Capítulo 41

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Decidí abalanzarme sobre ella, sabiendo que si no actuaba rápido lo mataría. Inmediatamente después de encontrare sobre mi hermana, hice que apareciéramos en el volcán para alejarla del semidiós. Aterrizamos tumbadas en el suelo, yo sobre ella, por mi acción anterior. Sin embargo, reaccionando antes que mi persona, Gaia me lanzó hacia uno de los bordes del lugar. Después del choque, caí en una de las rocas que anteriormente habíamos usado como arma. El golpe me hizo unos rasguños en la espalda y brazos logrando hacerme sangrar. Aún tenía  la herida en el hombro a causa de la daga que me habían lanzado. Me estaba demorando en sanar. Rápidamente me levanté, y acto seguido desenvainé mi espada. Me detuve mirándola fijamente. Ella hizo lo mismo.

   - Te preocupas mucho por uno solo. - Comenzó diciendo mi contrincante. - Debes saber que cuando mueras todos ellos te seguirán. - Sonrió.

   - Lo único qué haces es repetir lo mismo una y otra vez. - Señalé ante tal declaración. Ella me miró furiosa ante mi comentario. - ¿Por qué no vienes e intentas hacer lo que tanto dices? - La reté. Ella vino hacia mí a paso acelerado. Yo estaba preparada.

Jason

No quedaban más monstruos. Todos y cada uno de ellos habían sido eliminados. Los titanes poco a poco comenzaban a disminuirse en número.  Sorprendentemente no había sido tan complicada esta guerra, la parte difícil la cargaba Alexandra. Su táctica de avisarnos cuando alguien estuviera en peligro había salvado numerosas vidas aquella mañana. Ningún semidiós había muerto. Todos los graves estaban a salvo. Los poderes mejorados nos volvían casi invencibles contra los monstruos, los titanes eran los causantes de nuestras bajas. Por eso los dioses se encargan de ellos.

Los demás campistas ayudaban a sus padres a eliminar los últimos enemigos que quedaban en la isla. Nuestro trabajo ya casi terminaba, pero nadie sabía cómo ayudar a nuestra líder a terminar el suyo.

Me encontraba buscando a Nico, que era la nueva misión que ella me había dado. Susurró en mi cabeza la ubicación exacta del chico y yo casi inconscientemente caminaba hacia ella.  Avancé entre la jungla sin encontrarme con alguien a quien atacar hasta llegar al bosque. Ahí estaba el herido.

Mi amigo estaba sentado en la sombra de un árbol intentando recobrar el aliento. De lejos se le veía en perfectas condiciones, pero al acercarse sólo se había más visible el dolor. Tenía heridas cubriéndole los brazos y una marca sangrante en el rostro. La tan conocida palidez que lo caracterizaba había empeorado. La guerra a él, al contrario que a mí, lo había demacrado. Tal vez fui yo el que no ha hecho lo suficiente.

El hijo de Hades me escuchó llegar, pero no levantó la vista hacia mi posición. Debe estar muy cansado. Corrí hacia él y le toqué el hombro. Siguió sin responder.

   - ¿Qué te ha pasado? - Pregunté mientras pensaba cuándo sería que un hijo de Apolo llegara en su ayuda. Él, lentamente levantó su mirada hacia a mí. A pesar de verse medio muerto, sus ojos aún destellaban emoción. Él, abrió su boca para hablar pero no pudo pronunciar una sola palabra. - No hagas esfuerzo. Olvida mi pregunta, luego la responderás. Lamento no poder ser de mucha ayuda, si tan sólo fuera tu gracia lo que se consume y no tu cuerpo entonces te transferiría la mía. Seguro los de Apolo están ya cerca.

- Agua. - Pronunció Nico con la mirada baja. Yo me lamenté por verlo en ese estado. Debería haberme quedado con él.

- Lo lamento amigo, no traigo nada. Solo mi espada.

Al no saber gran cosa sobre medicina, decidí hacer lo que parecía más obvio en una situación como esa. Le ayudé a acostarse en lo que parecía ser la zona más blanda de aquel lugar, arriba de una gran pila de hojas, y coloqué su cabeza en mis piernas para su mayor comodidad. El semidiós mantuvo su silencio. Quise pedirle de alguna manera ayuda a Alexandra pero supuse estaría muy ocupada, de igual manera tampoco sabía cómo hacerlo.

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