Choose you; Miya Twins

20

  Osamu caminaba de manera perezosa encaminándose hasta la cocina. Era domingo, no tenía práctica hasta pasado el medio día por lo que planeaba cocinar un buen desayuno y aprovechar la mañana para descansar disfrutando el clima de pleno otoño.

Bostezó pesada mente en lo que frotaba sus ojos con fatiga. Eran a penas las ocho de la mañana, y no había podido descansar más, lo mismo sucedía por las noches cuando le costaba un infierno conciliar el sueño. Su demacradas ojeras eran muestra de su mal sueño en las últimas semanas, coincidentes con su "separación" con Izume, aunque de separación no tiene nada cuando eres tan inmaduro como para ni siquiera hablar con la otra persona, punto menos para Osamu, pero no planeaba por el momento tomar cartas en el asunto, seguiría que el malestar en su corazón consumiese su energía o tal vez resuelva sus propios problemas de autoestima e inferioridad y hablaría con ella, lo que pasara primero.

Se paró frente a la mesada empezando a calentar agua para el té y procedió a servirse arroz en un pote. A pocos minutos de terminar de preparar su primera comida escuchó unos pasos acercase a la zona de la cocina.

—Buen día Osamu.—Saludó con característica dulzura su madre mientras dejaba un beso en la mejilla de este.

—Buenos días—Contestó de forma monótona.

En lo que volteaba con su desayuno en sus manos llamó su atención la caja que su madre cargaba, ella dejó esta en el piso y rebuscó en una de las alacenas hasta sacar unos bowls y otros artilugios de cocina.

—¿Que haces?—Cuestionó mientras tomaba de su té.

—Pues Moriko-san se está terminando de mudar mañana y quería devolverle algunas cosas que nos prestaron—Explicó sin voltear a ver a su hijo—¿No viste el juego de té chino? Es uno marrón, juraría haberlo visto aquí—Murmuró frustrada la progenitora de los Miya.

—...en el mueble de la sala...—Pronunció aún sin salir de repentino Shook el peligris.

¿Mudarse?¿Porqué?¿En qué momento?

—E-espera ¿Mamá?—El chico se apresuró a levantarse e ir tras su madre dejando su desayuno a medias—¿C-cómo que mudarse?

La mujer, que guarda el juego de té que tanto buscaba, volteó a ver a su hijo, llamándole sumamente la atención su estado de sorpresa.

—Pues si, con esto de que Izume-chan se va con su padre y que Moriko trabaja en las oficinas del centro no le ve caso en seguir viviendo en una casa tan grande y tan a las afueras.—Explicó con obviedad—La verdad es una pena, tantos años siendo vecinos y poco a poco esa casa fue quedando vacía, pero bueno, me alegra que Izume pueda pasar tiempo con su padre, pero no debo imaginar cómo debes hacerte sentir esto.—Expresó dedicándole una mirada de pena al menor.

El mundo entero se paró por unos segundos para Osamu. Intentaba asimilar toda esa información tan repentina que su madre le acababa de lanzar como si nada, como si él ya estuviera al tanto de todo. Pero no, la sorpresa reinaba en su expresión y sentía sus manos sudar.

—Déjame yo le llevaré esto a Moriko-san —Habló de forma atropellada mientras quitaba de las manos de su madre la caja.

La mujer miró desconcertada a su hijo. Esa reacción le sorprendió más no dijo nada, supuso que estaba bastante afectado por la partida de su tan amada novia y amiga.

Por su parte, Osamu, aún con sus pantalones de pijama y una vieja camiseta se apresuró a ponerse su calzado y salir apresuradamente a la casa al lado. A penas estando en la vereda frente a su hogar pudo ver cajas en la entrada de la casa continua y dos hombres cargando muebles en un camión de mudanzas. Su corazón latía a mil por hora y con las piernas temblorosas apuró el paso hasta quedar en la entrada de aquel jardín en el que jugó desde que tenía memoria, en el que miles de veces se paraba hasta esperar que Izume entrara en su casa sana y salva.