-Te mataría si pudiera. - Le dije apoyándome en un árbol intentando mantenerme en pie.
-Nada te detiene, hazlo.
-¿Sabes? Algún día te ganaré, sin usar mis dones. - Comenté eludiendo su respuesta anterior.
-Espero ese día con ansias.
- Y lo mejor de todo es que cuando lo haga estarás obligado a darme lo que más desee.
-¿Y eso por qué? - Preguntó divertido.
-Porque sera mi recompensa, necesito una motivación. Y ¿qué mejor que un premio otorgado por Nico Di Angelo? - Continué agrando su ego.
-¿Y qué es lo que supuestamente te daré?
-Te lo diré más adelante. Por mientras será mejor que vallamos a comer, ¿No te parece?.
-No lo habría dicho mejor.
*dos horas más tarde*
¡¿Por qué mis cachetes no dejan de estar rojos?!
Bueno...es porque no dejo de pensar que he estado toda la mañana con Nico y que hemos estado relativamente cerca pero, esto ya es obsesión.
Algo anda mal en mi cabeza. Debo distraerme. Necesito un reproductor de música.
Sin saber cómo me encontraba en la cabaña de Hefesto pidiendo a Leo un MP3.
-¿Y no puedes crearlo? - Pregunté.
-Podría intentarlo, pero creo que si logré reparar un dragón metálico con vida, podré crear un Ipod que no sea rastreable.
-Emm...¿Como que un dragón?
-Ah sí, creo que no te lo había comentado. Ven, te lo presentaré.
Confundida le seguí. Realmente no tenía idea de adonde íbamos. Pocos minutos después llegamos a una especie de búnker y nos adentramos en él.
- Alex, este es Festo - Comenzó. - Festo, esta es Alex.
-Encantada. - Un gruñido sonó por su parte.
-Bueno...por dónde empiezo... -Comenzó agarrando una caja llena de cosas que realmente no sabía que eran.
Pasaron segundos y Leo se veía muy concentrado, le quedaba bien.
-¿Quieres que me valla o...?
-Quédate, necesitaré ayuda. ¿Puedes sujetarme esto? - Me preguntó pasándome un destornillador. Lo cogí . -A ver...empezaremos creando una memoria y...¿Te parece si hackeo el wifi de la ciudad para que también se pueda utilizar aquí?
- ¿Es eso posible? - Pregunté sorprendida.
- Alex... No hay nada imposible para mí.
Pov Percy
Está anocheciendo. Debería ir mi cabaña. Caminando, noto como los demás semidioses pensaron lo mismo. Al llegar a mi cabaña, ya no había nadie. Entro. Me dispongo a quitarme la ropa para ponerme mi pijama, cuando de pronto escucho una voz.
Percy.
Me llamaba. Sin pensarlo dos veces, saco el bolígrafo y aprieto el botón haciendo que se transformara en una espada.
-¿Quién está ahí? - Pregunte.
Percy...soy yo, tu padre.
-¿Papá? ¿Qué haces aquí? - Rápidamente me dirigí corriendo al lago y toqué el agua para poder escucharlo mejor.
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La Protegida
Hayran KurguNo me reconozco. Mi nombre es un misterio, su significado se perdió en un mar de mentiras. Sin embargo, a él sí lo reconozco. Sí. Sus ojos me revelan la verdad escondida detrás de las palabras de quienes he amado. O no. Tal vez su boca también me mi...