𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖁𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖉𝖔𝖘

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Creo que es muy obvio y simple, hicimos todo lo que pudimos
Ya es hora de que me despida desde la ventana
Terminemos esto como corresponde y digamos que estamos bien
No estamos destinados a estar juntos, como dormir y la cocaína
Así que al menos aceptemos ir por caminos separados.

Canción: We're Good
Artista: Dua Lipa
Álbum: Future Nostalgia (The Moonlight Edition), 2021

La fría ventisca removía sus ropajes, la larga extensión estaba completamente deshabitada, o eso creían; había kilómetros de nieve en todo el territorio. Un inmortal de cabello corto rojo se movía en el lugar, buscando donde estaba cubierto aquel charco de sangre mortal, inmortal y del dios de la Noche.

Tocó en varias partes la nieve y la olió, hasta que halló un punto específico, a trescientos metros del campo de fuerza de invisibilidad que protegía Polaris sin que ellos lo supiesen. Se agachó y tocó el hielo entre sus manos, revolvió un poco y encontró una pequeña mancha de sangre roja, pasó su dedo índice en ella y la llevó a sus labios, el líquido seguía húmedo gracias al frío suelo.

Con cuidado, se levantó y dirigió su mirada a unos metros en la lejanía, desde allí lo observaba Maroth, el rey de Heilhem a la espera de una señal respecto al rastro.

—Es aquí —murmuró el inmortal pelirrojo.

Con bastante delicadeza y parsimonia se dirigió al centinela, quién lo observara jamás pensaría de lo que sería capaz de hacer; lucia un traje púrpura, sus facciones eran finas y delgadas, tenía la piel pálida como la nieve, su nariz larga y labios un poco carnosos, cabello rizado corto color negro al igual que sus fríos y penetrantes ojos, cejas y pestañas pobladas oscuras y muy alto. Nadie creería que un hombre que portaba tanta hermosura en su físico y con porte elegante fuera tan letal, que lograra matar a más miles personas, incluyendo inmortales, mortales y mestizos.

Elevó sus manos y comenzó a dispersar las capas de nieve, los millones de copos volaron por el cielo y terminaron sobre los árboles.

—Los brutos de sus amigos ni siquiera tuvieron la decencia de limpiar la sangre —pronunció pasando uno de sus pies por la espesa sangre morada, roja y negra mezcladas—. Por aquí debe estar el campo de fuerza que esconde La Ciudad Oscura. Busquenlo.

Maroth se fue otra vez al carruaje a esperar a que sus centinelas y su mano derecha hicieran el trabajo. Tardaron más de una hora y media en encontrar una pista.

Un centinela de rango menor deambulaba cerca de la barrera que protegía a Sandmoor, se acercó al campo y chocó con el, este de inmediato reaccionó y la energía lo arrojó a cuatrocientos metros de distancia.

—¿Qué acaba de pasar? —preguntó la mano derecha del inmortal.

—Ahí está el campo de fuerza —respondió Maroth saliendo del carruaje.

—¿Cómo sabes?

—Un espacio vacío no te golpearía así nada más. Usa la cabeza, Nathaniel.

—¡Traigan el cetro! —gritó Nathaniel a un grupo de centinelas.

Dos guardias transportaron una caja en la que estaba guardada el arma, al lugar donde se hallaba situado Maroth, la abrieron y le extendieron el cetro al monarca.

El cetro mágico tenía muchas habilidades, una de ellas era romper barreras de magia.

—Daselo al centinela que encontró el campo —ordenó el rey sin mirar siquiera al inmortal.

𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐫𝐜𝐡 𝐎𝐟 𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 𝐊𝐢𝐧𝐠 | 𝐌𝐚𝐲𝐥𝐨𝐫 (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora