— ¡Buenos días, padre! — Saludó Seokjin más alegre de lo que todos esperaron. — Padrastro, buenos días. — Todo el cuerpo de Taehyung se tensó frente a este nombramiento.
Sentía que esas palabras le estaban dando urticaria, quería arrancarse todo el cuerpo y salir de allí. No obstante, presencias insoportables había resistido toda su vida. Estaba consciente de que los hijos de su pareja no lo iban a dejar del todo en paz, por lo que esto era la menor de sus preocupaciones, si no estuviese Jungkook que manejaba una información que podría causarle problemas, todo sería perfecto, tal cual creyó que sucedería. Le sonrió levantando su mano para llamar a la señora Uhm sorprendiendo a un castaño que se irritó al ver con la familiaridad con que una semana después de su llegada, este mostraba.
— Por favor, agregue el desayuno del mayor de mis nuevos hijos, debe salir a trabajar pronto. — Musitó con falsa cordialidad, inclinándose para besar a su pareja sin recato.
Cuando se separaron sin un chasquido que el menor hizo a propósito, le limpió los labios con el pulgar y luego le regaló una sonrisa a un Seokjin que se limitó a elevar ambas comisuras en su dirección. Sin embargo, por primera en una semana, Jungkook también estaba entrando al comedor, pero al ver la escena, continuó su camino.
— No te preocupes, se acostumbrará. — Habló el señor Jeon y Taehyung asintió permitiendo que este acariciara su mano. — Por cierto, debemos encontrarnos con el abogado esta tarde, mandaré por ti alrededor de las tres. No se puede estar tarde, así que a esa hora, listo para irte.
— Así será. — Asintió.
— ¿Abogado? — Inquirió Jin divertido. — Supongo que decidió después de todo firmar un acuerdo prenupcial.
— No tiene nada que ver con eso. Si no el traspaso de poder y algunas propiedades en vida que nada tiene que ver con aquello destinado a ustedes dos. — Los labios de Taehyung se resecaron lo por ansiedad y emoción, evitando levantar su rostro para que no se le notara de exceso de felicidad.
— Padre, su prometido lo puede dejar en la quiebra.
— Después de todo, el dinero está hecho para gastarse en lo necesario o en aquello que nos hace feliz o da placer, como mi niño a mí. — Sonrió acariciando la mano del peligris. — Si te preocupa tu dinero no te preocupes, lo que te corresponde de mi parte, lo tendrás junto con todo lo que heredaste de tu madre, eso sin contar todo lo que has logrado por tu cuenta. No tendrás problemas financieros en tu vida al no ser que te vuelvas adicto al juego y pierdas todo.
— ¿En serio piensa que se trata solo del jodido dinero? Bueno, supongo que siempre lo fue, desde el día en que aceptó casarse con mi madre, ¿cierto? Desde ese día hasta el que se fue...
— Jin...
— Tranquilo, no me voy a interponer, aunque sea ruidoso, al final nunca lo he hecho, ¿cierto? — Colocó la servilleta con elegancia y se levantó para salir.
— L-Lo siento...— Se disculpó Taehyung sintiéndose un poco mal.
— No, esto entre Jin y yo no tiene nada que ver contigo. Supongo que aún me guarda muchos resentimientos por mi difunta esposa. — Se relamió los labios y limpió con una servilleta. — Yo me tengo que ir a trabajar, aquí tienes por si necesitas hacer algo. — Musitó besando su frente y dejando una tarjeta de crédito sobre la mesa. — Tienes un chofer a tu disposición por si quieres salir o hacer lo que quieras, solo asegúrate de estar aquí a las tres o avísame si estás en otro lado porque te mandaré a buscar con otra persona. ¿De acuerdo? — Taehyung asintió con una sonrisa.
— ¿Podría utilizar esta tarjeta para pasarle parte de lo que le debo a Hoseok? — Preguntó con cautela, viendo al mayor sonreír.
— Claro, es tuya esa cuenta y está vinculada a tu teléfono para hacer transacciones, si se necesita verificación alguna, te contactarán, solo debes tener tu teléfono o identificación cerca. — Volvió a inclinarse para darle un beso casto en los labios. — Gracias, mi niño hermoso. — Le sonrió y acarició sus mejillas. — Quedas en nuestra casa.
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INFAMOUS
RomanceJungkook tiene una vida estable entre su trabajo y familia, no puede decir que todo es perfecto, pero tampoco tiene muchas quejas. Su máxima preocupación son los negocios y la vida que lleva su padre. Sin embargo, su estabilidad comienza a tambalea...