Capítulo 11

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Una mano se movió frente a sus ojos y Jungwoo sacudió su cabeza al darse cuenta de que se había quedado observando un par de pájaros volar libremente en el cielo. Se encontraba en el balcón del segundo piso de la casa de Taeyong, ambos observaban el atardecer con una taza de cappuccino caliente en frente y los últimos dulces que le regaló Theo. Taeyong esa tarde pasó por él a la oficina y Jungwoo le permitió conducir su auto hasta ese hermoso hogar, recordando que, las pocas veces en las que se había permitido anhelar algo, deseó tener una casa como la de ese hombre.

Tomaron asiento allí luego de que la empleada del servicio se marchara. Ella usualmente se iba a esa hora porque a Taeyong le gustaba encargarse de la cena. Dos pájaros habían llamado su atención de inmediato, aunque en realidad, cada que se topaba con un animal como esos, pensaba en lo mucho que los envidiaba por volar libremente en el amplio cielo. Jungwoo algunas veces se consideraba como un ave, una que estaba encerrada en una jaula muy pequeña y que ella misma había creado en su mente, sabiendo cómo salir, pero negándose porque no sabía qué hacer cuando fuese libre, pues estaba seguro de que no podría volar como las otras aves lo hacían, ya que desde pequeño se había acostumbrado a ese encierro.

—¿Está todo bien? —preguntó Taeyong.

Jungwoo asintió, buscando una rápida forma de generar un tema de plática con él.

—¿Dónde está Sunmi? —inquirió y Taeyong hizo una mueca.

—Mamá vino por ella hoy en la mañana y se la llevó a la mansión de la abuela, prometieron traerla antes de las siete —explicó, después suspiró—. La abuela y mamá dicen que el próximo año ella debe iniciar el jardín de niños para que aprenda nuevas cosas y se relacione con otros niños, entonces se la están llevando para que no sea demasiado difícil separarnos cuando todo inicie, pero... —el pelirosa se calló, observando la panorámica de Seúl con sus ojos llenándose de lágrimas y luego se rio de ello—. Ah, acabo de ponerme demasiado emocional. YoonOh y yo estamos de acuerdo con que asista al jardín, sin embargo, he pasado cada uno de mis días junto a ella desde que la adoptamos cuando tenía ocho meses, y sí, sólo serán un par de horas al día porque aún está demasiado pequeña, aun así... es difícil.

—Tal vez... —inició Jungwoo, intentando buscar una forma de darle ánimos, sabiendo lo terrible que podía ser en algo que no hacía usualmente, ni siquiera para él mismo— puedes intentar hacer otras cosas mientras ella no está.

Taeyong sonrió al ver lo mucho que se estaba esforzando Jungwoo.

—Voy a contarte un secreto.

—Oh, no lo hagas —jadeó Jungwoo para agarrar su capuchino y beberlo, calentando su cuerpo a pesar de que al llegar se había cambiado el traje formal por un suéter y unos pantalones que conservaban su calor corporal perfectamente.

—Tienes razón, a veces los secretos sólo son una carga —habló Taeyong con tranquilidad y Jungwoo cerró los ojos con culpa.

—No es así —murmuró cuando abrió los ojos—, en realidad los secretos te hacen más cercano a las personas y... —se apresuró a decir cuando vio a Taeyong abrir la boca— no es que no desee ser cercano a usted... a ti —se corrigió de inmediato—, sólo... no creo que lo merezca —dijo lo último muy bajo, pensando en lo lamentable y ridículo que se escuchaba cada que pensaba ese tipo de cosas—. Quiero decir, tal vez debería retribuirte primero lo que has hecho por mí para después...

—He hecho muy poco por ti —se rio Taeyong— y estoy aprendiendo a conocerte, además de que siento que necesito contártelo —explicó, sin querer decir que se sentía culpable por saber sobre el pasado de Jungwoo sin su permiso.

Jungwoo lo miró interesado, sabiendo lo que era sentirse ahogado con algo y no poder decírselo a nadie más.

—Si es así, tal vez podría escuchar —musitó.

Birds [LuWoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora