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"—¡Ambos se ven guapísimos! Déjenme sacar un par de fotos más—Dijo la madre de los gemelos apuntando su cara hacia el par nuevamente.

Ambos jóvenes sonrieron forzosamente, era ya la décima tanda de fotos desde que la ceremonia de colación había terminado. No fue hasta que finalmente la cámara quedó sin memoria tras unas cuántas fotos más que la mayor dejó finalmente a sus pequeños en paz, aunque no tardaron mucho en ser rodeados por una horda de chicas , tanto compañeras del mismo año como también de años menores, quienes buscaban confesarse a los gemelos, darles un presente y simplemente compartir una plática con ellos.

Estuvieron así unos largos minutos hasta que finalmente lograron liberarse de sus "fans" y poder ir a platicar y compartir un último momento junto a sus amigos. Mientras que Atsumu se acercó a molestar a Aran, quien había ido a presenciar la ceremonia de sus kohais, Osamu se mantuvo parado mirando nostálgico la fachada de la imponente academia en la que se habían desarrollado los últimos tres años.

—Imagino que extrañarás todo esto—Dijo una voz a sus espaldas que lo incitó a voltearse.

Tras él se encontraba Moriko, a quien vio contadas veces en los últimos meses cuando esta visitaba a su madre.

—¿Cómo se encuentra, Moriko-San?—Preguntó amable el joven.—Me sorprende verla aquí.

La mujer le dedicó una sutil sonrisa. Ese chico era siempre un caballero, cosa que lo diferenciaba a gran escala de su gemelo, quien acostumbraba a ser más brusco.

—No me iba a perder la oportunidad de ver a los dos engendros que se la pasaban invadiendo mi casa graduarse de la preparatoria.

Ambos compartieron una sonrisa y sin decir nada caminaron uno junto al otro en silencio.

—Como se que no te animas a preguntar lo diré yo; Izume se encuentra bien, hace ya unos meses empezó su último año, me
manda fotos todo el tiempo, tiene muchos amigos y sus padres se portan de maravilla con ella, puede que vaya a visitarlos el próximo mes.

Osamu paró en seco y dirigió su vista a la mujer, quien también detuvo su paso. En su rostro se dibujó una sonrisa algo forzada, más esta no era triste, más bien parecía hasta feliz, orgulloso.

—Me hace feliz escuchar eso—Dijo volteando su vista nuevamente al edificio, recordando cuando meses atrás pasaba mañanas enteras junto a la pelinegra ahí adentro.

—¿No te has contactado con ella hasta ahora?

El joven negó.—Decidí darle su espacio, para que haga amigos, estudie y viva sin preocuparse de lo que pase aquí.—Hizo una breve pausa mirando el brazalete en su muñeca derecha,—También me estoy dando un espacio a mi mismo.

La mujer sonrió y se acercó a abrazar al peligris con un cariño que pocas veces llegaba a trasmitir con alguien. El contacto duró unos minutos, en silencio por fuera pero lleno de sentimientos los cuales trasmitir.

—Te deseó lo mejor en tu vida, Osamu, eres un chico excelente.—Dijo la mujer separándose finalmente de él.

Osamu quedó nuevamente solo por unos largos minutos hasta que Suna llegó arrastrándolo, "Salva a Aran-Sempai de tu hermano" fue lo único que dijo hasta finalmente llegar con los demás.

Aquel día terminaba para ambos hermanos una etapa más, que entre peleas y desacuerdos, como también formando un maravilloso equipo, atravesaron juntos como siempre lo hicieron.

Choose you; Miya Twins Donde viven las historias. Descúbrelo ahora