Capitulo 10

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Pov Alex

- Se suponía que llegaríamos a las 9 y así estar ahí todo el día. - dije molesta. - Vamos 3 horas tarde.

- Deja de quejarte, te saldrá una arruga en la frente - Dijo Percy - Ahora sólo céntrate en la carretera, no vallas a chocar.

- ¿Por qué siempre están tarde? - continué quejándome - Llegué a recogerlos a la hora exacta, a las 8:30 y cuando entré a su departamento, todos estaban dormidos, todos. Y no sabía cómo despertarlos.

- ¿Cómo que no sabías! - Dijo Leo - Entraste a mi habitación con un florero lleno de agua lista para tirármela, menos mal que estaba despierto y vestido.

- Te despertaste solo porque escuchaste el grito de chica de Jason - continué.

- Me tiraste el agua del florero, y encima estaba helada.

- Quizás si hubieras dormido con polo no te habría helado tanto. ¿Por qué los chicos siempre duermen sin polo?

- Porque hace mucho calor, además, las chicas también lo hacen.- Dijo Percy.

- ¿Y tú como sabes que lo hacen? - Pregunté con una sonrisa maliciosa. Joder, que pervertida soy.

- Eso - Dijo Jason - ¿Tú como lo sabes?

- Sólo lo supongo. - respondió nervioso.

- Qué cosas harás con tu novia...- suspiré - Oye, nunca me contaste sobre ella. Jason, tú tampoco me has contado sobre ella.

- Pues...- comenzó Percy - Se llama Annabeth, es muy inteligente...

- Lo contratrio que tú - se burló Leo.

- Jodete - respondió Percy - Es muy bonita - prosiguió - Le encanta leer y sabe pelear, igual que tú.

- Me cae bien - comenté - Tu turno Jason. 

- Ella es muy bonita, de alguna manera logra convencer a hacer cualquier cosa a quien sea, es divertida y... la amo.

Me sorprendió lo que dijo. Qué tierno. De seguro en ese momento tenía una cara de boba tremenda, a mí nunca me habían dicho que me aman, ni siquiera mis padres. Yo quiero un Jason, o un Percy. 

- ¿Me dejas arrancarte un pelo? - me miraron raro. Claro que sí, en mi cabeza se escuchaba mejor.

- ¿Para qué? - Preguntó

- Te voy a clonar. Necesito uno de ustedes, pero yo te haré guapo.

- ¿Como? - preguntó con falsa indignación - Todas las chicas me desean.

- Estan ciegas, a demás, esas tienen un nivel bastante bajo en gustos - seguí bromenado - Llegamos. - Me estacióne. El parque de atracciones es más grande de lo que recordaba.

Cada uno pagó su boleto y entramos. Habían familias, parejas, amigos, de todo. Las atracciones...enormes, montañas rusas, tagadás, esas cosas que te hacen rodas que no sé como se llaman y muchas otras cosas que no sé sus nombres. No me puedo olvidar de lo más importante, el algodón de azucar, dios... comerlo es como comer una nube.

- ¿Qué hacemos primero? - preguntó Nico.

- Empecemos por algo fuerte, ¿Qué tal la montaña rusa? - Sugirió Leo.

- Por mi perfecto - Todos asintieron y fuimos hasta nuestro objetivo. Y así una y otra y otra y cuando llegamos a unas trece atracciones fue cuando decidimos ir a comer algo. También había de todo, pizza, pollo, hamburguesas, papas fritas...

- Muero de hambre. - dije.

- Todos tenemos hambre - dijo Nico.

Nuestro turno.

- Denos cinco hamburguesas, una pizza, muchas papas fritas y unos diez nuggets, por favor. - todos me miraron sorprendidos

-¿No es demasiado? - preguntó Percy

- Para ustedes las hamburguesas y el resto para mí - Dije. Me miraron aun más sorprendidos - Bueno...si quieren les invito un poco - No dejaban de mirarme - Miren, siento no ser de esas chicas que se piden ensalada. Así que dejen de mirarme.

Después de treinta minutos esperando nos trajeron nuestra comida a la mesa. No quedó nada, a la mitas de la comida los chicos se empezaron a preocupar porque creo que pensaban que no me lo terminaría todo. No me conocen lo suficiente. Al final me lo terminé.

- Voy al baño - dijo Leo.

- Te acompaño - dijeron Percy y Jason. Los tres se fueron y me quedé sola con Nico.

-Y...Saca tema - dije

- No se me ocurre nada - respondió. Y de la nada, el camino se iluminó y fue cuando lo ví, lo más hermoso que existe... el algodón de azucar. De un momento a otro, tube hambre otra vez. Busqué desesperada mi billetera para ir a comprar mi preciado bebe, pero no estaba.

- ¿Has visto mi billetera? - pregunté buscándola por todos lados.

- No, ¿Segura que no la tiene? Busca bien.

- ¿Por qué me pasa esto a mí? - dije lamentándome - Mierda, mierda, mierda.

- ¿Cuánto dinero llevabas? - preguntó Nico.

- Unos quinientos. Pero el dinero no importa.

- ¿Qué más llevabas?

- Nada más, sólo dinero

- ¿Entonces qué te preocupa?

- Es que...ya no podré comprar mi algodón de azúcar - dije triste.

- ¿Todavía tienes hambre? - preguntó sorprendido y asustado. Ahora ya sabe que soy un pozo sin fondo.

- Algodón de azucar.

- Eres como un bebé llorón.

Se levantó de nuestro asiento, no me fijé a dónde iba, sólo me quedé con la cabeza apoyada en la mesa soñando con probar un delicioso algodón de azúcar.

- Toma - dijo acercándome algo color rosado. Levanté la vista y lo ví, a mi bebé.

- Gracias, gracias, gracias - dije muy contenta - Te lo pagaré, lo juro.

- No necesito el dinero, es un regalo.

Mariposas - Sí, creo que eso es lo que describiría lo que sentí, muchas jodidas mariposas por todo sitio. Esa fue la primera vez que lo sentí, me gustó cómo se sintió.

La ProtegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora