un nuevo reencuentro entre nuestros enamorados!  ¡Mucho líos surgiran!

¡Ah, el próximo capítulo tendremos un nuevo reencuentro entre nuestros enamorados!  ¡Mucho líos surgiran!

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¡No quiero tu amor! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora