Capítulo 38

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Te siento, hermana. Aún tienes tiempo para echarte atrás. Dijo, escabulléndose en mi mente, aquella a la que estaba obligada a derrotar.

¿Tan pronto una reunión familiar? Le conteste.

Sé dónde estás, con quienes estás y qué planeas hacer. Amenazó.

¿Debo sentirme intimidada? ¿Por que no vienes a hacerme frente en lugar de esconderte en mi propio pensamiento?

Estoy muy ocupada planeando cómo asesinarte. Respondió causando un fuerte dolor en mi cabeza que me hizo colocarla entre mis manos.

¿Gastando poderes tan pronto?

No necesitaré tanto para pelear contra tí.

Que casualidad que eso digas ahora, porque siempre terminas escondiéndote.

¿Me dirás que tú no? ¿Donde dejará tu semilla esta vez, Alexandra? Veo que la última vez la escondiste en una ciudad excesivamente llena de mortales.

Justo un lugar que te encantaría destruir, ¿no? Conteste evadiendo aquella pregunta. La semilla es una parte importante de nuestra guerra, sino, yo no podría recuperarme. Dejaría de existir,

Justo el lugar que voy a destruir, dirás.

- ¿Alexandra? - Preguntó la voz del antiguo líder del campamento.

Buena suerte ganando la guerra con el animal como asesor, hermanita.

Adiós. Finalicé. Acto seguido bloqueé mis pensamientos evitando el ingreso nuevamente a Gaia.

- Quirón. - Respondí. - Supongo que vienes para saber cuando partimos. Mañana al amanecer, iremos al Campo de las Helenas en los pegasos. Diles a todos que se preparen.

- Creí que el Campo era sólo un mito.

- Lo es. - Aclaré. -Para este mundo. - Añadí. -Técnicamente no existe.

- ¿Técnicamente?

   - Sí, técnicamente.

Me miró confundido por unos segundos pero decidió dejar la conversación así. Agachó la cabeza en señal de agradecimiento y dio media vuelta por el camino que había seguido para llegar hasta a mí.

Yo, por el contrario, me mantuve estática en el mismo sitio. Levanté la cabeza hacia el lago del campamento. Recordé lo último que Alex había vivido ahí. Su primera verdadera cita con un chico que no fuera o abusador o mentiroso. Un buen chico. Aaron, hijo de Ares... ¿quien lo diría? Finalmente ella terminó siendo la abusadora mentirosa.

Una chica confundida y dañada. Una bomba de tiempo.

   - Una gran bomba de tiempo... - Suspiré.

Tan impaciente, terca e inmadura. Indiferente a todo lo que la rodeaba excepto a sus propios sentimientos. Una chica que solo sabía elegir mal, y cuando se aburría, elegía peor. ¿Cómo alguien podía ser tan controlable e incontrolable? Supongo que algo tan poco coherente solo podría salir de mí.

Alexandra, protectora de la humanidad.

Que mal dejaba todo lo ocurrido a mi nombre.

En unos meses logró amenazar a todo el campamento, casi matar a algunos, romper un corazón y separar una pareja. Además de algunos daños colaterales como el de casi hacer que asesinen a su mejor amiga y el de volver loco al ex del que le gustaba.

¿Cuánto daño puede hacer una persona sin siquiera saberlo?

Yo no puedo enmendar lo que ella hizo, pero tampoco puedo traerla de vuelta. Al fin y al cabo somos una, pero a la vez no.

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