Capítulo 64

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Hay evidentes cambios en sus rutinas, en esos juegos donde ambos solían desempeñarse tan bien. No estaban distantes, Seokjin le preguntaba a Yoongi si quería arreglarse solo o no, algo muy diferente a la dinámica que tuvieron años atrás en donde él tomaba todas las decisiones y Min las acataba sin rechistar demasiado. El rostro de Jeon Seokjin no se mostraba gélido, ahora incluso se ríe, su pecho cálido con un cariño casi abrumador que exclusivamente Jungkook, Yoongi y su hija despertaron.

Después de largas jornadas de trabajo en los últimos días o mejor dicho, semanas, sus encuentros íntimos se vieron considerablemente reducidos a una masturbación rápida en la oficina, una mamada antes de dormir tres noches atrás y varios besos al despertarse cada mañana. Esa noche, como sugerencia del propio Yoongi desearon revivir algunas prácticas un tanto olvidadas, ya que ambos se habían estado esforzando por darle un nuevo rumbo a su relación. Sin embargo, ese juego, esa adrenalina que traía lo mal hecho consigo y el deseo contenido fueron factores determinantes para la decisión tomada por Min.

Esa tarde, después de una conversación al culminar sus obligaciones en la oficina, que Seokjin se reuniera con su investigador y se enterara de que su padre había mandado a seguir a Taehyung. Luego de que Seokjin contra todo lo que verdaderamente deseaba interviniera buscando salvaguardar el bienestar de su hermano menor, conociendo que este regresaba ese día a la ciudad y que lo más probable fuera que pronto se vieran nuevamente, dos ellos decidieron que necesitaban un descanso. De hecho, fue Yoongi quien le sugirió una vía para canalizar todo el estrés experimentado durante esos días, para que dejara de pensar en todo y en todos.

Seokjin todavía necesitaba organizar bien todo porque su padre era un viejo astuto y un paso en falso los pondría a todos en la guillotina. Todavía confiaba y se apoyaba en el modo en que su padre, pese a todo, siempre los defendió de todos aquellos que le hicieron daño, de la manera en la cual sus regaños aunque severos, dejaban una ventana de piedad abierta a través de los años cuando ellos hacían algo considerado incorrecto. Sin embargo, tampoco quería tentar al diablo irrumpiendo en su infierno e intentando dañarlo a propósito.

Porque quizás Jungkook no lo hacía con esa intención, pero el hecho de que fornicara con su padrastro bajo el mismo techo sabiendo los sentimientos de su padre, la manera en la que el propio Seokjin solapaba todo para cuidarlo, todo eran daños directos hacia Jeon Dongun. El menor de ellos no había visto sus peores facetas, pero Jin no podía decir lo mismo y fue capaz de controlar todo ese odio acumulado durante los años porque muy en el fondo había algo más que respeto por su padre. Aunque no lo admitiese, le tenía miedo. El problema era que sus temores le hacían crecerse ante las adversidades y jamás se dejó amedrentar por nadie desde que su madre murió.

Él tenía que ser tan inteligente y despiadado como su padre, tan directo y letal como una cobra agresiva a la cual le pisaban la cola. Él tenía que mantenerse erguido porque de él, dependía la seguridad de su hermanito, tenía que velar por Jungkook y lo haría hasta el día en que alguno de los dos dejara ese mundo. No creía que Dongun llegara a hacer algo mortal para Jungkook, pero su progenitor tenía muchas formas de hacerle la vida infeliz a alguien en la tierra al punto de desear morirse, aunque nunca lo hiciera con sus seres queridos. Quizás por eso en el pasado se le hizo tan difícil creer en su inocencia con respecto a su madre porque sabía de lo que el mayor de los Jeon era capaz frente a sus enemigos o aquellos que lo dañaban.

— Hyung... — Yoongi llamó viendo como este se había quedado mirando a un punto perdido sobre la cama. — Mírame... — Musitó acariciando su rostro para llamar la atención del más alto.

Una vez que tuvo esos expectantes ojos sobre él, sonrió quitándose la bata de baño que lo cubría para quedar completamente desnudo ante su pareja. Su pelo negro y brillante caía algo húmedo aún sobre su rostro. Con sus dedos decidió peinarlo frente a Seokjin, creando una imagen digna de ver. En su brazo resaltaban todos los tatuajes adquiridos años atrás que tan bien contrastaban con su palidez. No eran idénticos a los de Jungkook, mas si tenían cierta similitud en algunos puntos, diseños similares, pero que significaban algo para Yoongi. A pesar de acceder a tatuarse, quería que la tinta en su cuerpo reflejara algo real. Era fiel creyente de que aquello plasmado en el cuerpo debía tener un significado personal e íntimo por muy superficial que fuera. Los tatuajes de Jungkook contaban su historia, guardaban sus secretos, eso fue lo único que jamás aceptó copiar. Cada gramo de tinta en su cuerpo albergaba sus propios pensamientos.

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