Capítulo 18

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Seokjin caminaba por los pasillos de su instituto cuando escuchó algunos rumores entre los chicos. Todos lo miraban raro, como si fuese un bicho. Seguía siendo un niño de doce años. Solo había pasado un mes desde que su madre abandonó ese mundo, pero ni siquiera había tenido la oportunidad de llorar. Se refugió en sus estudios, velando también por los de su hermano.

No le importaba él, era un sacrificio, un pecado que no debió nacer, pero su hermano era diferente. Por eso, cuando escuchó lo que los chicos decía, corrió sin importar el qué duran hasta dos pisos más abajo, ahí se encontraban los grados menores en aquel colegio privado, ahí estaba su hermano.

— Mis padres ya no quieren que esté cerca de él. — Murmuraba un chico casi del grado de Seokjin mientras se reía de un tímido y arrinconado Jungkook que lloraba en una esquina, mirando por la ventana. — La madre de ellos se ahorcó, es una familia de locos. Salió en todas las noticias.

Los ojos de Jin se ensancharon cuando vio el modo en que su hermano se tapó los oídos. A Jungkook le dolía y afectaba todo lo que esos niños decían, ellos no estaban locos, su familia estaba bien, eran felices, su madre no se había ahorcado, todo fue un accidente que se la llevó al cielo, solo eso.

— Oye... Detente... — Intervino un compañero de clases de Jungkook.

— ¿Por qué? No es mentira que la señora Jeon, madre de Seokjin y Jungkook se ahorcó. Seguramente sus hijos harán lo mismo. Mi mamá me dijo que los niños siguen el ejemplo de los padres. Jungkook pronto se ahorcará como su madre y...

Las palabras de aquel niño se interrumpieron cuando el puño de Jin colisionó contra su rostro. Le pegó con todas sus fuerzas porque absolutamente nadie tenía el derecho de hacer llorar a Jungkook, él era su escudo, no le importaba que todo chocase contra él siempre y cuando nada llegara a su hermano.

— Estoy decepcionado, Seokjin. — Espetó serio el señor Jeon cuando los dejaron solos en la oficina del director. — No vuelvas a decepcionarme. — Musitó con las manos sostenidas a su espalda mientras miraba con los ojos perdidos por el cristal.

Él no quería que Seokjin fuera por el camino de la violencia, lo conocía, más de una vez acudió a ellos, pero no quería que sus hijos hicieron lo mismo. Solo él podía ensuciarse las manos, él construía un imperio que sus hijos solo tendrían que mantener correctamente y disfrutar. El trabajo fuerte, solo le correspondía a él como padre.

Mientras él batallaba con sus pensamientos, todo lo que Seokjin podía ver era a su padre dándole la espalda. Le explicó los motivos, estaban maltratando a Jungkook verbalmente, le estaban haciendo daño, no podía quedarse sin hacer nada cuando los profesores escucharon todo y no intervinieron. Una vez más su padre estaba preocupado solo por él, pero ese momento, permanecería por años grabado vívidamente en su memoria. No podían contar con nadie, solo se tenían ellos dos, Jungkook y él.

Sin embargo, con doce años, Seokjin también entendía que su padre era un león astuto que inteligentemente lo cuidaba. De una forma diferente las palabras de su madre continuaban cobrando fuerza, él era el sostén de la familia. Él podía ser la debilidad de Jungkook y su padre. Porque él era un castillo que sus padres estaban construyendo, él era el puente entre el lado más puro en el que se encontraba Jungkook y el lado de la oscuridad, donde sus progenitores ya habían puesto sus pies. Él era la estabilidad, por eso no podía quebrarse, ¿qué sucedería si se derribara?

Tenía que ser más inteligente, si quería defenderlos, no podía ser débil como ese día. No podía dejarse agarrar porque si eso sucedía, los malos seguirían libres y su familia estaría a la deriva, sin él y su protección.

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