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Lo que restó de la semana Izume evitó totalmente a los gemelos, lo cual ninguno impidió, y que entendían, lo abrumado que los tres se encontraban por los recientes acontecimientos.

De pronto la pelinegra optó por salir más temprano cada mañana, irse a penas terminará sus clases, y pasar lo recesos en compañía de sus pocas amistades en la escuela. Necesitaba su tiempo, así como ambos chicos, quienes no se salvaron de una suspensión del club por lo que restó de  esa semana y un muy merecido castigo de parte de sus padres.

Ella sabía muy bien que evitar el tema por más tiempo sería más perjudicial que beneficioso para la situación, así que aquel jueves por la mañana, a penas comenzado el primer receso se dirigió en busca de Miya, decidida a resolver todo de una buena vez y dejarse de niñerías y drama adolescente.

—Atsumu. Hola—Hablo con cierta timidez una vez que se encontró frente a frente con el rubio.

Éste le dedicó una de sus típicas sonrisas despreocupadas, que era acompañada por leves marcas de moretones que habían quedado de la pelea con su hermano.

—Buenas, creí que no volverías a hablar conmigo, linda—Rió.

Ella miró a otra dirección con timidez, sin poder mirarle a los ojos.

—Tenemos que hablar—Sentenció para finalmente tomar valor y mirarlo.

Él asintió.—Suena a que nos vamos a divorciar—Bromeó.

—Puede ser.

Empezaron a caminar tranquilamente entre los pasillos del instituto hasta llegar a una zona menos concurrida en las escaleras, donde Izume se apoyó contra la pared mientras que el rubio permanecía en una postura relajada y con sus manos en los bolsillos parado justo frente a ella.

—Atsumu, acabemos con esto, por favor—Sentenció.

—¿Acabar con qué?

—Sabes muy bien—Le reprochó cruzando sus brazos frente a su pecho—Existió la oportunidad de que entre ambos se de algo más pero tú mismo lo rechazaste ¿Porqué pretendes volver a intentarlo ahora?

—Ya veo a lo que vamos, Zume—Suspiró aún con aquella sacarrona sonrisa—¿Acaso perdí toda oportunidad contigo?

—Así es.

La sonrisa en el rostro de Atsumu se fue deslavando lentamente siendo remplazada por una expresión seria y, aunque casi desapercibida, dolida.

—Mira, ambos hicimos las cosas de la forma incorrecta en su momento, y creo que es suficiente para saber que no funcionaríamos bien de esa manera—Empezó a hablar la pelinegra—Además, honestamente, de verdad me gusta Osamu.

—Solo quiero llegar a arreglar todo esto, terminemos con este juego adolecente de un triángulo amoroso, no quiero que ninguno de ustedes dos salga herido.

—¿Eres consiente de que ahora mismo me estás rechazando? Se puede decir que el herido seré yo—Sentenció seriamente.

Los ojos color mar de la chica lagrimearon, más aún al ver a su amigo acercarse.

—Atsumu, yo...—el nudo formándose en su garganta le impedía hablar.

Él acortó aún más la distancia, quedando frente a frente, con ambos brazos a cada lado del cuerpo de la chica, acorralándola contra la pared. Sus ojos conectaron, los de ella cristalizados por las lágrimas que amenazaban en caer y los de él profundos y casi devorándola con la mirada.

Choose you; Miya Twins Donde viven las historias. Descúbrelo ahora