Capítulo 39

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Se decía que el silencio era la ausencia de palabras o ruidos, ¿pero cómo podían existir tantos tipos de silencio? ¿Cómo reconocer uno en particular? Taehyung no estaba seguro, pero comenzaba a reconocer esos silencios que solo se experimentaba cuando estaba cerca de Jungkook y carecían de sonidos o conversaciones, justo como en ese momento en que entró a su apartamento. Todos los silencios deberían ser iguales, pero ni siquiera el blanco tenía siempre la misma tonalidad, el negro, la oscuridad de igual forma tenía muchos tonos, así que suponía que era normal que no existiera nada igual en el mundo, ni siquiera los silencios. Porque todo dependía del entorno, aquello que lo rodeaba y las causas para que esto fuera así.

Las nubes eran todas diferente, el cielo tenía varios colores incluyendo el más azul. Los árboles, las plantas crecían diferentes en cada jardín dependiendo de la tierra, el clima, los cuidados. Por eso en el sexo, aunque todos incluyeran lo básico, aunque se sintiera bien con todos, había una gran deferencia marcada cuando se encontraba con Jungkook y, justo ese tipo de sexo que no se ceñía solo a la actividad en sí, junto al pelinegro se había vuelto tan exquisito para él.

— Taehyung... — La voz de Jungkook lo sacó de sus pensamientos, pasó a mirarlo sentado en aquel sofá donde tiempo atrás lo vio besar a Jaehyun y donde en su primer encuentro tanto rieron ellos dos. El apartamento del menor tenía demasiados recuerdos aunque no todos completamente de su agrado. Mirando la copa en la mesa que Jungkook le ofreció por cortesía, pasó a beberla en su totalidad y luego la rellenó. — ¿A qué has venido?

— He venido a disculparme. — Jungkook rodó sus ojos y el mayor pudo notar que no creía en sus palabras, no lo culpaba. — Me explicaré mejor, sinceramente, no me arrepiento de las cosas que he hecho intentando disfrutar mi vida de la manera que quiero. Si se piensa en los demás, nunca podrás ser completamente libre y feliz porque jamás todo el mundo estará contento y complacido, no puedo contenerme o detenerme solo para pensar en cómo se sentirán las personas con mis acciones. Siendo honesto, la mayoría de las veces no me importa, cada cual debe vivir su vida como quiere. Quien quiera algo que lucho por ello, quien no tenga la valentía o fuerza diferente, que retroceda. No soy un héroe o alguien sacrificado, no me voy a hacer a un lado por la felicidad de otro, es esa persona quien debe tomar decisiones y buscar su propia felicidad. Si alguien decide dar un paso al lado por otro y eso es beneficioso para mí, lo aprovecharé sin pensarlo dos veces.

— Ya he podido ver eso, eres egoísta y no te puedo juzgar demasiado por ellos, puedes hacer lo que quieras con tu vida, pero todo cambia cuando te metes en la mía.

— No me metí en tu vida, me permitiste entrar en ella desde la primera noche en que me enviaste esa botella, desde que bailaste junto a mí, me besaste y juntos nos hicimos sentir de maravilla. Negar que soy una persona egoísta es algo que no haré, si no miro por mi persona, aquello que me haga feliz y disfrutar, ¿quién lo hará? Soy la única persona que me puede hacer feliz, cuento conmigo mismo y yo elijo cómo complementar esos buenos momentos. Tú has sido una de esas personas que elegí como un complemento de tu vida.

— Mala elección.

— Lo dudo mucho, me diste todo lo que quería, adrenalina, sexo, pasión, compañía en el momento que lo precisaba y en cada uno de esos instantes, me sentí pleno. Durante esos instantes, procuré que mi felicidad también te contagiara. Como dije anteriormente, no me arrepiento de nada de eso. Si estoy aquí para disculparme, es porque creo quiero dejar en claro algunas cosas. Cuando estuvimos en la casa del lago, cuando te vi llorando y reí preguntando si había problemas en el paraíso, lo hice porque se me dificulta ocultar mi alegría.

— Es divertido alegrarse del dolor ajeno, lo capto.

— No me reía de tu dolor, sino de la situación en sí. Por un lado, me resulta patético hacerme a un lado si estoy en una relación que me llena en todos los sentidos solo porque alguien apareció. Si ya no me quieren, es comprensible, si no hay nada más que nos una, es comprensible, si nos estamos haciendo daño mutuamente, es comprensible. No obstante, no me haría a un lado solo porque apareció alguien en el paisaje que capturó la vista de quien está conmigo. Es como cuando vas de viaje y te enamoras tanto de una vista que se te queda grabado en el subconsciente y quieres regresar, muy pocos lo hacen. Hay algunos que simplemente lo olvidan cuando pasan al siguiente destino o se dan la vuelta. Eso no significa que no ames donde vives, las vistas que contemplas a diario, el aire que respiras. Podrás pensar en algún momento en volver a viajar, pero al final, siempre regresas a tu hogar.

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