𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕿𝖗𝖊𝖎𝖓𝖙𝖆 𝖄 𝕿𝖗𝖊𝖘

136 26 134
                                    

Mi juego de amor acaba de empezar
El amor corre desde mi cabeza hasta mis pies
Mi amor está bombeando a través de mis venas
Me vuelve loco
Ven a jugar el juego
Todo el mundo juega al juego del amor

Canción: Play The Game
Artista: Queen
Álbum: The Game, 1980

Eran las nueve y treinta de la mañana, hace media hora Roger había partido al campo de entretenimiento con Rami y Tim, lugar ubicado afuera de la ciudad, donde se preparan a los guerreros del ejército de Sandmoor. Días atrás los cuatro acordaron que el mortal se integrara con otros aprendices, e incluso poder aprender de ellos, pero también para que los dos generales de Nix no tuvieran que dividir más sus tiempos entre Hemer y la Academia. Además, de que Brian pensaba que el joven ya estaba listo para relacionarse con otros inmortales que no solo fueran el círculo íntimo.

La primera labor del día del rey era comprar cualquier tipo de joya para su querida amiga que vivía en la prisión de la Ciudad Oscura, la diosa de la verdad, Veritas.

Con total parsimonia caminaba por la cuadra donde estaba su joyería favorita, Bellerose. Era una estructura grande de dos plantas, repleta de toda clase de joyas y de las más finas de la nación.

Entró al lugar, el cual estaba vacío porque recién había sido abierto. Sus ojos conectaron con los amarillos de la reconocida vendedora, sonrió y se acercó a donde estaba.

—Buenos días Tatiana, ¿Cómo va todo?—saludó con una amable sonrisa.

—Buenos días rey Nix y excelente, ¿Cómo va su mañana?—preguntó amablemente la inmortal de ojos amarillos y cabeza rapada saliendo detrás del mostrador.

—Magnífica. Gracias por preguntar.

—¿Qué joya en especial está buscando?

—Sorpréndeme.

La mujer sonrió y asintió. Caminó hacia uno de los mostradores de cristal más cercano y empezó a sacar varias cajas de terciopelo y le mostró collares, aretes, pulseras, tobilleras y anillos a Brian.

—Quiero estos pendientes de rubíes—señaló una caja pequeña.

Eran dos pendientes burdeos de plata con pequeños diamantes incrustados, en el centro lucía un hermoso rubí.

La mujer tomó la caja, la cerró y fue hasta el mostrador donde estaba la caja.

—¿Pagará en efectivo o con tarjeta su majestad?—preguntó Tatiana posándose detrás de la caja registradora.

—Tarjeta.

Brian rebuscó dentro de su chaqueta y sacó la billetera, la abrió y tomó la tarjeta de débito para extenderla a la vendedora, ésta la puso en el datáfono y el rey ingresó la clave para que la transferencia se efectuara. La mujer metió la caja de pendientes en una bolsa beige y se la entregó al rizado con una sonrisa.

—Que tenga un lindo día rey Nix.

—Gracias, igualmente Tatiana.

Salió de la tienda y observó el cielo despejado, aunque el invierno aún siguiera intacto. Dos meses más y la hermosa primavera les daría la bienvenida.

Dejó de contener su poder y lo dejó fluir, sombras oscuras comenzaron a revolotear sobre su cuerpo, hasta cubrirlo y hacerlo desaparecer.

Sus pies tocaron el rocoso pavimento de la acera afuera de la prisión de la Ciudad Oscura. A diferencia con Polaris, allí el ambiente se sentía extraño.

𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐫𝐜𝐡 𝐎𝐟 𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 𝐊𝐢𝐧𝐠 | 𝐌𝐚𝐲𝐥𝐨𝐫 (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora