𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖁𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖚𝖓𝖔

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Nunca quise ser el chico de al lado,
siempre pensé que sería algo más,
pero no es fácil para un chico de pueblo pequeño
No es fácil en absoluto. 

Canción: Drowse
Artista: Queen
Álbum: A Day At The Races, 1976


Transcurrieron tres días exactamente desde el acontecimiento en la frontera de Polaris, en los cuáles Roger no se había despegado ni un solo segundo del lado de Brian, a menos que fuera para bañarse; el chico dormía y cenaba ahí a la espera de que el rey abriera sus ojos. Sus amigos los visitaban y Octavia iba a checar las heridas del dios a cualquier hora de la jornada.

Era una tarde bastante helada. Taylor estaba plácidamente dormido al lado de Nix, con su brazo derecho rodeaba la delgada cintura del mayor, el olor a lavanda que éste desprendía provocaba que se sintiera en el mismísimo cielo, esa fragancia tan característicamente embriagadora le transmitía paz y tranquilidad. Lo hacía sentir en casa.  Sin embargo, no todo había sido bonito. Las horas que habían transcurrido después del traumático suceso que experimentó Roger no fueron del todo buenas.

Hemer estaba entregado plácidamente en los brazos de Morfeo, pero su pacífico sueño se vio interrumpido por un estremecimiento brusco por parte de su cuerpo; en ese momento un grito agudo escapó de sus labios y abrió aquellos bellos luceros azules abruptamente con las pupilas dilatadas, se despertó asustado y con el corazón a mil. Los vivos recuerdos de la daga penetrando y desgarrando la carne de aquella preciosa figura joven del inmortal se hicieron presentes y visibles en su mente como hace unos instantes en los que soñaba.

Se levantó de la cama y salió corriendo en dirección al baño con la mano izquierda cubriendo su boca; con torpeza levantó la tapa del inodoro y descargo todo el vómito retenido, sonoras arcadas inundaron la habitación, cuando creía que iba a parar de vomitar, otra sección de náuseas llegaba. Su cuerpo se movía descontroladamente gracias a los espasmos, trataba de evitar los movimientos involuntarios pero era inevitable controlarlos.

Después de transcurrir varios minutos de expulsar todo, su garganta ardía, su pecho subía y bajaba desenfrenadamente, su coronilla estaba sudada haciendo que algunos cabellos de su flequillo estuvieran empapados. Luego de regular la respiración, se levantó del suelo, cepillo sus dientes y fue a acostarse nuevamente, se colocó en la misma posición que había ocupado antes y observó al hombre que tenía junto a él, el cuerpo del rey se hallaba sumido en la tranquilidad y su mente en lo más profundo del sueño, con solo mirarlo pudo transmitirle tranquilidad y relajarse.

—Bri... Por favor despierta… —susurró e hizo un puchero mientras abrazaba más su cuerpo.

Duró varios minutos en esa postura hasta que su estómago comenzó a rugir, aún no había almorzado. Podría aguantar todo el hambre del mundo con tal de no dejar a Brian solo.

Se quedó otro rato acostado, pero ya no pudo soportar más...

—Solo me iré un momento Bri, no tardaré —habló tomándolo de las mejillas y luego lo besó en la frente.

Se levantó de la cama otra vez y bajó a la primera planta, se dirigió a la cocina y agarró el papel donde Lucy había dejado algunos números telefónicos anotados para que pudiera pedir comida a domicilio, con sus respectivos menús, junto con una tarjeta de crédito perteneciente al joven, la cuál estaba en la habitación de arriba. Tomó el teléfono y se dispuso a llamar, e inmediatamente descolgaron el aparato.

—Buenas tardes, se comunica con la línea de domicilios de El Reino De Las Hamburguesas, ¿Con quién tengo el gusto? —habló animadamente una mujer al otro lado de la línea.

𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐫𝐜𝐡 𝐎𝐟 𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 𝐊𝐢𝐧𝐠 | 𝐌𝐚𝐲𝐥𝐨𝐫 (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora