𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖁𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖈𝖎𝖓𝖈𝖔

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Llévame a tu corazón
Siénteme en tus huesos
Solo una noche mas
Y voy a venir en esto
Largo y sinuoso camino
voy en camino
Hogar dulce hogar

Canción: Home Sweet Home
Artista: Mötley Crüe
Álbum: Theatre Of Pain (1985)

Los rayos de la fría mañana de navidad se colaron por la pequeña abertura de las cortinas, parte de la luminosidad reposó en el rostro de Brian, haciendo que abriera con lentitud sus preciosos ojos hazel, los talló un poco y se retiró algunas lagañas, dió un leve bostezo y observó el desorden de toda la habitación, al instante, recuerdos de la madrugada llegaron a su mente, haciéndolo sonreír e imaginar esa persona que lo tenía completamente enamorado. 

El sonido de la llave del inodoro lo sacó de sus pensamientos, la puerta del baño se abrió, dejando ver a su ángel dorado, llevaba la camisa azul puesta que hacía parte del atuendo que llevaba ayer y la melena despeinada, pero en el estado que estaba su rostro lo alarmó, la cara de Hemer carecía de su color habitual, el tono carmesí de sus mejillas y labios había desaparecido, sin dejar un mínimo rastro.

—Buenos días, Rog. ¿Sucede algo? —preguntó el mayor con preocupación.

El joven trató de sonreír ante lo tierno que se veía Brian preocupado. Con una mueca en sus labios, se acercó a la cama y se sentó en ella.

—¿Qué te pasa? —preguntó Brian buscando una señal de lo que le sucedía, acto seguido acunó el bello rostro del menor en sus delgadas manos—. Estás muy pálido.

—Solo… Tuve una pesadilla y me dieron náuseas.

—¿Quieres hablar al respecto? —preguntó el rey quitando las manos del rostro del menor y envolviendolo en sus brazos.

—No, aún no.

—Sabes que estoy para ti. Podemos hablar cuando te sientas listo —le dijo dándole un beso en la cabeza.

—Gracias, de verdad.

Ambos se quedaron en silencio. Abrazados.

—¿Sabes? Lo de hoy en la madrugada… Estuvo muy hermoso y lo disfruté muchísimo, quiero que lo sepas —confesó el rey.

—Yo también, deberíamos repetirlo más seguido. Estuviste increíble —respondió el rubio en tono burlón.

—Lo sé. Tu también estuviste increíble

—Idiota —respondió Roger riendo por lo primero y besándolo en la mejilla.

—Pero quieres a este idiota.

—Si, y demasiado.

—Lo sé.

—Egocéntrico.

Ambos rieron y se miraron con dulzura. Roger se acercó más a Brian y recostó su cabeza en el hombro del mayor.

—¿Ya te sientes mejor? —preguntó Brian acariciando sus hebras doradas con parsimonia.

—Si. Gracias a ti.

El rey sonrió y le plantó otro beso en la cabeza.

—¿Qué hora es?

—Son las dos y quince minutos.

—¿No iremos a tu casa?

—Por supuesto.

—Bueno, entonces vamos a ducharnos.

Entrelazaron sus manos y se dirigieron al baño. Duraron veinte minutos aseándose entre risas, caricias y besos, para después, finalmente salir de la ducha cubiertos con batas de baño.

𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐫𝐜𝐡 𝐎𝐟 𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 𝐊𝐢𝐧𝐠 | 𝐌𝐚𝐲𝐥𝐨𝐫 (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora