Aprete el codo de Isidora, buscando, sin querer, protección que ella me daba. Como si Isidora tuviese el poder de escuchar mis pensamientos, habló: — Eiji no se siente cómodo con que vayas con él.
Como si hubiese recibido la peor de las noticias, Jules arrugó su rostro en una mueca de pura tristeza. Era un asqueroso manipulador, quería que yo me sintiera mal... ¡y lo lograba!
— Tengo mi auto afuera, podría llevarte a la estación. — Volteé hacia la nueva voz, encontrándome con una mujer de cabellos oscuros largos y ojos claros.
— ¡Avery! — Lea, la mujer de cabellos cortos, casi da un saltito de alegría al ver a la otra. La nueva presencia se pegó a la madre de Isidora, acariciando su cintura mientras que Lea apoyaba su cabeza en el hombro de la otra.
En realidad, ninguna de las dos me transmitía una vibra peligrosa o alguno de los otros tres niños, tal como Isidora: el verdadero problema era él.
Molina se volteó hacia mí, acariciando mi mano. — Esta bien, te acompañaré: ¡puedes confiar en mi mamá!
Y lo hice, confié ciegamente en una persona, como hacia años que no concebía. Pero, para mi disgusto, el desgraciado de Jules nos acompañó: terminé en medio de ambos hermanos, apretujándome en la parte trasera del auto, mientras que su madre conducía.
Intentaba estar lo más lejos de Jules, pegándome y ahogando a Isidora en el camino por precaución, aunque él no se movía o emitiera queja alguna. Incluso se mostraba tranquilo, sin dar idea de estar en celo, solo me miraba a veces para luego perder sus ojos en el camino inundado de agua.
Di un suspiro de alivio en cuanto llegamos a la estación y al poder ver a los buses aún funcionando. — ¿Estás seguro que no quieres que te llevemos a casa? No me molesta. — Se dio vuelta la madre de los chicos hacía mí, preguntándome con verdadera preocupación.
— Esta bien, agradezco su invitación, pero prefiero volver a casa por mi mismo. — Incliné mi cabeza con respeto. Jules abrió la puerta, salió del auto y extendió su mano, con la intención de ayudarme. Pasé de él sin dudar.
Abrazando mi mochila y susurrando unas palabras para despedirme de todos, quise marcharme lo más rápido de allí a pie. Pero una mano insistente tomo mi muñeca, negándose de dejarme.
— Suelta mi mano, Jules. — Gruñí, lanzándole la peor de mis caras.
Él se vio arrepentido y me obedeció sin chistar. — Lo siento — Pero no se fue, incluso comenzó a acercarse más a mí. — Me gustas, Eiji. No quería hacerte daño antes... me gustaría comenzar una relación contigo de forma seria, podríamos comenzar teniendo citas y conociéndonos, y todo eso... — Me sonrió con ingenua alegría.
— ¡No jodas! — Chillé, logrando que retrocediera. — Yo no estoy, ni estaré interesado en ti. No me importan esas tonterías de destino o cómo se llame, ¡mantente alejado de mí! ¡Siempre que te acercas, sufro!
Sin importarme en quedarme en ver su reacción, salí huyendo de su lado para internarme al primer bus que encontrase.
Lo odiaba, lo odiaba, lo odiaba. Me repetía, mientras me sentaba en el fondo del vehículo: entonces, ¿por qué mi corazón dolía tanto separarme de su lado?
Ay, me duele escribir esto. Me imagino a Jules todo rotito y triste por el rechazo :c
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¡No quiero tu amor! ©
RomanceAmbos eran una pareja unida por el mismísimo destino, pero, ¿y si ellos no querían estar juntos? ** Para escapar de un pasado que lo ahogaba, Eiji se inscribe en una de las mejores universidades de Londres mientras lucha por ocultar quien es y que h...