Capítulo 20

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Tiro el móvil al mar e intento borrar todo recuerdo que perturbe mi mente. Cojo aire unas cuantas veces, haciendo que el pecho se me hinche arriba y abajo en un movimiento acompasado y pudiendo escuchar como mi corazón late al ritmo en el cual las olas llegan a la orilla. La brisa marina me ayuda a olvidar y el movimiento suave de las olas a relajarmeme. Cierro un segundo los ojos y cuando los vuelvo a abrir la luna sigue brillando inmóvil en el fondo del firmamento rodeada de pequeñas lucecitas que tienen miedo a su gran inmensidad.

Poco a poco me voy llendo de la playa con nostalgia, pero algo me agarra por el cuello y me hace caer al suelo impactando mi espalda contra la fina arena. Estoy aturdida y veo borroso por el golpe. Cuando me voy a levantar, la fuerza que me ha hecho caer ahora no me deja ponerme en pie, colocandome una de sus enormes botas en el cuello. Forcejeo, pero es inútil, me tiene inmovilizada en el suelo sin escapatorio. Miro hacia arriba para verle la cara, pero lo único que veo es un objeto con un brillo metálico. Una pistola. Pienso lo más rápido que puedo para desacerme del pie de ese hombre, pero lo que hago es dar patadas a lo loco y a la nada.

-No hace falta que te esfuerces, esta vez va a ser la última que respiras, a si que coge aire -su voz es grave y aspera, pero me dan igual sus palabras, yo sigo intentando zafarme de ese bigfoot.

-Que te lo has creído -digo casi sin aliento.

Le cojo la parte delantera del pie con la mano derecha y la trasera con mi mano izquierda. Empiezo a girarlas en el sentido de las agujas del reloj con todas mis fuerzas torciendole el pie, haciendo que el personaje grite de dolor quitando el pie en un movimiento veloz. Me impulso y por fin toco el suelo con los pies. Pero bigfoot  levanta nuevamente la pistola para disparar. Le doy una patada en la muñeca que hace que suelte el arma pero es demasiado tarde y la bala roza mi brazo derecho que arde como si el mismisimo diablo me hubiera abrazado.

No tengo tiempo de preocuparme por mi brazo malherido si no quiero morir. Vuelvo a darle una patada, pero esta vez acierto en la cara haciendo que el hombre caiga al suelo de boca. Cuando me agacho a coger la pistola, ya casi siento el sabor de la victoria. Bigfoot se avalancha sobre mis piernas y ahora soy yo la que besa el suelo. Intenta quitarme el arma con movimientos bruscos y empiezo a sacudir todo mi cuerpo para que se quite de encima. Afortunadamente le doy un codazo en la mandibula y me puedo separar de él con la pistola todavía en mi posesión. El hombre se pone en pie, pero casi sin tiempo a que reaccione disparo.

Intento mover el cadáver a través de la playa al igual que la primera vez que llegue aquí. Con la fuerza de la adrenalina y el cansancio no me había acordado del disparo que ahora duele más que antes. Cuando acabo de borrar las pistas por fin vuelvo a casa.

El brazo me sigue sangrando y el dolor punzante no cesa, ese "pequeño diablo" no se quiere separar de mí . Una vez en casa intento evitar a Connor y a su padre todo lo posible, que permanecen sentados enfrente del televisor medio atorados. Entro al baño y cierro la puerta con el pestillos antes de que nadie pueda hacer ningún tipo de pregunta que no quiera responder.

Me miro en el espejo. Mi cara refleja cansancio, y mis ojos verdes, ahora casi grises expresan el dolor que siento en el brazo, mientras que me quito la camiseta, ahora con una manga en un tono púrpura rojizo manchada por el mar de sangre que brotaba de mi brazo. Cojo todo el papel que pueda abarcar mi mano para limpiarme la herida con sumo cuidado. Saco el bote de alcohol del armarito de detrás del espejo y sin ningun cuidado lo hecho por encima de la herida. Gimo de dolor cuando el chorro de alcohol toca mi heriada abierta. Tantos años y me tienen que disparar ahora, en el peor momento, cuando pensaba que todo había terminado.

Alguien se acerca con paso firme a la puerta y empieza a llamar dando golpecitos a la madera blanca.

-Sam, ¿estás bien? -pregunta Connor timidamente. Oigo como pone la oreja contra la puerta del baño para escucharme mejor.

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