Capítulo 2

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-¡¡No por favor no lo hagas!!- Lloro desconsoladamente pidiendole clemencia. El hombre se encuentra delante de mi apuntandome a la cabeza con una pistola. No recuerdo haberme puesto a llorar, pero ahora no puedo parar.
Las lágrimas me empapan los ojos y no llego a ver la cara del hombre, solo veo sombras deformes y oscuras.
-No mereces que te perdone, tu misma te lo has buscado- Me grita mientras que yo le sigo suplicando entre llantos.
-Por favor, lo siento mucho- Sigo suplicando, pero es inútil ya que cada vez aprieta más la pistola contra mi frente.
-No te aguanto más- Aprieta el gatillo y ...

¡¡¡¡NO!!!! Me despierto exaltada y sudorosa a causa del sueño, bueno mejor dicho, de la pesadilla. Siempre lo mismo, siempre la maldita pesadilla de las narices, siempre de la misma manera. Y después cuando logro despertarme grito a todo pulmón, como una loca, pidiendo que alguien me ayude, pero nunca hay nadie, siempre estoy sola. Llevo sin recibir un abrazo, una caricia o cualquier otra muestra de afecto désde hace mucho tiempo, désde que todo sucedió no tengo a nadie.

Me levanto de la cama y me voy al baño a lavarme la cara, el agua está fría pero no me importa. Cuando termino me cambio y me pongo lo primero que encuentro en la maleta: una blusa blanca y unos vaqueros oscuros junto con unas zapatillas rojas desgastadas. Me peino la melena rubia y bajo a desayunar.

En la cafetera le pido a la camarera del hotel el desayuno:

-Buenos días,pongame... un zumo con con dos tostadas untadas con mermelada de frambuesa, dos gófres con chocolate y un vaso de leche- No he comido nada désde ayer por la noche y ahora tengo un hambre feroz, parece que un león ha entrado en mi estomago sin que me diera cuenta.

La camarera se me queda mirando extrañana por la cantidad de comida que había pedido, pero no dice nada y yo la sonrio.

Espero mientras que la chica me prepara los gófres para el desayuno. Mi móvil suena y me asusto. Ahora el corazón me late muy deprisa y espero a calmarme para abrir el mensaje.

Entonces la camarera me deja el desayuno delante y me lo llevo a una mesa apartada junto a una ventana que da a la ciudad. Lo dejo todo encima de la mesa, me siento y me meto una tostada con mermelada en la boca mientras que abro el mensaje en el cual solo aparece un nombre:
Connor Smith.

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