Isidora

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Las palabras en negro significan que el personaje habla en español.

— ¿Una fiesta? — Murmuré, mientras el chico enfrente mío sonreía de forma encantadora. Acomodo su cabello para atrás y acercó más su rostro a mi altura, embriagándome con su fragancia.

— ¡Sí, será la fiesta del año! ¡Prohibido perdértela! — Sus ojos verdes derretían. — ¡Espero verte por allí, rubita! — Me guiñó el ojo, antes de desaparecer y a mí me temblaron las piernas sin dudar.

¡Mi vida social por fin daba indicios de vida, joder! ¡Toma, la concha de tu mamá!

Me di vuelta, sintiéndome volar y sin importarme las miradas de algunos, daba saltitos de pura alegría. En cuanto logré dar con mi salón, visualicé mi objetivo y no dude en lanzarme a la espalda de Eiji. — ¡Te tengo una notición! ¡Lo mejor de lo mejor! ¡Tremendo golazo, carajo!

Él clavo sus ojos oscuros en mí, no tan distantes y fríos como antes, para susurrar suavemente: — No te comprendo si hablas en español, Isidora.

Ah, cuando me alegraba, me salía mi lengua natal.

— Lo siento, chiquitín — Me senté a su lado y casi grité. — ¡Acabábamos de ser invitados a la fiesta más grande de lo que va en el año! ¡Todos irán, conoceremos gente y lograremos ser seres comunes y sociales! ¡Dos pájaros de un tiro!

— ¿Invitados? — Murmuró, sin mucho interés. Parecía más interesante su libro, que la conversación en sí. — Que yo recuerde, nadie me ha invitado a una fiesta, Isidora.

Golpeé su hombro, sin querer con todas mis fuerzas por la emoción. — ¡Pues clara que te han invitado: yo lo he hecho! ¡E iremos!

Pestañeo, con su expresión neutral. — Odio las fiestas. No, me corrijo, detesto cualquier suceso que reúna a más de una docena de personas en la habitación.

Bufé, totalmente en desacuerdo. — ¡Pero no quiero ir sola! — Apoye mi cabeza en su hombro, mientras tironeaba su camisa. Jum, me sentía orgullosa de ser la única persona la cual Eiji permitía tocarlo. — ¡Esta fiesta podría despegar mi vida social para arriba! Es la Universidad, ¡millones de mentes se reúnen aquí, personas que podrían... apreciarnos por lo que somos...!

Eiji soltó un suave suspiro, dejando de lado su libro de texto. Volteó a verme, observándome con clara resignación. —Bien, iremos.

Chillé, lanzándome a abrazarlo y besarlo, recibiendo comentarios de puro disgusto de su parte. — ¡Te amo, te amo! ¡Tenemos que elegir nuestra ropa, vayamos parejos! ¡Amo el negro, tú también, eligamos...!

Él apretó mis mejillas, provocando que me cerrara la boca. — ¡Con un par de condiciones! — Asentí con rapidez. — Nada de mucho alcohol, tampoco nos separaremos y ante la primera persona que se pase de listilla, le lanzaremos gas pimienta o lo electrocutamos.

Afirmé, antes de volver a gritar de la emoción.  


Sí, sí, mi amada Isidora es argentina. Se crio en aquel país, antes de ser adoptada por sus mamis.

Para que sepan, Isidora no es una narradora principal. Últimamente la he estado utilizando bastante, debido a la terrible distancia que tienen los bebés de esta historia. Cuando establezcan bien su lazo, ella no volverá a aparecer como narradora.

 Cuando establezcan bien su lazo, ella no volverá a aparecer como narradora

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¡No quiero tu amor! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora